martes, 16 de noviembre de 2021

                Política y oportunidades…

 ¿Los ricos son ricos por meritos o por ventajas sociales?

   Por Rodrigo Sánchez Sosa

El libro del sociólogo  Carlos  Gil Hernandez 'Cracking Meritocracy from the Starting Gate: Social Inequality in Skill Formation and School Choice' de  ("Rompiendo la meritocracia desde la puerta de arranque: Desigualdad social en la formación de habilidades y la elección de escuelas) en su título hace referencia a los cajones de salida de las carreras de caballos comparándolos con la competencia social en el paradigma de las competencias: Dice Gil:  "Es una metáfora para explicar que en la carrera por el estatus socioeconómico, las clases sociales altas, los ricos, aventajadas con unos cuantos metros a los pobres, desde antes de nacer. En una sociedad ideal (meritocrática), los hijos de la élite rica deberían bajar de clase por su ineptitud, pero eso no ocurre en la sociedad actual. Mi tesis trata de responder a la siguiente pregunta: ¿cómo las familias de estatus socioeconómico alto, los ricos, evitan que sus hijos desciendan en la escala social, aunque tengan una habilidad académica baja?" explica Gil. Es una pregunta que lleva haciéndose décadas la sociología de la estratificación social. 


Si tan importante fuese el rendimiento académico, las habilidades y el esfuerzo, las competencias y el mérito ¿Por qué los estudiantes de clases altas que tienen poco rendimiento o se esfuerzan menos termina notándose más en comparación con clases bajas o los pobres, como han comprobado estudios puntales? En primer lugar, las desigualdades surgen en los primeros años de vida. "La investigación muestra que las familias de clase social más alta consiguen realizar más inversiones culturales y económicas en la educación de sus hijos gracias a sus recursos, lo que da pie a que desarrollen esas habilidades que los profesores luego consideran mérito académico". Incluso el esfuerzo, que suele considerarse una elección personal, se transmite culturalmente de manera distinta entre padres e hijos según su nivel socioeconómico  ¿Qué pasa con los niños de las clases aventajadas que no sacan buenas notas o no son muy hábiles cuando se hacen mayores? Una de las investigaciones realizadas por Gil con las encuestas en colegios alemanes muestra que no mucho. Claramente, menos que con los de clases más bajas. "El mecanismo que explica que el que estos sigan adelante es gracias a las aspiraciones de los padres, que quieren que lleguen a su mismo estatus socioeconómico", explica. "Si son hijos de profesionales liberales o 'managers', todo lo que no sea llegar a la universidad es un fracaso" ¿Qué hacen, entonces? "Empujan". La mayor desigualdad a la hora de acceder al Bachillerato o la universidad se concentra en los estudiantes con menor capacidad académica, y ahí es donde se activan otros mecanismos. " (en el caso de los ricos) El cambio de escuela a otros centros donde los padres tengan más influencia, las tutorías privadas o simplemente matricularlos en un centro privado donde no les pidan notas altas". Gil, además, comprobó cómo los profesores tienden a poner mejores notas a los estudiantes de clases pudientes que sacan las mismas notas que alumnos desaventajados: "Niños iguales en todo y con un nivel de competencias bajo a los que se les evalúa mejor si vienen de clases ricas". "La socialdemocracia ha aceptado desde los noventa esa concepción del mérito"

 Malas noticias para la meritocracia, porque estas observaciones muestran que la promesa de que cada cual obtendría un lugar en la sociedad acorde a sus habilidades no se cumple. "En una sociedad perfecta como esa, los hijos de los que están en la cúspide social tendrían la posibilidad de bajar si no tienen los meritos, pero eso nunca pasa", añade Gil. Podría parecer que durante los últimos años se ha producido una reacción frente a los discursos de la meritocracia, con libros como 'La tiranía del mérito', del Premio Príncipe de Asturias Michael J. Sandel. Sin embargo, el término 'meritocracia' es cada vez más popular, recuerda Gil. Jonathan Mijs mostró en un trabajo de investigación cómo la creencia en la meritocracia en las sociedades desarrolladas ha aumentado en las últimas décadas, especialmente desde los años noventa, a pesar de que en ese mismo periodo de tiempo la desigualdad económica también se ha disparado.  Otro de los estudios de Mijs señala que, paradójicamente, en los países con mayores  desigualdades como México, se tiende a creer aún más en la meritocracia. "Es curiosa esa distorsión cognitiva", valora Gil. "La tesis es que las clases altas y las trabajadoras están tan lejos en términos de ingresos que ni siquiera son conscientes del nivel de desigualdad, y creen que es mucho más fácil llegar arriba por el merito". Aunque algunas de las medidas tomadas por Gobiernos de izquierda   sí cuestionen la idea actual de meritocracia, valora Gil, la mayor parte de la socialdemocracia "ha aceptado desde los noventa esa concepción del mérito y  la igualdad de oportunidades". En esa época tuvo lugar el proceso que provocó que el número de universitarios se multiplicase entre los sesenta y los noventa en occidente. Y a pesar de que el acceso a la educación no ha cambiado, sí lo ha hecho la movilidad social. "El ascensor de bajada no funciona y el de subida se ha parado un poco, porque hay menos empleos de alta cualificación, y si no se crean empleos de alta cualificación en cantidad ingente, es un juego de suma cero desde una perspectiva intergeneracional"… explica el sociólogo. "Si los hijos de los que están arriban no bajan y no se crean puestos arriba, los que están abajo les será imposible subir. Los puestos de las élites son limitados y, si no bajan ni aunque tengan una habilidad y un mérito bajo, la movilidad social no funciona"…  valorar hasta dónde llega el mérito y las circunstancias personales en el estatus es una herramienta útil para los académicos o para establecer debates más filosóficos, pero la práctica es mucho más compleja y es una pregunta que nunca se va a poder resolver, porque hay mucha interacción entre genes y ambiente", responde el investigador. Cada vez aparecen herramientas más complejas que permiten trazar el genoma de millones de personas y comprobar qué variantes genéticas están relacionadas con distintos rasgos o enfermedades, pero la sociología prefiere buscar explicaciones del ambiente o culturales. "Por motivos obvios: nazismo, eugenesia, etc."

 Sin embargo, Gil cita otras investigaciones que han encontrado algo interesante relacionado con la biología: en las familias más aventajadas, la biología es más importante a la hora de explicar las diferencias de estatus socioeconómico que en las de nivel más bajo. "La hipótesis es que tienen más recursos para explorar su potencial genético", concluye. No es tan fácil separar lo biológico de lo ambiental, no es tan sencillo entender por qué la sociedad funciona como funciona. (Héctor G. Barnés. El Confidencial, España. 19/10/2021)


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