lunes, 23 de julio de 2018

Especial para Horizontes...
La arquitectura en Sayula,testigo 
insobornable de la Historia
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

La paráfrasis que da título a este texto, usada por el poeta Octavio Paz alguna vez, para hacer una denuncia velada a la depredación del patrimonio arquitectónico de México; ajusta perfecto a lo que, desde hace mucho, quizá 60 años, pasa en Sayula. En nombre de "la modernidad" y apelando al derecho de propiedad individual, el patrimonio arquitectónico del municipio se pierde irremediablemente. La semana pasada se denunció en este mismo medio, el caso del frente de la finca ubicada en la esquina de M. Ávila Camacho y V Carranza, lo que fue por muchos años la Ferretería Reforma, anteriormente propiedad del finado don Federico Munguía Cárdenas Cronista emérito del municipio, que en paz descanse. Desconocemos hasta este momento la finalidad de la intervención y su adecuación al estilo de la finca; esperamos, por tratarse de esa propiedad, que no se sino una falsa alarma en este respecto. Esta finca de un estilo neoclásico de finales del siglo XIX corresponde su resguardo al INAH y debe estar contemplada en el reglamento municipal para ese rubro a cargo de Obras Públicas del municipio. Pero no es la única y lamentablemente en esos casos, ninguna de estas dependencias evitó la pérdida irreparable del patrimonio arquitectónico de Sayula.  Varias fincas antiguas, incluso secciones de portales, se han modificado inadecuadamente a lo largo de los años en el municipio (Incluso se vendió ilegalmente parte de una plaza pública); apelando a la modernidad y a la propiedad privada de estas las han demolido, trasformando sus ventanas en puertas o a la inversa; añadiendo cortinas metálicas o sustituyendo su cantera antigua en la fachada y en el peor de los casos violando su integridad estilística, en el colmo de la barbarie, mezclando sus formas con estilos contemporáneos, algunos de pésimo gusto. Toda esta barbarie e irresponsabilidad de la autoridad competente, incluyendo la propia arquitectura mala, habla de nuestra cultura como municipio, de nuestro gusto estético, de nuestro contexto histórico, de nuestra ignorancia. Lamentablemente en esta coyuntura histórica del país, creemos que todo se debe someter a consulta pública; el caso más emblemático al respecto en Sayula es el Centro Cultural el Páramo, inconcluso. Allí se palpa lo poco de entendimiento en esta materia. Hay asuntos que la consulta pública no puede definir, sería como convocar a plebiscito el pagar o no pagar impuestos. El arte tiene la finalidad de elevar el espíritu del pueblo no de normarse por la opinión común masiva de una ciudadanía muy poco versada en este tema. Como en el caso de los impuestos, sería contra producente. En Sayula se escribe, en la mala arquitectura contemporánea el retrato de lo que somos, con detalles mínimos; decimos "si" a intervenciones bárbaras de inmuebles históricos y  "no" a una obra como el Páramo reconocido por peritos en la materia. Eso habla de lo que somos como sociedad contemporánea. Historia y Arquitectura, así ha sido en el devenir de México. Permítaseme fundamentarlo con los textos siguientes:
  "Es el siglo XIX, para la historia de México, un siglo axial, en el que tienen lugar acontecimientos políticos de extrema importancia, que van a ser determinantes en las formas de vida y en las formas culturales. En el primer cuarto del siglo tiene lugar la guerra que culmina con la independencia de la corona española, de los territorios que colindaban al sur con la Capitanía General de Guatemala y al norte con la Luisiana y las antiguas posesiones inglesas que habían dado origen a partir de 1782 a los Estados Unidos de Norteamérica. Años más tarde, la guerra de Texas, que trae como consecuencia la trágica pérdida de gran parte de las Provincias Internas de Oriente y de Occidente reduciendo el territorio nacional a poco menos de la mitad en su superficie; el establecimiento del Segundo Imperio por el archiduque Maximiliano de Austria con el apoyo de Napoleón III de Francia, el triunfo de la República, la Reforma y la interminable serie de luchas y de revoluciones internas, que culminarían con la instauración de la dictadura del general Porfirio Díaz al declinar el siglo. Es este el tiempo en el que se desarrolla una arquitectura en la cual se verán reflejadas todas esas circunstancias históricas.
Haciendo un poco de historia, el rey Carlos III, por cédula del 25 de diciembre de 1783, estableció la Real Academia de San Carlos de la Nueva España, que propiciaría el fin del mundo barroco, para dar lugar al arte neoclásico. Las inmensas riquezas de las minas y la consolidación de los antiguos mayorazgos fundados en el siglo XVI, que impulsaban la producción agrícola y ganadera, harían que la Nueva España alcanzara su cenit, al finalizar el siglo XVIII, bajo el reinado de los Borbones que, por otra parte, no eran ajenos a la influencia cultural venida de Francia a la Corte de España y que se extendería más tarde en sus dominios allende los mares." (Prólogo del Arquitecto Juan Urquiaga Blanco a "Siglo XIX: Arquitectura porfirista" de A. Piña Dreinhoffer. Los comentarios entre paréntesis son míos.) 

