martes, 19 de diciembre de 2023

 Política y violencia, el derecho a defenderse o el ojo por ojo…

"Quien piensa en vengarse, primero debe cavar dos tumbas"

Proverbio chino 

Por Rodrigo Sánchez Sosa

Algunas personas consideran a esta columna un exceso  en sus críticas incisivas al gobierno en del municipio, que bien podrían confundirse con violencia desde esta tribuna pública al ayuntamiento en turno y su titular.

En el sentido profundo del concepto "violencia", estas críticas contenidas en estos trabajos semanales para su semanario Horizontes, tendrían fundamento, más tal, no representaría demerito alguno a las mismas. Efectivamente la crítica es una forma de respuesta violenta al igual actuar del poder que usa la violencia como método de imposición política o social de intereses de grupos privilegiados que abusando del poder para impunemente volverse más poderosos. Exhibirlos  en sus contradicciones, cinismo, dolo y hasta actuar al margen de la ley no solo es una tarea aséptica de señalamiento adolecente de una carga violenta. Por el contrario en una postura de máxima indignación por el actuar fraudulento, corrupto, cínico e injusto de quienes tienen el poder político, no puede prescindir de la violencia legítima, que no necesariamente llega el extremo de dañar físicamente. 


Habrá que explicarse qué es la violencia para entender el concepto, el origen y el grado en que esta se manifiesta; pero, lo más importante cuestionarse la justicia en ello, el derecho a la misma y su pertinencia. ¿Es la violencia un derecho cuando se ejerce en defensa propia? Como víctimas, todos los sayulenses de la violencia del actual ayuntamiento, tenemos frente a su poder, impunidad y cinismo devolver afrentas a pelado a la violencia, pero ¿Qué es violencia en este sentido socio-político del término?

      "Al estudiar la violencia como fenómeno humano, resalta su constante aparición, en mayor o menor medida, en las más diversas sociedades, en las circunstancias más variadas y que trasciende las coordenadas de tiempo y espacio. A pesar de ello, la violencia como acción no es frecuente y la mayoría de los seres la ejercen cuando han agotado otros recursos. 

         En su Diccionario de política, Norberto Bobbio define a la violencia como: "la intervención física de un individuo o grupo contra otro individuo o grupO". La violencia conlleva una intervención física y una intención: destruir, dañar y/o coartar. Hay violencia cuando se actúa directamente, pero también cuando se hace uso de medios indirectos destinados a alterar el ambiente físico en el que se encuentra la víctima por medio de la destrucción, el daño o la sustracción de recursos materiales y pecuniarios. En este sentido descriptivo, la violencia puede considerarse como sinónimo de fuerza.  

       La violencia es un concepto muy amplio que no solamente incluye la fuerza o coacción de cualquier tipo llevado a cabo por los sectores marginados de la sociedad -sean estos grupos de presión, criminales o simplemente monopolios del mercado económico o político-, sino también los sistemas legales de presión o control. Se trata, por tanto, de todo tipo de fuerza empleada para obligar a otros a realizar acciones concretas, aceptar imposiciones, seguir directrices o prestar colaboración, pero todo ello para conseguir fines determinados. 

        Aun así, el ámbito de la violencia es muy amplio, ya que incluye tanto el uso de la fuerza por la autoridad legalmente constituida, aunque sea para el bien de la comunidad, como el uso de la fuerza por grupos minoritarios para sus propios fines, que pueden o no ser de interés para la gran comunidad. 

       La violencia, guerra y muerte de hombres por hombres es la característica más negativa de la historia. Desde su inicio, el progreso del hombre no se ha debido a la lucha y a la violencia, sino a la observación y al compartir. La violencia no es el triunfo del músculo ni de la bala, es la derrota de la cultura. La cultura hace al hombre y el hombre a la cultura, mientras que la violencia es la anticultura; sin embargo, para erradicarla es necesario su estudio e investigación. 

       La violencia consiste siempre en la acción que un hombre o grupo de hombres ejerce por medio de estructuras sociales o políticas, a través de la imposición de patrones no comunes de comportamiento y de cultura, o directamente, sobre otros hombres. Es una acción que pretende someter a uno o varios hombres a una intención ajena a su voluntad, pero no siempre reconocida por las víctimas. En las teorías elaboradas recientemente para explicar la violencia en la convivencia humana, destacan dos tendencias: la que vincula la aparición de las acciones violentas a los sentimientos de frustración (en esta interpretación la violencia tendría su raíz en la masa de protagonistas frustrados), y la que asocia la violencia a la ambición o deseo de conquistar el poder (desde este punto de vista, la minoría que busca el poder impulsa y manipula las acciones violentas). 

        La violencia es el resultado natural de una situación de injusticia y opresión de unos seres humanos sobre otros, o del Estado sobre los individuos, colectividades o grupos sociales cuando actúa en el ejercicio ilegítimo o en el abuso del poder, expresados mediante hechos de carácter compulsivo que pueden llegar hasta diversas manifestaciones de la fuerza bruta, o mediante diversas formas de coacción psíquica, moral o técnica, ejercidas personal o colectivamente. 

    El deterioro del empleo, el ingreso, el consumo, los servicios públicos; la insatisfacción de necesidades básicas de alimentación, vivienda, salud, educación, información y participación; así como la generalización de la pobreza y carencias múltiples, conllevan al crecimiento de la impotencia individual y social, apatía, marginación, desorganización social, criminalidad, inseguridad y violencia. 

      La desigualdad económica, política y social suele generar violencia. Esto ocurre cuando el sistema social establece objetivos y metas asequibles en teoría a toda la población, pero en la práctica reservados al grupo de privilegiados. El contraste de la distribución de poder, riqueza y prestigio y la ineficacia efectiva de los cauces institucionalizados de protesta crean tensiones, descontento, movimientos protestatarios de rebeldía y violencia. Consecuencia de esto será la pérdida de confianza en el sistema y la negación de su legitimidad. Es decir, la mayoría de los gobiernos cuentan con el apoyo de sus pueblos a no ser que cometan errores o abusos que justifiquen el descontento de la comunidad. Cuando estos errores o abusos suceden de manera frecuente, el pueblo retira su confianza del poder constituido; entonces aparece la violencia como problema político que, si bien no resuelve los problemas, al menos demuestra de manera clara la falta de legitimidad de ese gobierno." (Rosendo Bolivar Meza.)


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