martes, 8 de noviembre de 2022

 La Confederación Chimalhuacana, la

guerra del salitre y Santa Inés

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

De acuerdo a algunos historiadores y cronistas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, una unión de pueblos indígenas que formaban una especie de estado, gobernaron el territorio al que perteneció el gran Tzaulan antes de la venida de los españoles. Esta así llamada confederación Chimalhuacana era el contra peso a dos poderoso señoríos el de Colima y el purépecha en Michoacán, tanto que se especulaba una guerra entre esta y el imperio tarasco por la salinas de la playa de Sayula. El centro cívico religioso Cerritos de Santa Inés levantado en el post clásico tardío entre el año 900 y 1100 alrededor de 300 años antes de que los purépechas controlaran la región, se vuelve una pieza clave para desentrañar el conflicto generado en la salina de Sayula como vértice de estos imperios citados, en territorio tzayulteca. Lamentablemente mucha y quizás toda la información que podría contener la zona arqueológica Cerrito de Santa Inés, desapareció para siempre el pasado 21 de octubre de 2022, al ser ilegalmente intervenido.

"Parecería que la discusión académica sobre la existencia de la Confederación Chimalhuacana ha sido ya resuelta y los 'investigadores modernos, por falta de pruebas, han optado por dejar esta mítica unión de pueblos en el plano de la leyenda patrió- tica federalista de fines del siglo pasado. Sea cual fuese la realidad historiográfica de los hechos narrados por Pérez Verdía, en el estado de Jalisco persiste la tradición de "la guerra del sa- litre", de la que los señores de la región lacustre de Sayula Zacoalco lograron salir victoriosos sobre los invasores purépechas. Las primeras alusiones escritas de la confederación y el conflicto parecen venir de un capítulo inédito de la historia de cronista de la colonia Tello. 


Autores como Navarrete, Santoscoy, Galindo, Romero Gil, Diguet y Dávila Garibi y López Portillo se encargaron de popularizar la tradición, dándole inclusive tintes de autenticidad histórica. No obstante, la verdad es que ninguno de los documentos de cronistas tempranos hace mención de la mítica.   

En cuanto a las salinas de la región de Sayula y al interés que mostraban por ellas los tarascos, hay algunas referencias, que tradicionalmente han servido de justificación a las incursiones michoacanas practicadas en los territorios surorientales del actual Jalisco. ¿Tuvieron los tarascos un control efectivo sobre las salinas de Sayula? Desgraciadamente, la respuesta no es fácil de obtener de las fuentes históricas. Las Relaciones geográficas de Los pueblos ribereños del lago salitroso de Sayula se han perdido y ningún cronista del siglo XVI lo afirma categóricamente; queda sólo la tradición de la mencionada guerra, pero como dice el historiador de esta región Carl Sauer: ´una línea de un contemporáneo de la conquista es más válida que todos los cuentos románticos, acríticos, escritos más tarde en el periodo colonial´ .  

 En las Relaciones de otros pueblos vecinos se dice que en tiempos de la gentilidad toda la región estuvo sujeta al Calzonci. Para algunos investigadores la región de Sayula debió haber caído en manos tarascas hacia 1460 junto con Tuxpan, Tamazula y Zapotlán. Estos historiadores piensan que para 1480 los tarascos lograron anexarse los territorios de Colima, que incluía Motines, Zapotlán, Amula, Sayula y Autlán. Basándose en las Relaciones afirman, sin embargo, que el gobierno central tarasco pudo conservar su control sobre esta región sólo durante un lapso corto, quizás unos diez años. 

Luego fue el señorde Colima quien adquirió el control de un área amplia que iba desde el lago de Chapala hasta Motines (en la costa del Pacífico). Cuando los españoles entraron en estos territorios (principios de 1523) conquistando el antiguo "reino tarasco", se incorporaron a la Nueva Espafia Tamazula, Zapotlán y Tuxpan (las encomiendas de Hernán Cortés), así como las tierras al oeste del lago de Chapala y los vasos lacustres de Sayula, Zacoalco y Cocula -La provincia de Ávalos-  . Estas provincias pasan a manos de Cortés sin resistencia de los indígenas, por el hecho de haber sido anteriormente avasalladas por el Calzonci. 

Para Otto Schöndube (comunicación personal), estas tierras no entraron en el litigio entre Guzmán y Cortés, porque justamente se las entendía como pertenecientes al monarca tarasco conquistado por Cortés. Carl Sauer piensa que el Cortéz cedió, originalmente, parte de estas tierras a un pariente y teniente suyo, Hemando de Saavedra: Podemos arriesgar la conclusión de que fue ahí donde Cortés, suponemos que en 152, lo recompensó con la valiosa franja noroeste del estado tarasco, adyacente y muy cercana, relacionada económicamente a la reservada a Cortés de Tamazula y Sayula. 

