lunes, 15 de agosto de 2022

 La importancia del método histórico en la interpretación del pasado y el presente en la crónica

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

Puede y parece ser mero ornato decimonónico la figura del cronista municipal, y lo es. De hecho su origen es ese: privilegio de clase que implica la ciencia y el saber como derecho elitista (porfirismo). La pretensión comtiana (Augusto Comte, pensador francés, base de las políticas científicas del régimen de Porfirio Díaz) de la neutralidad de la ciencia, en este caso la historia, local o regional, no es más que el mismo discurso colonizador de la opresión: una clase imponía su visión y sus valores a la interpretación de la historia de un municipio o región: los próceres, los hombres ilustres, los modelos y valores arquetípicos de una sociedad dada, eran los pertenecientes a un pequeño grupo dominante, la elite local, donde residía el poder económico y político, lo cual aseguraba y reproducía el dominio social de esta. Estas instituciones de la crónica porfiristas, filantrópicas y beneméritas no eran más que reproductoras de un sistema de dominio social, político y económico de una elite privilegiada que revisaba e interpretaba la historia desde su perspectiva e intereses.


La figura del cronista municipal (pese a Comte) no puede ser vista en esta tónica sino como la de la nostalgia de clase encarnada en un individuo que, por su origen, no puede sino ser honorifica: El cronista municipal no puede ser sino de la clase dominante, por ello no puede, a su vez, por cuestiones de etiqueta más que de ética, recibir un salario de las arcas municipales; su cargo debe ser vitalicio pues comúnmente eran estos, los ancianos de la elite ocupados en sus últimos años de retiro a hacer crónica, la caducidad del cargo, por ello, era innecesaria; así mismo, el cronista del municipio no podía depender de las fluctuaciones políticas de un ayuntamiento, su cargo no dependía de los juegos del poder en turno. Una visión liberal del siglo XIX.

Pero, luego del método crítico de análisis en las ciencias sociales y el materialismo histórico, la crónica tradicional y luego positivista, una herramienta intelectual de opresión, se vuelve una herramienta de emancipación del oprimido. 

La necesidad impuesta por esto último en el hacer de la crónica hoy en día, ha empujado a la profesionalización de esta. La crónica debe apropiarse de la historia como ciencia y conocer sus métodos para abordar su tarea, en el entendido de que el pasado es una interpretación en el presente que se proyecta al futuro, y no como quería el positivismo porfirista del siglo XIX, un visón objetiva, una linealidad temporal y un fatalismo.

Un método de análisis a doc para nuestro caso como municipio es, la descolonización de la historia:

    “La descolonización de la historia  se basa principalmente en el supuesto según el cual no hay una entidad única denominada historia, en la medida en que ningún relato único puede dar cuenta del pasado. Tampoco hay un pasado único, sino más bien un pasado que entrelaza historias interconectadas. Lo que llamamos pasado es en verdad una ilusión óptica, ya que siempre escribimos sobre el pasado en el presente, y la escritura del "nosotros" puede ser nuestra o de ellos. El pasado es el actual ajuste de cuentas entre fuerzas sociales rivales que luchan por el poder, por el acceso a recursos materiales y espirituales escasos, por concepciones y condiciones de autodeterminación. El conflicto puede tener muchas facetas, pero en cualquier punto dado del espacio-tiempo se traduce en relaciones desiguales de poder, y por ende en oponentes dominantes y dominados, en opresores y oprimidos. El bando triunfante es por definición el del opresor, pero la opresión puede adoptar formas muy diversas, e irá evolucionando con el tiempo. A ello cabe agregar que no todas las facetas del opresor son igualmente opresivas, e incluso que el oprimido puede apropiarse de algunas para resistir y superar la opresión… En diferentes contextos, algunos grupos sociales pueden ocupar posiciones contradictorias en el sistema de dominación (los opresores en ciertos contextos son oprimidos en otros). Algunos grupos pueden ser los protagonistas cruciales del sistema de dominación, mientras que otros no son sino participantes marginales o meros cómplices. Algunos incluso pueden quedar fuera de la dicotomía opresor/oprimido. Hay un amplio margen para posiciones e historias híbridas o mestizas. Sin embargo, la complejidad de este campo tiene un límite: la presunción según la cual, dados los complejos entrelazamientos entre opresores y oprimidos, no hay manera de distinguir entre ellos, y como resultado vivimos en un mundo de interdependencia donde las ideas de dominación, opresión y poder desigual terminan por desaparecer. Desidentificarse de la opresión implica desidentificarse tanto del opresor como del oprimido. La idea de que la opresión social es una totalidad siempre debe estar presente. No solo ayuda a identificar matices específicos en cada contexto, sino que además invita a redefinir la mayor parte de las contraposiciones analíticas binarias. Tales contraposiciones deben verse como dispositivos metodológicos para explicar el enrevesamiento de la vida social, no para negarlo. Los conflictos se desenvuelven a través de la lucha, que a su vez puede verse como concluida o vigente. El pasado de las generaciones posteriores es el de los actuales ganadores de la historia, así como el pasado de los perdedores, en la medida en que estos se hayan resignado a su derrota. Es un pasado-pasado. El pasado de las generaciones más antiguas es el de los inconformistas, aquellos para quienes la lucha continúa y para quienes aún existen posibilidades reales o imaginarias de resistencia. Es un pasado-presente.

