martes, 25 de julio de 2023

 La conquista espiritual

del antiguo Tzaulan

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

La conquista de las tierras del occidente de la Nueva España, no sólo fue militar, también fue espiritual. Participaría la iglesia católica, en un primer momento con clérigos que eran designados por la Corona y que acompañaron las primeras expediciones, luego el clero regular dependiente de Roma se embarcó al nuevo mundo. Los ejércitos en sus campañas de exploración y conquista, llevaban capellanes o legos del clero secular asignados, con el fin de evangelizar a la población nativa de acuerdo al mandato de la corona española. Fray Bartolomé de Olmedo, de la orden mercedaria, y el padre Juan Díaz, fueron los capellanes de las huestes de Cortés. Estos clérigos podían predicar, incluso decir misa, pero no podían bautizar. El clero regular compuesto por las distintas órdenes, principalmente franciscanos, dominicos y jesuitas, en ese orden llegarían a la Nueva España, para fundar conventos, misiones, obispados, evangelizar y bautizar, previa petición de Cortés. El cristianismo católico era tan importante durante la conquista, que algunos de los soldados de Cortés tomarían los hábitos luego de tomar Tenochtitlán. Él (Cortés) y fray Bartolomé de Olmedo, se avocaron a iniciar el proceso de evangelización, dando muestras con su persona a los indígenas, y aún ante los mismos españoles civiles que lo acompañaron pues, incluso, varios de estos se hicieron religiosos más tarde, como Alonso de Aguilar quien tomó el hábito dominico y otros como Medina, Quintero, Burguillos, Escalante y Lintorno, que tomaron el hábito francisco y un Gaspar Díez, que se hizo eremita… Cortés, con su corazón altamente preocupado por la difusión del cristianismo en el espíritu de los naturales, requirió la presencia ya fuera de frailes dominicos o de la Orden de Frailes Menores de la Observancia, mejor conocidos como franciscanos, misma ésta que llegó a la Nueva España desde 1523 cuando, tres frailes de origen flamenco, enviados por el rey español Carlos I de España: fray Juan de Tecto, fray Juan de Ahora y fray Pedro de Gante, arribaron a la ciudad de México…el más conocido es Gante por la impresionante labor que hizo con los naturales y por el mérito que tiene, ya que siendo primo hermano precisamente del rey Carlos I, deja todo aquello a lo que tenía derecho en cuanto a lujos y bienestar, por venir a servir a Dios y a los lugareños de este nuevo mundo…El 17 ó 18 de junio de 1524 arriba a México la llamada Misión de los Doce. Habían salido de San Lúcar de Barrameda, a cuyo frente venía el muy devoto y ameritado fray Martín de Valencia, OFM…Con posterioridad fueron llegando nuevas remesas de frailes menores, lo mismo que de otras órdenes, es decir, dominicos y agustinos y más tarde, mercedarios, jesuitas y carmelitas descalzos. Aún siendo unos cuantos, los frailes se distribuirían por todo el territorio. Algunos los encontramos ya en 1524 en la región de Michoacán, en Zacatula, donde los encuentra Francisco Cortés de San Buenaventura, que llevaba con él al clérigo ya anciano, José de Villadiego. En ese lugar se unen a la expedición de Cortés San Buenaventura, fray Juan Padilla y Miguel de Bolonia, siguiendo con ésta hasta Nayarit sin detenerse en los pueblos de Ávalos. En 1531 volverían y recorrerían el señorío tzayulteco predicando, siguiendo al norte. No sería hasta 1533, durante la incursión occidente del ejército de Nuño de Guzmán, que volvería por segunda vez para fundar un convento de Tzapotlán y hacerse cargo de la región. Con vías hacia la evangelización del Norte en sus regiones salvajes, pasaron por tierras de la Nueva Galicia… entre otros, fray Juan de Padilla quien fundó un convento en 1533 en Tzapotlan y de ahí siguió para Tenamaxcatitlan, a Tlamatzolan (Tamazula), Tochpan (Tuxpan), Zaolan (Zayula), Amacuecan.


Fueron aquellos frailes, fray Juan de Bolonia y fray Juan de Padilla, quienes al decir de fray Antonio Tello, en su Crónica miscelánea, le arrebataron de las manos al verdugo que, por órdenes de Nuño de Guzmán, estaba torturando al caltzontzin Tangaxoan II, último rey indígena purépecha. Entre los frailes de vanguardia en tierras de la Nueva Galicia hay otros dos muy importantes: fray Antonio de Segovia y fray Juan de Badillo. Ambos tuvieron otros quehaceres en diferentes partes de este suelo, ocupados intensamente en la evangelización. En aquellos instantes, la Nueva Galicia era custodia de la provincia franciscana de San Pedro y San Pablo con sede en Michoacán…

De 1531 a 1548, los religiosos franciscanos asentaron varias casas monacales, la primera, en Tetlán (1531), de donde más tarde pasó a Analco y definitivamente al valle de Atemáxac en 1542. El mismo año de 1531 se hizo erección de convento en San Francisco, luego San Andrés-Axíxic; al año siguiente el de San Francisco Tzapotlan. En 1534, fray Francisco Lorenzo funda el de La Concepción Etzatlán. En 1536, se establecen los conventos de San Juan Bautista Tochpan (Tuxpan) y el de San Juan Bautista Teúl; en 1540, en el pueblo de San Juan Bautista Xalisco, antes Atemba; en 1542, el de San Francisco Xuchipilan; en 1546, el de San Salvador Autlán y en 1547, el del Dulce Nombre de Jesús Amacueca. Juan de Padilla y fray Juan de Bolonia predicaron a los pueblos de Ávalos durante la conquista. 

