martes, 13 de febrero de 2024

 Los oficios durante la colonia

 española en México

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

Tras su llegada a México-Tenochtitlan, los españoles observaron que los artesanos de la gran urbe mesoamericana habitaban con los de su oficio una zona predeterminada de la ciudad. Estos trabajadores habían aprendido de sus ancestros la habilidad y perfección de sus saberes.  Con la llegada a América de técnicas europeas de albañilería, carpintería, fundición, entre otros oficios, los indígenas se instruyeron en ellas. En un principio pudo observarse como una fusión de conocimientos que beneficiaría a la producción en estos lares, pero en la práctica también fue un dolor de cabeza para las autoridades.

Ante la variopinta forma de realizar ciertos encargos, se tuvo que reglamentar cómo debería hacerse tal o cual tarea. Como árbitros entre la sociedad y el cabildo fueron nombrados los individuos más capaces de los diferentes oficios, naciendo así los primeros gremios americanos y las primeras ordenanzas a partir de 1542, de acuerdo con el historiador Manuel Carrera Stampa, quien también indica: "Los gremios se constituyeron cada día como cuerpos cerrados, celosos de sus privilegios y mantenedores recalcitrantes de la exclusivista y jerárquica separación entre aprendices, oficiales,  maestros y veedores, teniendo como base una odiosa diferenciación clasista".


El gobierno de Nueva España llegó a trabajar con más de doscientos gremios, varios lo suficientemente poderosos como para colocar en el cabildo a sus miembros y así obtener ventajas económicas y reglas favorables. Esta participación política contribuyó a la diferenciación racial y social de dichos grupos, condición que prevaleció durante la colonia.

En las últimas décadas del siglo XVIII, los otrora poderosos gremios recibieron críticas durísimas por parte de empresarios y de los mismos funcionarios de la Corona, quienes tras las reformas borbónicas veían en esas agrupaciones defensoras de tasas, leyes y costumbres antiguas un despropósito para la productividad y la actividad mercantil libre.

Gaspar Melchor de Jovellanos, fiscal de la Junta de Comercio y Moneda, sostuvo en 1785 que había que otorgarse libertad absoluta de trabajar en cualquier arte u oficio sin sujeción a preceptos rigurosos y restrictivos. Según Carrera Stampa, "el derecho al trabajo alcanza, para Jovellanos, tanta extensión como el de vivir".

Será hasta el México independiente que estas antiquísimas instituciones desaparecerán y de a poco los barrios de los oficios también. 

("Oficios, gremios y barrios en la Nueva España" Gerardo Díaz. https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/oficios-gremios-y-barrios-en-nueva-espana)

 Llegan los oficios a las colonias en América y ya para 1524 había gremios organizados en la Nueva España, según Carl  Sauer, Alonso de Ávalos natural de extremadura en la provincia de Badajos, encomendero de los Pueblos de Ávalos avecindado en Sayula, fue en la ciudad de México por 1525,  el principal del gremio de sastres y calceteros de esa ciudad.

Los Herreros en las colonias

En las huestes conquistadoras iban artífices, de los que muchos se asentaron para ejercer sus trabajos, amén de que llegaron otros de la Península pero que, por lo general, nunca fueron suficientes para cumplir con los trabajos encomendados, especialmente donde la población india quedó muy diezmada o desapareció, con lo que no pudieron tomar el relevo de los peninsulares. Esto obligaba a continuas solicitudes de artífices a España. Uno de los lugares que más problemas planteó por falta de ejercitantes de diferentes oficios fue Tierra Firme, donde el gobernador Francisco de Barrionuevo, en 1535, puso de manifiesto la necesidad de gentes de todos los oficios, por lo que para asentarlos en dicha tierra se les daría el coste del pasaje, la exención de almojarifazgo y la comida durante dos años; y si aun así no se conseguían, pedía que se recurriese a soldados . Es más, debido a la necesidad existente, se les permitió llevar seis esclavos (herrador, herrero, cantero, carpintero, albañil y tejero) para trabajar en los presidios y fortificaciones, aunque antes debían ser examinados de sus oficios en la casa de Contratación. Situaciones semejantes se dieron en otros muchos lugares; así, en 1558 se daba licencia a Rodrigo Gómez, vecino de Asunción, para que pasara con 12 oficiales cerrajeros, carreteros y especialistas en hacer cal y ladrillos. También para Tierra Firme, en 1574, se daba permiso al procurador Diego García para que llevara ocho oficiales espaderos y cerrajeros.

