martes, 14 de noviembre de 2023

 El Ánima de Sayula, su leyenda y su verdad

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

El Ánima de Sayula es una obra satírica en verso que vio la luz en la década de los setentas del siglo XIX. Original del abogado michoacano don Teófilo Pedroza, nacido en Zamora Michoacán en 1833, quién se avecindó en Sayula probablemente en 1870 por cuestiones de trabajo. Según su hijo, era asistente de juzgado y trabajó en distintos pueblos de Jalisco y Michoacán. 

      Si uno consulta la fecha de cuándo fue escrito el poema El Ánima de Sayula, en internet, las fuentes oscilan en un periodo de 30 años; es decir, algunas dan como fecha probable 1871 y otras  finales del decenio de 1890 y principios del  1900. 

    Todas las fuentes previenen acerca de que, es un dato aproximado. Sin embargo, la fecha de nacimiento de su autor y el contexto en el que supuestamente se escribió, siendo este un dependiente de la oficina de un juzgado, no coinciden con una fecha cercana a principios de del siglo XX, pues ya Pedroza para entonces estaba cercano a cumplir 70 años. La fecha de 1871 cuando el autor tenía 40 años, es más creíble.


     Si bien don Teófilo pudo haber escrito el poema después de los sesenta años de edad recordando sus aventuras juveniles, tales aventuras debieron ocurrir entre 1843 cuando tenía 20 años y 1873 cuando tenía 40 años de edad, incluso podría haber vivido la experiencia en su madurez a los 50 años en 1883, pero; en todo caso, los personajes reales a los que se les atribuye un papel en la historia en verso del Ánima de Sayula, no coinciden en el tiempo en este pueblo con el escritor Michoacano. 

Cuenta la leyenda del escritor del ánima que, Teófilo escuchó de supuestos vecinos de Sayula, un boticario bromista al que se ha identificado erróneamente  con Blas Mejía Granados, don Blasito, personaje real oriundo de Tonaya quien llegó a Sayula procedente de Colima para encargarse de una botica en 1887; caso el cual, no concuerda cronológicamente con la supuesta estancia en Sayula del autor del poema. 

También se habla de un peluquero de nombre José, quien le jugará una broma planeada junto al boticario, a su compadre de nombre Apolonio Aguilar de oficio trapero (oficio desconoció en Sayula, quizá producto de la imaginación de Pedroza). De José Arreola, persona real de ese tiempo al que se identifica con el personaje del poema "El compadre José", tampoco hay datos que lo relacionen con la probable fecha de la estancia de Pedroza en Sayula. 

        Apolonio Aguilar  el personaje real  que con cuerda con el ficticio en el poema de Pedroza, no parece tener nada que ver con una anécdota real de ese tipo en ese tiempo. El Apolonio Aguilar real, era familiar de san Rodrigo Aguilar y de una familia acaudalada de Guadalajara del siglo pasado, dueños de las Industrias Aguilar, que hicieron fortuna en Sayula antes de asentarse en la capital del estado y vivieron allí en el último tercio del siglo XIX. La  familia Aguilar eran originarios de Tapalpa de donde llegó después de la supuesta estancia de Pedroza en Sayula. 

El peluquero se disfrazó, según el poema,  de ánima en pena, según el plan acordado con el boticario, para acudir a la cita en el panteón donde aquella anima en pena estaría dispuesta a darle un tesoro en monedas de oro a aquel que la enfrentara a media noche en las puertas del cementerio, que en aquel entonces debió de ser el panteón La Soledad, al lado del convento franciscano del santuario de Guadalupe; culminando la broma con la huida del bromista y la frustración del burlado machete en mano. 

    Esto dio origen, según la leyenda, al poema satírico de Pedroza. El poema, en un principio sólo se conocía en Michoacán, incluso se había vendido, llevando la sátira al extremo, como la novena del ánima de Sayula, en los atrios de algunas iglesias michoacanas. En 1924 es traída la décima burlona a Sayula, por los soldados del 38 regimiento de caballería que arribó al municipio, de Zamora, Michoacán; produciendo la indignación de los sayulenses, ocasionando riñas y hasta uno que otro muerto, pues los versos se consideraban ofensivos para la gente de Sayula. 