Descolonización de la historia es una intervención intelectual que confronta los diferentes modos de dominación moderna, en la medida en que estos han configurado la escritura hegemónica de la historia. Los modos más importantes o extendidos de la dominación moderna son el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. Los dos últimos existían antes del capitalismo, pero este los reconfiguró profundamente a fin de garantizar una explotación sostenible del trabajo humano y de la naturaleza. La explotación de la mano de obra libre no se sostiene sin una mano de obra sumamente devaluada (humillada), así como una mano de obra no pagada, formada por individuos divididos por su origen étnico (colonialismo) por su sexo (patriarcado), donde el explotado de esta manera, en el caso de México, por ejemplo, es el indígena y la mujer, respectivamente. En distintas partes del mundo, estos tres modos de dominación se han articulado históricamente con otros modos de dominación-satélite, como los conflictos generacionales (viejos y jóvenes), el clasismo (ricos y pobres) y la movilización política de la religión (creyentes y no creyentes). La descolonización de la historia es entonces un apuntar a cuestionar las vías a través de las cuales los diferentes modos de dominación moderna han configurado la escritura de la historia." (Boaventura de Sousa Santos)

De Sousa Santos, nos da herramientas conceptuales para abordar nuestra historia como municipio desde el siglo XVI (diciembre de 1522) a la fecha (agosto de 2022). Comencemos por darnos cuenta que las formas tradicionales en que se interpretan las relaciones de poder en Sayula, hoy, con la llegada al poder de un grupo periférico - y hasta marginal - al tradicional antagonismo político y de clases en el municipio, surgen fenómenos sociales y político inéditos (como la depredación del patrimonio) en nuestra historia: un grupo de jóvenes mayoritariamente, aunque veladamente gay, se impone con inusitado éxito entre las mayorías tradicionalmente conservadoras y patriarcales del municipio, y aún en los grupos de poder económico, religioso y clasista locales que en sus inicios los apoyaron y hoy los confronta a mitad de su segundo mandato: Los conservadores se escandalizan ante el actuar irreverente de este grupo gobernante que en su empoderamiento político desafían las reglas del juego local entre opresores y oprimidos, volviéndolo todo un absurdo. El ayuntamiento actual de Sayula no es de izquierda ni de derecha, no es de mano dura ni de mano blanda, pese a las escandalosas protestas feministas por una violación en su círculo íntimo no es patriarcal, no es de ricos ni de pobres, no es tampoco, pese a sus asesores, de tradición caciquil política (PRI). Surgió de un movimiento independiente y con esa bandera ganó su primer mandato al frente del municipio. Este ayuntamiento quimérico desafía todas las reglas no escritas del poder en Sayula, en lo absurdo de lo absurdo; sin embargo, oprime a los otrora poderosos opresores y no se identifica con los tradicionales oprimidos. Como bien apunta De Sousa, la historia de la opresión con regularidad intercambia roles entre los grupos sociales, así, no solo los antagonistas de siempre se oprimen según el contexto y devenir de la historia mutuamente sino que, como en esta ocasión, grupos periféricos y/o satélites ignorados o simples cómplices de las dinámicas del poder, terminan oprimiendo a los antiguos poderosos y sus enemigos, dando la apariencia de lo absurdo en este proceso. En tal sentido, no es nada nuevo: los  españoles del Sayula Virreinal, de repente se vieron oprimidos por su grupo satélite, los criollos, empoderados estos por la masa de mestizos, indígenas y mulatos, lo más bajo de la sociedad de castas de ese tiempo; luego los criollos fueron desafiados por otro grupo inesperado, los republicanos liberales que pedían la laicidad del estado y el federalismo; los liberales-republicanos a su vez se verían confrontados por otro grupo los populistas revolucionarios que fragmentarían el capital de la burguesía porfirista y empoderarían políticamente a gavilleros surgidos de ese conflicto: los priistas del cardenismo ejidatario; de esto último y en una mescla de los viejos porfiristas sayulenses y los oportunistas revolucionarios, incluidos los cristeros empoderados, surgiría el antagonismo de clase en el Sayula de la segunda mitad del siglo pasado, cuyo poder político y económico acapararían los llamados "ricos" de Sayula o más popularmente conocidos como los "curros", una mezcla extraña, como ya se dijo, entre la imagen del español de la colonia, el criollo virreinal, el rico liberal juarista, el hacendado porfirista y el pendenciero líder caciquil ejidatario priista. La movilidad social producto del acceso a la educación y la distribución de la riqueza los últimos años del siglo pasado, dio el acceso al poder económico y político a grupos satélites de los "ricos" de Sayula, así se da el fenómeno de los neo empresarios exitosos locales tratando de encajar grotesca y desesperadamente en los roles y etiquetas de la élite esa extraña, antes descrita, pero tradicional en Sayula. Finalmente, la tecnología de redes sociales (internet y celulares), lo políticamente correcto (LGBT…) la idealización de la juventud como valor per se y las políticas neo liberales de estos tiempos (candidaturas independientes, activismo ecológico, activismo en pro de los animales, discurso de género y todas esas farsas usadas por el primer edil de Sayula hoy) dieron origen a esta otra quimera del siglo XXI en la política local, ya descrita, el actual ayuntamiento y su titular.

Así funciona un método histórico de análisis  al hacer crónica.  


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