martes, 20 de septiembre de 2022

 La historia en Sayula, una linealidad clasista incompleta

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

En nuestro municipio la forma de interpretar la historia sigue siendo del siglo ante pasado, hay una búsqueda de lo épico, lo triunfal, de la epopeya, de los hombres ilustres, de los benefactores, de los héroes de lo único que nos hace especiales; pero, se pasa por alto la identidad como verdadero constructor del pasado. 

Nuestra forma de interpretar la realidad tiene que ver con  la historia de nuestro municipio y esta no es lineal. Al no ser lineal, los hechos históricos no siguen la lógica del progreso y el hecho de que hoy la vida en el municipio sea más fácil que hace 80 o 70 años, no se debe a una dirección de la historia sino a la casualidad entre hechos recursivos. Por un lado la vida es más fácil pero es también tóxica, no estamos hechos los  humanos para lo fácil. No exageraríamos si dijéramos que nuestros bisabuelos fueron más felices que nosotros. Todo dependería del tiempo y el contexto en que se vivió, solo algo podríamos deducir sin llegar a saber de forma objetiva si fue así, porque al final de cuentas la historia es un relato de hechos ordenado desde nuestra perspectiva, por lo mismo más allá de la forma en que ordenamos esos hechos hoy el pasado no existe en sí mismo con fin y dirección. 


La percepción está relacionada con la psicología, tendemos a creer falsamente que todo pasado fue mejor, y no es así, tampoco el futuro será mejor que el pasado o el presente, simplemente , es algo incierto. El pasado lo ordenamos, lo volvemos relato coherente de acuerdo a nuestro tiempo queriendo derivar este de aquél.

Me encontré en la red una reseña histórica de la delegación de Usmajac, de un sitio que al parecer se llama "Soy de Usmajac", muy buena información que rápidamente identifique del padre José María Arreola de Zapotlán el Grande, amigo cercano de don Severo Díaz. Sin citarlo, el texto da cuenta de la historia de Usmajac documentada por el padre Arreola y añade información de la tradición oral. El documento es un ejemplo de la forma de hacer historia del siglo XIX: el positivismo con el cual el padre Díaz y Arreola estaban comprometidos. Más esta forma, el historicismo, ha sido superada.

El historicismo, doctrina según la cual el conocimiento de los asuntos humanos tiene un carácter irreductiblemente histórico de modo que no puede haber una perspectiva histórica desde la cual comprender la naturaleza humana y la sociedad. Lo que se precisa es una explicación filosófica del conocimiento histórico que dé razón del conocimiento correcto de las actividades humanas. Así visto, el historicismo puede ser tenido por una doctrina filosófica que se origina en los supuestos metodológicos y epistemológicos de la historiografía crítica. 

A mediados del siglo XIX ciertos pensadores alemanes reaccionan contra el ideal positivista de la ciencia y el conocimiento rechazando los modelos científicos de conocimiento para reemplazarlos por otros de tipo histórico. Aplican este principio no sólo a la historia, sino también al derecho, a la teoría política y a considerables fragmentos de la filosofía. Comprometido inicialmente con algunos problemas metodológicos en disciplinas particulares, el historicismo, tal y como se desarrolló, se vio obligado a ofrecer una doctrina filosófica común capaz de afectar a todas esas disciplinas. Lo que es esencial a la hora de obtener conocimiento en el terreno de las ciencias humanas es servirse de las vías de comprensión que se usan en los estudios históricos. 

En el campo de las ciencias humanas no se deberían buscar leyes naturales; el conocimiento debería ser interpretativo y hallarse conectado con episodios históricos concretos. De ese modo, sería inherentemente contextual (contextualismo) y dotado de perspectiva. Esto hace surgir el problema de si el historicismo no será un cierto tipo de relativismo histórico. El historicismo parece estar comprometido con la tesis de que dado cierto grupo de individuos, aquello que éstos pueden afirmar de una manera incontrovertible está determinado por la perspectiva histórica característica desde la que contemplan la vida y la sociedad. La insistencia en su carácter único y en su especificidad concreta, así como el rechazo a cualquier apelación a leyes de tipo universal del desarrollo humano refuerzan el anterior punto de vista. Sucede, sin embargo, que el énfasis sobre el desarrollo acumulativo que tiene lugar en marcos amplios de nuestro conocimiento histórico pone en cuestión la conveniencia de identificar el historicismo y el relativismo histórico. El tratamiento anterior del historicismo es el desarrollado por sus principales impulsores: Meinecke, Croce, Collingwood, Ortega y Gasset y Mannheim. En el siglo XX, y debido principalmente a pensadores como Popper y Hayek, cobra actualidad una concepción bastante distinta del historicismo. Para éstos, ser historicista equivale a creer en la existencia de "leyes históricas", a creer en una "ley del desarrollo histórico" y en la existencia de un patrón en la historia, e incluso de un fin, y en que su descubrimiento es la tarea central de la ciencia social. Asimismo, creen que esas leyes deben determinar la dirección de la acción política y social 

