martes, 17 de mayo de 2022

 Política y filosofía y…. neurociencia…

Por Rodrigo Sänchez Sosa

Siguiendo con lo que iniciamos la entrega pasada sobre mi trabajo en la producción de pensamiento filosófico y análisis crítico de la realidad, quisiera abordar a uno de los científicos y pensadores mexicanos más enigmáticos como desconocidos fuera de ciertos ámbitos académicos de la neurociencia, el doctor Jacobo Grigberg. Polémico y controversial el doctor Gringberg nos ofrece su teoría de la Sinergia para explicar la interacción del cerebro con la realidad y la producción de la conciencia. Pero ¿Quién es Jacobo Gringberg? 

Jacobo Grinberg-Zylberbaum (Ciudad de México, 12 de diciembre de 1946-1994), conocido como Jacobo Grinberg, fue un neurofisiólogo y psicólogo mexicano, fundó un laboratorio de psicofisiología en la Universidad Anáhuac. Posteriormente, a finales de la década de 1970, instaló otro laboratorio similar en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 1987, fundó el Instituto Nacional Para el Estudio de la Conciencia (INPEC), financiado por la UNAM y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Jacobo Grinberg publicó varios de sus libros a través del INPEC. Escribió más de 50 libros acerca de la actividad cerebral humana. Desapareció el 8 de diciembre de 1994, en circunstancias desconocidas y misteriosas.


"El nivel más elevado en el que funciona un ser humano es aquel en el que desaparece la memoria, aquel en el que no existe pasado digno de recordarse, aquel en el que el ahora es la única vía de desarrollo.

El hombre que realmente se respeta es el que confía en su capacidad de vivir en un continuo renacimiento y transformación. Aquel para el cual deja de existir un juego de actos o de palabras y de recuerdo, aquel que sabe que cada momento puede significar la muerte y, por lo tanto, lo vive como si fuera el último. 

En este nivel, la memoria es ficción o pretexto, reflejo limitado de instantes que no son ni fueron, caída en el fango del no ser."  El vehículo de las transformaciones, Jacobo Grinberg.

Pero ¿Qué pasa con el aprendizaje? No es hasta cierto punto, producto de lo que se hizo en el pasado y es también parte de nuestra memoria?

La memoria a la que se refiere Jacobo Gringberg (JG) es la que nos ancla a esta realidad y al mismo tiempo la crea, son redes neuronales que inter actúan con el todo para formar lo que entendemos como realidad, en este sentido lo aprendido con sus pre concepciones debe ser olvidado para enfrentar el instante mismo a lo que JG llama presente, podríamos hacer la analogía del sueño: despertar en medio de un sueño y romper su coherencia interna, volverlo un sueño lúcido, hacernos consientes del presente de un proceso que fluye. Al final JG hace referencia a la ontología, el ser y la nada, volviendo a la analogía del sueño diríamos que la coherencia interna de este mientras soñamos abandonados al mismo, es realmente nada, ficción, un auto engaño, de ahí que a GB le parezca poco digno para el hombre no entender esta evasión cobarde de la responsabilidad de existir, el hombre debe respetarse a si mismo (él es el campo cuántico pensándose a si mismo), entender que el ser es y deja de ser, no es un continuo estable, cada instante es el primero y el último; en ese sentido, cualquier antecedente sirve de poco, incluido el aprendizaje. Realmente no se aprende nada, la conexión con el que aprende y lo prendido es total. Se hace consiente la información de la que somos parte, pero no se recuerda, ya que eso implicaría que el ser y dejar de ser se da en un tiempo total, lo cual va en contra de la esencia del ser en su coherencia interna dentro de la simulación: el devenir que nos lleva a inferir la ilusión del tiempo como total (se puede imaginar un tiempo vacío de sucesos pero no sucesos sin tiempo, Kant). El ser total, el que se opone a la nada, está fuera del tiempo y el espacio que son ilusión, simulación, maya. En su concepto de campo cuántico JG lo explica, las partes más puras de este campo no tienen accidentes, son ser puro, es un puro ser sin huecos de no ser (Parménides), mientras que otras partes del campo cuántico por sus accidentes, devienen, son y dejan de ser (Heráclito).

Conocimiento y conciencia, epistemología de lo puro: 

El conocimiento es información, por lo tanto es parte del todo, está fuera del tiempo; en este sentido, podría ser que el "aprendizaje" fuese producto de lo que se "hizo" en el futuro ¿Ilógico? Para el caso el lenguaje tiene el mismo problema del infinito en matemáticas, el definir lo que nos rebasa en esta realidad simulada, requiere de un meta leguaje al que no tenemos acceso, pero que se intuye debido a la imposibilidad de expresarlo con las herramientas conceptuales del lenguaje que poseemos; así pues, como en matemáticas, las sumas y las restas de infinitos parecen una contradicción, pero, reamente son recursos para manejar el resultado de las inferencias lógicas a las que lleva los postulados previo de los teoremas que comprendemos a partir de nuestros axiomas arbitrarios: de ahí que "recordar el futuro" pueda sonar al profano incomprensible, pero no lo es:

El problema del infinito en las matemáticas:

Un conjunto infinito es un conjunto que no es finito. Algunos ejemplos son: Los números enteros Z = {..., -3, -2, -1, 0, 1, 2, 3, ...} forman un conjunto infinito y numerable. En matemática, el concepto de infinito no se refiere a una cantidad o número precisamente, sino más bien a la ausencia de límites en una determinada dirección o a una posibilidad. En todo caso, designa un valor mayor a cualquier otro que se pueda atribuir. El infinito se representa en matemáticas con el signo "?" y no puede ser medible. No se trata de un número real, sino de una idea que nunca termina -a pesar de que a veces puede utilizarse como un número, por ejemplo, en la operación ? + 1 = ?-.

