martes, 19 de diciembre de 2023

 EDITORIAL: Alimentando a la bestia

Mary Shelley en la novela "Frankenstein; o, el moderno Prometeo" presenta un ser hecho de partes de humanos y el cual cobra vida, que aprende, que siente, que busca, necesita y no se satisface. Esto, tiene un paralelismo lógico y simbólico con la IA (Inteligencia Artificial) pareciese una premonición de la ruta que sigue la raza humana en la vida. Ambas entidades, son construidas de partes proporcionadas por sujetos que aportan una parte de sí. Se genera una relación simbólica y extraña por sus semejanzas entre sus creadores y lo creado, por la responsabilidad que implica la ética de los fines que cada inventor propone.

Cuando asomó la primera microcomputadora, apareció un ser maravilloso, casi mágico que permitía realizar las tareas en minutos cuando antes llevaba días y hasta semanas hacerlas. Luego con el avance y alcance económico de las familias, se pudo tener a la mano para mejora de las propuestas de trabajos, los cuáles se hicieron más profesionales y con menos errores. No se diga más, cuando las redes de internet estuvieron al alcance y surgieron las páginas que ofrecían información de varios niveles, los escolares gozaron de más tiempo en la holganza, las tareas pasaron a ser un "copiar y pegar" de artículos presentados en diferentes textos, muchos de éllos con errores y falsos; surgieron los programas interactivos y los juegos que alcanzaron exponenciales números de participantes. Ahora se hacen intervenciones quirúrgicas a distancia, clases de manera virtual, universidades que ofrecen todos los niveles académicos mediante internet y lo que usted pueda imaginar.

Así como surgieron los procesadores de texto y las páginas de bases de datos, hace su aparición la Inteligencia Artificial al alcance ciudadano. Cualquier tema, cualquier autor, consulta, resumen, extracto, información, diálogo, dibujo, fotografía, diseño, sugerencia y ocurrencia, la puede usted concretar con los programas de esta técnica. Hay ya en la red varias plataformas que son accesibles y gratuitas para interactuar. Ya Xóchitl Gálvez no tendrá que plagiar tesis y podrá contabilizar sin error los porcentajes que tiene de sus empresas, ahora podrá elaborarlas a base de preguntas y copiar las respuestas.

Los argumentos van desde las ciencias humanas hasta las técnicas más avanzadas y matemáticas de alto nivel.

 


El futuro de la humanidad en la Inteligencia Artificial.


Algo que no le dicen, es que usted al preguntarle al programa tendrá que utilizar un lenguaje adecuado, sintaxis correcta y datos precisos, pero al interactuar todo lo que cuestione servirá para alimentar los registros del programa y que pasan a ser propiedad de la empresa que le facilita el uso del programa. 

En Facebook, Instagram, Tik tok y todos los programas sociales, reciben información de usted, de sus gustos, preferencias, lugares, mascotas y familia. Y es utilizada para ventas, encuestas, anuncios y programas sociales y políticos.

En la IA, no sólo se quedan con los datos, usted les regala parte de su desarrollo intelectual, por eso menciono al inicio de esta aportación que hay un paralelismo entre Frankenstein y la IA, porque se integra con partes humanas. Ese es el monstruo que alimentamos y que es voraz e infinito.

De los tipos de IA que existen se clasifican en 5: 

1. Sistemas expertos. Emulan las capacidades de un administrador experto en la toma de decisiones; utiliza reglas lógicas, hechos relevantes, leyes y normas, se adapta y aprende con el tiempo y siempre tiene en la memoria todos los datos para interactuar con el entorno.

2. Redes neuronales. Imitan al cerebro humano, aprende patrones del comportamiento, inferencia e interpretación de resultados.

3. Deep Learning. Construida por muchas capas de redes neuronales, sirve para "aprender" dentro de la Inteligencia Artificial, pronostica modelos y define las jerarquías de los datos.

4. Robótica. Suplantación del humano en cuestiones físicas e intelectuales.

5. Agentes inteligentes. Perciben su entorno, diagnostican el medio, razonan, toman decisiones, ordenan acciones, aprenden y recuerdan, y van en crecimiento tanto en conocimiento como en autonomía.

Lo que piensa el que escribe esto, es que jamás podrá un robot sentir nostalgia ni amará tanto como un ser que nació para amar y ser amado; y si alguien lo ama, no se dará cuenta porque no tiene sentimientos.


Moises Zepeda Gomez./ Para Horizontes

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