(Kai NIELSEN. "Historicismo", in Robert AUDI. Diccionario de Filosofía. Madrid: Akal, 2004, pp. 493b-494b)

El determinismo como abordaje de la historia, así vista, remite a esta como sujeta a leyes inmutables de carácter supra humano, una fantasmagoría.

En el caso de Usmajac, como comunidad diferenciada de la cabecera municipal requiere de un relato que ordene los hechos recopilados como información llegada a nosotros por distintas fuentes que alteran esta misma información y la determinan en muchos casos, terminando en ambigüedades y contradicciones que no explican la identidad de las personas de ese pueblo a cabalidad, pues la explicación requiere de la actualización de esa información y del meta relato que se construye a partir de ella hoy. La búsqueda del hecho épico que justifique las aspiraciones de grandeza del legado del que la identidad es producto, conforma le nuevo mito y por lo tanto la base de interpretación de la realidad. El problema es que, a partir de hechos supuestos en el pasado se justifican conductas no siempre prudentes.

En el caso de Sayula es lo mismo, el relato de lo grandioso que es nuestra cabecera municipal respecto de la historia nacional, deja encubierto que es a partir de una clase social que el relato histórico se construyó. Los ilustres, lo héroes, los sobresalientes y los valores que estos representan, están dados desde una mirada unidimensional.

La actual crisis patrimonial en Sayula, debe mucho a una visión restringida de los hechos históricos y a un relato monopolizado de los mismos. Dado que el punto de vista crítico no se dio en el revisionismo histórico del municipio, esto apuntaló un clasismo híbrido, esto es, el valor social de los individuos y las familias se fundamentaba en mitos sobre las clases sociales altas de periodos anteriores, a la revolución mexicana, sin embargo nadie en Sayula conoce la historia de los hechos comunes más allá de los primeros años del siglo XX, y se obvia una historia riquísima en simbolismo y construcción del inconsciente colectivo  - la identidad -  en el siglo XIX en Sayula. La devolución del patrimonio edificado, arquitectura, tiene que ver con que esa etapa es oscura e inexistente para los sayulenses formados en el relato tradicional. Para un sayulense, se salta de la conquista de Sayula a la revolución y la cristiada con muy poca información de la independencia y la reforma, épocas claves para el municipio según lo atestigua el testigo insobornable de la historia, la arquitectura  (Octavio Paz), en nuestro centro histórico. La gente en Sayula tiende a creer que las casonas y portales de Sayula son coloniales, y eso es falso de toda falsedad, las contracciones coloniales son pocas y las más no son civiles. Hay una parte de la historia que no nos contaron, que no conocemos, que se pierde en la épica del relato de clase que se ve como descendiente en derechos y genética, de los colonizadores españoles, Ha llegado el momento no solo de descubrir desde la historia ese legado, sino de defenderlo para trasformar el presente desde un relato de los hechos fenomenológicos de la historia de Sayula, nuestra historia. Antes que la ignorancia sumada a la frívola política de los analfabetos, reconstruya todo una vez destruido, con la complicidad de quienes no conocemos y por eso no valoramos, una parte de nosotros mismos petrificada en portales y casonas de nuestro municipio. Esto ha costado en 4 años más de 10 millones de pesos en una pérdida irreversible, pero no comenzó en 2018, comenzó hace mucho, cuando el relato de nuestras raíces se volvió indiferencia para con una parte de la historia trágica de municipio, que se monto en el corcel falso del progreso como idea de una historia lineal dictada desde el poder de la elite en turno que toma para sí la identidad del héroe y el derecho divino de clase.


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