lunes, 11 de octubre de 2021

 La Resiliencia en el Adulto Mayor.

Lic. y M.C. en Gerontología Juan Ramón Almejo Vargas

almejovargas5@gmail.com


Los adultos mayores son un grupo de población vulnerable donde cada uno de ellos responde de modo diferente ante estas adversidades; algunos no logran superar estas circunstancias, por lo que es aconsejable no generalizar; son un grupo heterogéneo y cada uno responde de diferente manera (Banda et al, 2017).

En esta ocasión de definirá la palabra resiliencia que es la capacidad que pueden desarrollar las personas resultado del proceso dinámico en el que interactúan factores de riesgo y de protección, desde individuales hasta socioculturales, posibilitando la superación del riesgo y/o evitando los efectos negativos del mismo de una manera constructiva, con lo cual se presentará la adaptación positiva (Díaz et al, 2017).

La resiliencia ayuda a los adultos mayores a superar factores de riesgo como soledad, depresión, enfermedad crónica o el duelo por la muerte de alguna persona significativa, siendo personas espirituales, optimistas, con actitud positiva, con esperanza y con sensación de autoeficacia, que buscan información y toman decisiones, que mantienen estilos de vida saludables y en la medida de lo posible un buen estado de salud. Así mismo, realizando una reestructuración cognitiva de los acontecimientos dolorosos, y que durante dichos acontecimientos se mantenga una buena relación familiar, así como otras redes de apoyo como amigos, compañeros de trabajo y grupos religiosos (Díaz et al, 2017).

Algunos investigadores han señalado que la resiliencia no es un atributo de la personalidad del individuo, sino un conjunto de recursos que la potencian, entre ellos, se encuentra la identidad positiva, el control personal, autoeficacia, autoestima, optimismo, apoyo social y el afrontamiento (Banda et al, 2017).

En el campo de la gerontología fueron novedosos los avances en relación a conocer las conductas proactivas de los adultos mayores y poner énfasis en el proceso de envejecimiento saludable y exitoso. En este contexto, la resiliencia sería un factor fundamental para reducir la intensidad del estrés y por lo tanto la presencia de signos emocionales negativos como la ansiedad y depresión en la vejez (Vilte, 2020).

Los hombres pueden ser inhibidos, inseguros y con problemas de comunicación, mientras que las mujeres son más flexibles y capaces de pedir apoyo de las figuras de apego, lo que facilita el desarrollo de su resiliencia (Vilte, 2020). 

Las mujeres tendrían un perfil resiliente más abocado al autorreconocimiento de su entorno con mayores habilidades interpersonales y fortalezas internas, lo cual les permitiría una postura más positiva frente a las adversidades, pero conllevaría a la dependencia de las figuras de apego. Mientras que, los hombres serían más pragmáticos y se apoyarían en una respuesta generativa autónoma, prescindiendo de redes (Vilte, 2020).

Doce dimensiones de la resiliencia. 1.- Identidad: autodefinición básica, autoconcepto relativamente estable en el tiempo, caracterización personal. 2.- Autonomía: sentimiento de competencia frente a los problemas, buena imagen de sí mismo, independencia al actuar. 3.- Satisfacción: percepción de logro, autovaloración, adaptación efectiva a las condiciones ambientales, percepción de desarrollo. 4.- Pragmatismo: sentido práctico para evaluar y enfrentar los problemas, orientación hacia la acción. 5.- Vínculos: condiciones estructurales que sirven de base para la formación de la personalidad. Relaciones vinculares, apego. Sistema de creencias. 6.- Redes: condiciones sociales y familiares que constituyen un apoyo para el sujeto. Sistemas de apoyo y referencia cercanos y disponibles (Saavedra & Varas, 2013). 

7.- Modelos: personas y situaciones que sirven de guía al sujeto para enfrentar sus problemas. Experiencias anteriores que sirven de referente frente a la resolución de problemas. 8.- Metas: objetivos definidos, acciones encaminadas hacia un fin. Proyección a futuro. 9.- Afectividad: autoreconocimiento de la vida emocional del sujeto, valoración de lo emocional, características personales en torno a la vida emocional. Tono emocional, humor, empatía. 10.- Autoeficacia: capacidad de poner límites, controlar los impulsos, responsabilizarse por los actos, manejo de estrés, terminar lo propuesto. 11.- Aprendizaje: aprovechar la experiencia vivida, aprender de los errores, evaluar el propio actuar y corregir la acción. 12.- Generatividad: capacidad de crear respuestas alternativas frente a los problemas, construir respuestas, planificar la acción (Saavedra & Varas, 2013).



No hay comentarios:

Publicar un comentario