     Algunos arriesgaron su vida o la perdieron por defender el honor del pueblo frente a la burla homofóbica que representaban esos versos; hasta que, lo gracioso del poema satírico y el estilo popular en que estaba escrito, sedujo a los menos quisquillosos que hasta los memorizaron compartiendo el sarcasmo humillante que terminó grotescamente como "leyenda" local y símbolo de un festival anual de la comunidad LGBT…en el siglo XXI en Sayula ¡Increíble! Dado la homofobia implícita en la obra.

La información sobre el autor y el origen de la obra, dónde y aproximadamente cuándo fue escrita, se atribuye al hijo de Teófilo Pedroza, quien en entrevista supuestamente se la proporcionó al periodista y escritor Armando Jiménez en 1950. Pero la versión tiene sus inconsistencias pues si aún vivía el hijo de Pedroza en esas fechas entre 1950 y 1960, era un hombre muy mayor cuyo padre había nacido  120 años antes de tal entrevista  

Todo esto en torno a la obra, pese a poner en duda la versión de que haya acontecido reamente el hecho que cuenta el poema en Sayula, y no en la cabeza de su autor, incluidos los personajes del mismo, no ha mermado su difusión y adopción de la misma como valor de identidad; algo grotesco pues se asegura es una leyenda que cándidamente se le representa teatralmente para los turistas y es negocio que promete en el mercado del turismo (incluso sexual el día del desfile anual del ánima). 

El ánima de Sayula y el municipio mismo así se ven desde fuera, por el renovado entusiasmo al respecto de lo políticamente correcto en el actual contexto contemporáneo de valores; juzgue usted:

"En 1960, el escritor y folclorista Armando Jiménez incluyó los versos completos, editados en una versión personal, en su famosísimo libro "Picardía Mexicana", lo que dio mayor difusión a esta recitación que de manera humorística narra las desventuras de Apolinio Aguilar, un habitante pobre de esa cabecera municipal, quien decide recurrir a un ánima que aparecía en el cementerio y otorgaría un supuesto tesoro, a quien hablara con ella.


Debido al giro que tiene el final del cuento, que no mencionaremos aquí para no arruinar la sorpresa a los lectores, "El Ánima de Sayula" no era del agrado de los sayulenses, animadversión que duró muchas décadas.


Sin embargo, actualmente el ánima es omnipresente en la cultura de Sayula, y lo mismo la encuentra uno en una paletería, en libritos con los versos completos para venta al turismo, en esculturas y hasta en una excelente cerveza artesanal de ese nombre que se fabrica allá mismo.


El origen del poema humorístico no es jalisciense. Su autor fue el michoacano Teófilo Pedroza, quien era abogado y se avecindó en Ciudad Guzmán (Zapotlán el Grande, como algunos prefieren llamarla), de donde se mudó, luego a su tierra natal, donde en 1871 escribió su famosa obra y empezó a venderla en forma de cuadernitos.

     Pedroza solía componer calaveras en Día de Muertos, donde hacía mofa de los personajes de la vida pública local. Basó su obra cumbre en una broma que, se dice, urdieron el peluquero llamado José Arreola y un boticario de quien se sabe que se llamaba Blas, quienes habrían engañado a un ropavejero muy humilde llamado, efectivamente, Apolonio Aguilar, con el cuento de que un fantasma le entregaría riqueza si iba a verlo a medianoche en el cementerio de Sayula.

Se dice que el final de la aventura de Apolonio Aguilar fue muy diferente al de los versos, pues el asustado fue el hombre que hacía de fantasma, quien huyó del lugar al ver el amenazador machete de Aguilar sacó al momento de su aparición.

Toca a usted averiguar el cómo termina el cuento y por qué lo tomaban con mal ánimo los sayulenses. Es seguro que se divertirá en el trance." Metrópoli, medio de Guadalajara, Jalisco.


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