En Sayula, el asentamiento que se encontraba en Lomas de Santa Inés, pudieron haber levantado una nueva ermita y enseñado a los indios durante un tiempo en 1524 y luego en 1531 volviendo para consumar la evangelización en 1533, fundado el convento franciscano en Zapotlán, a donde acudía la gente de Sayula para ser bautizada. Durante la segunda incursión franciscana en 1531,75 posiblemente se fundó la doctrina de indios en el sitio del primer Sayula, Lomas de Santa Inés, que constaba de un pequeño templo y una morada para religiosos. Ya en la colonia, 1546, el templo se trasladaría al sitio donde hasta hoy se encuentra en el moderno Sayula, la Parroquia de la Inmaculada Concepción. Por su parte, el convento de san Francisco de Asís de Sayula fue construido hasta 1573. La doctrina de Indios de Sayula perteneció al convento de Tzapotlán hasta 1547, que se fundó el convento del Dulce Nombre de Jesus, en Amacueca, al que se adjuntó, hasta 1573, cuando la doctrina de indios de Sayula pasó a ser convento. 76 En una placa en el atrio de la Parroquia de nuestra señora de la Inmaculada Concepción en Sayula, se lee: Año de 1530 los religiosos fray Juan de Padilla, fray Miguel de Bolonia y fray Andrés de Córdova son los primeros que predicaron el evangelio en esta, entonces capilla de la Provincia de Ávalos. ¡Benditos sean!77 Dicha placa invita a una polémica, dado que, el lugar en que fray Juan de Padilla y sus acompañantes predicaron y levantaron la primera capilla, pudo haber sido Lomas de Santa Inés78; por otra parte, pudo suceder que en la coyuntura política de la reconquista de Nuño de Guzmán, los frailes hubiesen levantado en el lugar donde se encuentra la placa, en los entonces llanos de Altepetl Xomolsotyotl cerca de otro poblado indígena de la época citado por el acta apócrifa de la refundación de Sayula (Munguía Cárdenas); la capilla que se refiere, algo poco probable.79 Además, cabe señalar que, aún la región no recibía oficialmente el título de provincia en 1530 y lo más seguro es que fuera en el año de 1533 y no 1530 en que Padilla, Bolonia y Córdova predicaran en el antiguo Sayula, aún en el Lomas de Santa Inés. Esta placa en el atrio, junto al muro periférico de la parroquia de Sayula, fue construido apenas en 1950, lo que puede explicar la errata; que además, se extiende a una cruz labrada en piedra del siglo XVI, pues cita a la misma como símbolo de la aceptación del cristianismo por el rey de Sayula bautizándose con el nombre de Hernando Cuantoma. La cruz tiene grabada la fecha de su construcción en la base que reza 8 de octubre de 1578 (año que se construyó el hospital de indios de Sayula, donde ésta cruz originalmente se encontraba) por lo que no es contemporánea de Padilla y Bolonia. En contraste, Beaumont, en sus Crónicas de Michoacán, menciona a Cuatomac rey de Sayula, como ya se dijo, bautizado y colaborador de fray Juan de Padilla en la evangelización del señorío tzayulteca, en 153380; para 1578 que se construyó la cruz citada, habían pasado ya 45 años. Aún así, la interpretación de los símbolos labrados en la base de la cruz, podrían esclarecer esto, dado que se aprecia la representación de un cacique sentado en su silla de mando frente a unos símbolos a los que extiende la mano. En cuyo caso, sería claro que 42 años después se omitió la figura de doña María Copaxa, como señora de Sayula, quién en 1536 vendiera a Alonso de Ávalos las tierras de la Hacienda de Amatitlán.81 La conquista espiritual incidiría de forma importante en el sincretismo que recompondría la identidad regional del señorío tzayulteca ya para entonces nombrado por los españoles pueblos de Ávalos. La crueldad del conquistador contrastaría con la vocación de la orden regular de los franciscanos, quienes, tratando de emular las hazañas de los primeros proselitistas cristianos, soñaban con comunidades cristianas en el nuevo mundo análogas a las formadas por los apóstoles de Jesús en el siglo I. Los indígenas por su parte, tuvieron que adaptarse a la nueva fe sin ceder completamente, cuentan las crónicas que estos seguían con sus prácticas paganas aún luego de ser bautizados. La lengua tzayulteca, establecida por el antiguo régimen indígena en el señorío, terminaría por desaparecer tras la prédica de los franciscanos en náhuatl y posteriormente la implantación del náhuatl primero y más tarde el español o castellano como lenguas dominantes. Aunque ésta, el zayulteco, se perdería totalmente, salvo algunas palabras que terminaron por no comprenderse en su cabalidad dos siglos después… 


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