 Una de las mayores demandas, sobre todo en el XVI, fue la de oficios artísticos, en los que los indios demostraron pronto su capacidad de aprendizaje y adaptación…

(" La enseñanza profesional en el mundo colonial" Jesús Paniagua Pérez, Revista 8, pmd 16/08/2007 pp 81)

…el caso de Hernán Cortés, de tras cuya muerte se hallaron entre sus bienes todo un conjunto de utensilios que nos permiten manifestar que disponía de un buen taller del oficio en Cuernavaca; sin olvidar que a él deben las primeras ordenanzas gremiales de América para los herreros y cerrajeros, en 1524. (Ibídem. Pp 88)

Producción textil en el Nuevo Mundo. 

Desde tiempos remotos y en diferentes latitudes del mundo han existido los filamentos tejidos que llamamos textiles. Quizá su hechura se remonta a cuando el hombre trashumante torció las fibras vegetales que encontró en su entorno: bejucos, lianas, varas arbóreas flexibles, juncos, espadañas, etc., para atar sus escasas pertenencias y así facilitar su transportación. Las cestas, trampas para caza y pesca (nasas), hamacas, petates, ayates y capotes de palma tejidos con fibras suaves o semiduras susceptibles de hilarse y entrelazarse, se consideran textiles, En un principio, estas se trabajaban con los dedos y con urdimbre suelta.

Algunos investigadores sitúan el surgimiento del  textil en fechas anteriores al de la cerámica, lo que lo ubicaría como la más antigua de artesanías. De acuerdo con su desarrollo, los grupos humanos requirieron proteger sus cuerpos de las adversidades climáticas o quizá a la escasez de pieles apareció vestido. Éste, conforme avanzaban las sociedades, evolucionó hacia el tejido de fibras más suaves como el pochote, el algodón silvestre, el ixtle, etc., para cuyo manejo se elaboró un telar rudimentario llamado "de marco", que se transformó en el telar de cintura. Ambos se utilizan aún y merced a la capacidad y habilidad del ser humano se han podido realizar tejidos  de mayor tamaño y complejidad técnica.

 Además de su sentido utilitario, la indumentaria permite la identificación étnica social, económica cultural de sus portadores  A su llegada al continente americano, los invasores europeos encontraron la elaboración de textiles en un estado impresionante de desarrollo. Los misioneros-historiadores y los viajeros del siglo XVI han dejado constancia de los atuendos de aquella época. Quizá los más acuciosos en sus descripciones sean fray Bernardino de Sahagún y fray Diego Durán. También en los códices, en los pictogramas y en la estatuaria encontramos gran información sobre los atuendos de las diferentes culturas que poblaban el continente. Es muy temprano, en el siglo XVI, cuando se producen un gran cambio en la indumentaria de los pueblos nativos, por razones moralistas propias de las concepciones religiosas y culturales de los conquistadores.  Como sabemos, la mayoría de los hombres sólo vestía un máxtlatl, especie de paño, de ixtle para uso popular y de algodón para las clases altas, que "cubría sus vergüenzas" -el cual se sujetaba a la cintura y pasaba por la entrepierna-, y un lienzo llamado tilmatli, confeccionado en los mismos materiales que el máxtlatl, que se ataba al hombro y servía para desempeñar diferentes actividades  como la pizca, el transporte de carga, etc.

Las mujeres del pueblo vestían una especie de falda llamada cueitl y generalmente llevaban el torso descubierto; en algunos casos usaban una faja para sujetar las enaguas. En muchas ocasiones usaban el  mamalli, prenda que servía tanto para cargar a los niños como para transportar todo tipo de objetos.

Sólo a personajes de las altas jerarquías militares, religiosos o sociales se les permitía vestir ropas de algodón más elaboradas y ricamente ornamentadas con plumas, pelo de conejo y filamentos de gusanos  como el de madroño. Las mujeres de las clases altas utilizaban huipiles y se dice que el llamado quechquémitl era un atuendo reservado a las divinidades y a sus servidoras. El uso indebido de estas prendas podía  costar la vida a los transgresores; por ejemplo, los macehuales no podían usar ninguna prenda elaborada con algodón, so pena de muerte. A partir de la llegada de los españoles a América se obligó a los indígenas a cambiar su indumentaria. A las mujeres se les cubrió el torso con blusas confeccionadas y comenzaron a utilizar las enaguas de pretinas y los delantales. La indumentaria indígena contemporánea, sobre todo la femenina, sigue conservando, más de 500 años después, sus  viejos cueitl, huipiles y quechquémitl, fajas y mamalli, algunos adornos para el cabello, collares y aretes, A los hombres se les impuso el uso de pantalones y camisas; se mantuvo el uso de la tilma, que se transformó en el gabán y en la faja -como derivación del máxtatl-, que se utilizaba como ceñidor o cinturón.

 


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