En matemáticas el infinito aparece de diversas formas: en geometría, el punto al infinito en geometría proyectiva y el punto de fuga en geometría descriptiva; en análisis matemático, los límites infinitos; y en teoría de conjuntos como números transfinitos.

Pongamos un ejemplo sencillo para entender el problema del infinito en matemáticas: Imaginemos un par de niños que juegan a las canicas, niños de cuatro años que solo saben contar hasta cuatro, los números más allá del cuatro no los comprenden y por lo tanto para ellos no existen, evidentemente al jugar a las canicas llegaran a tener más de cuatro canicas, pero ellos no pueden contar más allá de ese número, para ellos un conjunto de canicas que rebase por mucho las cuatro unidades es un infinito, no lo pueden numerar, no es una cantidad, es una ausencia de límites; así, se dan cuenta que, aunque no pueden contar más allá de cuatro canicas, las canicas de uno de ellos son más que las de otro al ganar ganarle a este una partida donde el primero pierde parte de las suyas, en tal caso este un conjunto mayor que el representado por las canicas del otro, hay entonces un infinito mayor que otro, lo que plantea una contradicción evidente en el lenguaje por el concepto que tenemos de infinito. Se vuelve más extraño cuando a este infinito se le pueden agregar la suma de una, dos, tres y cuatro canicas y luego otro infinito o restar en todo esto al mismo. El lenguaje ya no alcanza a dar cuenta cabal, pero las matemáticas sí, un meta lenguaje intuitivo, porque para estos niños la suma y resta de infinitos, caso de las canicas es perfectamente posible, pero no para el leguaje. Esto plantearía más problemas al pensamiento como el hecho de que los niños no necesiten aprender formalmente matemáticas para saberlo. 

Pongamos por caso un problema que se planteó hace 2600 años en Grecia: Aquiles y la tortuga. Se dice que los matemáticos y filósofos de ese tiempo se plantean este dilema, una carrera entre el atleta más veloz de Grecia, Aquiles y el animal más lento de la naturaleza que camina sobre sus extremidades, la tortuga. Los griegos pensaron que siendo justo, Aquiles debía de dar, en la hipotética carrera, ventaja a la tortuga; pero concluyeron que pese a lo que pareciera, si esto pasara, aún en una corta distancia de un centímetro, Aquiles nunca alcanzaría a la tortuga, pues en esa venta temporal-espacial que concede el atleta a animal hay un infinito, por lo tanto jamás podría alcanzar al lento reptil incluso en el caso de que este al llegar a la marca de ventaja no se moviera más, pues para alcanzarla Aquiles tendría que recorrer la mitad de la distancia que los separaba y antes la mitad de esa mitad y antes la mitad de esta otra mitad, es decir una fragmentación de un infinito que es el espacio. Es evidente que hay un problema entre el leguaje, la realidad y la conceptualización del espacio, Aquiles alcanza y no alcanza a la tortuga al mismo tiempo, lo cual hace de lo que llamamos lo real fantasmagoría. La realidad no existe hasta que es observada, y dado que el leguaje común presupone que la realidad existe por si misma, independiente del observador, el leguaje no da cuenta de la realidad si no de la construcción de esta por parte de quien la observa. Pero entonces ¿Qué es lo que experimentamos como realidad independiente de nosotros? Lo que experimentamos es una interacción del campo cuántico con nuestra red neuronal, contrario a lo que se pueda pensar esto no es un solipsismo, es decir una experiencia individual aislada que en cada individuo fabrica una realidad cerrada y ajena a otros individuos; no, todos estamos también conectados con la naturaleza y la cultura, formando redes de inter acción e inter conexión que son la base de la realidad compartida. La naturaleza y la cultura, de distinta forma, son producto de redes de seres vivientes y pensantes. Cada ser humano se comporta como una neurona que intercambia información y energía con otros seres humanos, formando una conciencia común, una red de redes, a la que llamamos realidad, de ahí que la realidad aun siendo creada como un sueño es capaz de incluirnos a todos en una misma experiencia de existencia. El lenguaje recrea, crea y sostiene esa experiencia producto común y supone su existencia independiente de la percepción humana. Darse cuenta en este sueño que uno está soñando, nos sitúa en el presente, más allá del leguaje y por lo tanto de la capacidad de expresar tal experiencia. Podríamos conceptualizarlo, este darse cuenta, como intuición intelectual, una experiencia directa de los tres niveles de conciencia humana que se conectan para formar lo que entendemos como existencia, donde lo real tiene sentido y origen. 

(Nada mal para quién tiene que ganarse la vida en el subempleo porque el trabajo intelectual en Sayula no cotiza ni interesa a nadie ¿verdad?)


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