Saavedra fue luego a Honduras con Cortés y se quedó ahí como teniente gobernador y capitán general. La interpretación que sigue, es que después de que Saavedra dejó el área local, Alonso de Ávalos, probablemente un joven hermano y primero un encomendero entre los tarascos, de nuevo redujo a servicio los pueblos sobre los lagos de Chapala, Sayula y Zacoalco y le fue dado, por esta hazaña, la mitad del interés en ellos. 

Es así como Alonso de Ávalos  entra en posesión de esta amplia provincia con Alcaldía mayor en Sayula ubicada en lo que hoy se conoce como Santa Inés, que de ahí en adelante llevará su nombre. Dice Sauer: 

´Es posible que Avalos recibiera esta concesión occidental de Estrada Flores de la Caballería, quien fue gobernador de la Nueva España en 1528 y quien estuvo a punto de ser su suegro.´ 

La posesión de Ávalos sobre los pueblos de los lagos impidió que Nuño de Guzmán los agregara luego a la Nueva Galicia. Para terminar con la primera historia española de la zona, se cita una vez mis a Sauer: ´Los pueblos de Avalos se conservaron como comunidades indígenas de primera importancia en la vida económica del oeste y que su hispanización tuvo lugar después de su muerte (1574) y entonces muy gradualmente.´ 

En resumen, a pesar de que las referencias directas se han perdido, la interpretación de las fuentes etnohistóricas sugiere que, aun cuando haya sido por un breve lapso, los tarascos llegaron a dominar la región lacustre de Sayula y Zacoalco. Fue, además, este el motivo de que la región se incorporara ´pacíficamente´ a  la Nueva España y al sistema colonial.

Desde el punto de vista histórico, la problemática que se vislumbra no es tanto la capacidad de los señores locales de oponerse por la fuerza a los invasores de Michoacán. Al contrario, lo que interesa comprender es el tipo de relaciones que se dieron a través del tiempo entre las zonas de contacto o zonas de frontera. La dinámica de fronteras es en general mal comprendida. En la zona tarasca, ha predominado la noción de que las fronteras fueron rígidas, con poca posibilidad de contactos que no fueran amenazas y hostilidades para la apropiación de recursos (minas, salinas, etcétera). Esta idea, basada quizá en una noción de "imperio" tarasco (que se puede desprender de las primeras crónicas y de los datos aportados por las Relaciones), proscribe el buen entendimiento entre las zonas vecinas. Se sabe que la frontera oriente del Estado estuvo en conflicto casi continuo con los mexicas. De hecho, era muy importante para la defensa de sus intereses concentrar su poderío militar en la frontera con un Estado poderoso y beligerante. Pero, ¿Serían sus otras fronteras igualmente duras? En tiempos anteriores a la dinámica expansionista iniciada hacia 1460 ¿existieron verdadera- mente fronteras impermeables hacia el oeste? La habría privado realmente un estado de hostilidad potencial? ¿Serían quizá esas fronteras más blandas, permeables a la interacción económica y, eventualmente, a la ideológica? Las fuentes escritas no dan información clara al respecto. La única manera de averiguarlo puede ser a través de la investigación arqueológica, en contextos controlados con estratigrafia y cronología fina. En cualquier caso, la situación se vuelve aún más compleja cuando las fronteras políticas han dejado de existir al efectuarse la sujeción efectiva de un territorio. Surgen, entonces, una serie de nuevas preguntas que complican el cuadro anterior. La tarea de reconocer las relaciones en tiempos de paz se complementa con la necesidad de identificar las consecuencias del cambio político. Cómo se materializa el dominio? ¿Se instauran mecanismos de control permanentes, o hay simplemente un apoyo externo al gobierno local sumiso? ¿Cómo se mantienen las estructuras de poder locales frente a una autoridad foránea? ¿Hay desplazamiento de poblaciones? ¿Hay imposición militar coercitiva? ¿Hay usurpación de recursos, con un control directo de los invasores? o ¿Hay sólo obligación de tributos? ¿De qué tipo son estos? ¿Se imponen costumbres, religión y aristocracias o jerarquías foráneas, y a qué nivel? Éstas son algunas de las preguntas que interesan para comprender lo que implica verdaderamente la conquista de un territorio. El enfoque arqueológico, con su búsqueda de evidencia material de estos procesos, puede aportar información que suple la falta de registros. Aunque los datos no sean siempre concluyentes, a veces la evidencia explícita sobre determinadas situaciones vale tanto como "una sola línea de un contemporáneo. Las evidencias han sido recabadas por el Proyecto Arqueológico Cuenca de Sayula, aunque este no tocó de lleno los terrenos del sitio arqueológico Cerrito de Santa Inés. La información presentada ahí se centra en la relación que pudieron tener las zonas productoras de sal de esta cuenca de Sayula cuya sede de gobierno fue Santa Inés, con los tarascos..."  

(Francisco Valdez y Catherine Liot, "La Cuenca de Sayula en la frontera oeste del estado Tarasco") 

 


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