martes, 17 de mayo de 2022

EDITORIAL:  La desaparición de personas, como cultura del terror. Su origen verdadero

De modo que cabe sospechar que existe una constitución no escrita cuyo primer artículo rezaría; la seguridad del poder se basa en la inseguridad de los ciudadanos(….) De todos los ciudadanos: incluidos los que, al difundir la inseguridad, se creen seguros… y ahí está la estupidez de que le hablaba. (…) Así que estamos atrapados en una farsa.

LEONARDO SCIASCIA, El caballero y la muerte.

Posible que las desapariciones de personas tengan una historia más larga que la que pudiese contarse, desde el Génesis (4:9) Entonces el SEÑOR dijo a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guardián de mi hermano?; Abel ya no estaba y Caín sepultó el secreto mintiendo al Supremo. Así la historia humana nos demuestra cómo la avaricia, ambición y soberbia se sobrepone a la verdad, humanidad y caridad del ser.

En el libro "El Príncipe" de Maquiavelo, en muchos de sus capítulos sobresale el mensaje: para que un príncipe se sostenga en el poder debe ser astuto y en algunos casos aparentar ser democrático, gentil y bueno; pero en todos los casos en el fondo debe ser desalmado y no olvidar que todo es para mantenerse en el poder.

En esta misma obra, en uno de los subtítulos se específica "De la crueldad y la clemencia; y si es mejor ser amado que temido, o ser temido que amado"; define preferir el terror  "…Por lo tanto un príncipe no debe preocuparse porque lo acusen de cruel, siempre y cuando su crueldad tenga por objeto el mantener unidos y fieles a sus súbditos;.(…) El fin justifica el medio. Mantener el poder, aunque sea acusado de barbarie.

En nuestro México desde hace varias décadas, casi una centuria, se empezó a mostrar el fenómeno de las ausencias forzadas y data desde la llamada "Guerra sucia" en contra de la lucha campesina y su organización "El Partido de los Pobres". Los caciques y los guardias armados que pululan hasta nuestros días en varios estados como Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Tamaulipas y zonas limítrofes de Jalisco y Nayarit fueron la principal causa y motivo del levantamiento estudiantil de Guerrero debido a la consideración de que el régimen era genocida debido a la represión, especialmente contra los luchadores de izquierda como los partidos socialistas y comunistas; una prueba de aquellos días son los 250 mil pesos que el cacique Juan Becerra ofreció por asesinar a Lucio Cabañas (cuando sólo era un luchador social por la reivindicación de los campesinos sembradores de café) (Valdéz, 2007)

La participación política para pensadores combativos era inútil y vista desde cualquier medio informativo masivo como un grave peligro a la estabilidad (era un supuesto) del País.

Los trabajadores obreros fueron en buena medida menos acosados y sometidos que los campesinos y estudiantes debido a que estaban bajo el yugo dominante de las grandes corporaciones sindicales (y continúan).

De las primeras acciones del ejército ya en forma de represión, son la comentadas por Luis León Mendiola corriendo el año 1967 a 1968; los primeros torturados fueron los Policías Rurales (que simpatizaban con Lucio).

Para 1968 y la euforia estudiantil de la Ciudad de México estridentemente reprimida por el Batallón Olimpia secundado por el Ejército, da un resultado de 350 muertos (los participantes dicen que más de mil) (Taalas, 2018) y más de 2 mil detenidos en el Campo Marte.

Los gobiernos de aquel entonces descubrieron que el crimen perfecto era la desaparición forzada, puesto que no quedaba huella, dato, cadáver, inculpado ni responsable. Empezaron con los estudiantes; existen testimonios de personas como Ana Lucrecia Molina (Claudia Juárez/Laura García, 2018) que conoció a dos compañeros de trabajo de su papá que eran estudiantes y jamás regresaron a trabajar después de ese 2 de octubre; lo mismo sucedió en la Ciudad de México en Julio de 1971 con el famoso "halconazo".

Las acciones del ejército en la sierra de Guerrero fueron brutales: reunían a la gente de las comunidades en las canchas del centro; pasaban lista; revisaban que no hubiese escondidos; los obligaban a ser guías; los detenidos no eran entregados a ninguna autoridad, iban a cárceles clandestinas o a prisiones militares y para hacerlos "cantar" les desfiguraban el rostro, quemaduras de tercer grado, obligarlos a beber gasolina, romperles huesos, rebanarles las plantas de los pies, toque eléctricos, colgarlos de los testículos, introducir botellas de vidrio en las vaginas de las mujeres y someterlas a violaciones y vejaciones, introducir mangueras por el ano y llenarlos de agua para luego golpearlos. De esos tiempos se tienen 1650 registros con esos datos (FEMOSPP, 2006).

Para el 2 de diciembre de 1974 narró el soldado del 19 batallón de infantería Benito Tafoya Barrón que el comisario ejidal de Guayabitos Gilberto Ramos Soto y el narcotraficante Isabel Ramos Ruiz dieron el pitazo del lugar donde se encontraba Lucio, dice que él mismo se mató, pero que el comandante le dio el tiro de gracia; a los que agarramos vivos a mí me tocó subirlos a un helicóptero, amarrarlos de pies y manos, atarlos a dos barras de fierro y tirarlos al mar. (22, 2004).

Así es la base de las desapariciones forzadas, luego vinieron los años de lucha clandestina, guerrilla urbana, partidaria, pero en todos los casos hubo el secuestro, la tortura y la ausencia involuntaria de gente ligada e inocente.

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