"…La arquitectura neoclásica concluye en México con la consumación de la Independencia, extendiéndose su influencia en los años inmediatos posteriores, ya que los maestros de la Academia y sus discípulos se hacen cargo de las edificaciones que se realizan… Es preciso también señalar, que en estos años el liberalismo de la Reforma, traería consigo por razones de orden estrictamente político, la demolición de los antiguos conventos, con ello… tratando de acabar inútilmente con cualquier vestigio de la cultura que le había precedido. Fue aquella una época de crisis, en la que después de las innumerables luchas, el clima era poco favorable para el desarrollo de las artes (contexto parecido al actual, en medio de una guerra contra le narcotráfico). Las viejas raíces culturales se habían roto en 1821; no existía un estilo propio y la filosofía positivista (Hoy la neoliberal) con sus nociones de simplicidad y de universalidad dominó el paisaje cultural mexicano hasta la caída de la dictadura de Porfirio Díaz en el año de 1911. Todos estos factores abonarán el campo para el desarrollo de un eclecticismo (Modo de juzgar u obrar que adopta una posición intermedia, en lugar de optar por soluciones definidas) que va a marcar definitivamente la producción arquitectónica de esa época… Esta postura romántica, en la que se deja sentir una nostalgia por el pasado, haría posible que del neoclásico (casonas del periodo en Sayula como la de don Ignacio Vázquez Bravo, la levantada sobre el terreno del antiguo Hospital de Indios y los portales Libertad y Galeana) se pasara al neoprehispánico (no existe este estilo en Sayula), al neoislámico (El Parían en Sayula), al neobizantino (no hay en Sayula), al neorrománico (No existe en Sayula) y el neogótico (Portal Colón) en todas sus modalidades. Paralelamente, se desarrolla el llamado Art Nouveau (Frontispicio del Palacio municipal de Sayula y ala oriente del portal Allende) con un sentido básicamente decorativo. Es muy fácil distinguir las variadas raíces estilísticas de la arquitectura de esta época.
El neoclasicismo, bajo cuyo signo se presenta la arquitectura en México desde el último cuarto del siglo XVIII, no se extingue con la consumación de la Independencia. Por el contrario, convertida en un símbolo de la autonomía nacional, y enfrentado al valor que recordaba la época colonial, perdura considerablemente como representativo de la nacionalidad nueva. Sin embargo, esta segunda etapa no es, ni con mucho, tan fecunda como la primera, por la ausencia de arquitectos notables y, principalmente, por el escaso propósito de construir en los primeros años después de la Independencia, no propicia para la creación arquitectónica, ya que los problemas de carácter político ocupan el primer plano de la atención en México (como hoy). Cortado definitivamente el sistema colonial, hay una total postración económica agravada por el desorden y el derroche de los reducidos medios disponibles (corrupción, como hoy). Las alternancias de federalismo y centralismo y la incertidumbre dan el signo de la época, situación extremada por la política expansionista de los Estados Unidos, que hace a nuestro país víctima de la pérdida de inmensos territorios en 1847. Las luchas entre conservadores y liberales, la Reforma y el Segundo Imperio hacen que continúen las mismas condiciones: de este tiempo no es posible encontrar sino manifestaciones arquitectónicas aisladas, sin conexión estilística entre ellas y que repiten constantemente las mismas soluciones (como hoy, al menos en Sayula). Si la arquitectura de una época es el reflejo más fiel de la cultura en que se produce, la escasez de obras de importancia en este periodo nos da la medida de la situación (los bodrios horribles hoy en algunas pretenciosas construcciones de Sayula, al igual, reflejan perfectamente la situación del país en este orden, pobre en concepto artístico y rico en mal gusto).
(En el siglo XIX) Más bien se destruye que se construye: continúa la sustitución de retablos barrocos por neoclásicos, cada vez más abundantes y de peor calidad (como hoy)… se destruye sin misericordia, sin hacer caso del valor, ya no artístico, sino ni siquiera intrínseco, de las obras barrocas recubiertas de oro, decoradas con pinturas de mérito. De la misma manera, y por idénticas razones, se ordena raspar los escudos de la Corona española de las fachadas. En la República no tenían cabida las ostentaciones de la nobleza, y mucho menos la afirmación plástica de la soberanía española que significaban los escudos reales, y con ellos se perdió la integridad de muchas portadas tanto civiles como religiosas (como hoy, en nombre de la modernidad y el dinero).   
Dentro del siglo XIX, la época porfiriana representa un tercer periodo arquitectónico, mucho más importante que los dos anteriores, los que corresponden estilísticamente a las supervivencias del neoclasicismo, mismas que también podremos apreciar en esta última etapa, aunque ya no con un absoluto predominio. en las ciudades encontramos un reflejo de la belle époque europea. La riqueza se concentra en ellas, y sus poseedores, con los ojos puestos en el viejo mundo, tratan de vivir como en Europa. También en ese periodo la arquitectura es un reflejo de la cultura… los grupos económicamente más poderosos levantan para habitar, o para su diversión, grandes edificios, mientras que en las poblaciones secundarias (como Sayula) se trata de imitar, con las limitaciones lógicas y las consecuencias previsibles, lo que se hace en las grandes ciudades. (De este periodo son algunas de las casonas antiguas en Sayula, incluido el edificio de lo que fuera la Ferretería Reforma, aquí citado)."  Piña Dreinhoffer Agustín, "Siglo XIX: Arquitectura porfirista" UNAM, México 2013. Los comentarios entre paréntesis son míos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario