EDITORIAL: Fervor Guadalupano
Desde la prehispanidad en nuestra tierra y antes de la llegada de los invasores españoles, en el actual cerro del Tepeyac (de Tepe = cerro y Yacatl = lugar más alto) ya se veneraba a la diosa Tonantzin (To = nuestro; Nantli = madre y el sufijo Tzin que es una distinción de respeto para especificar "gran señor o señora").
Algo que nos resulta incomprensible a muchos que tienen la colonización mental europea es que se venere o se le rinda pleitesía a un ser que representa la vida, la fertilidad y los aspectos esenciales para la agricultura; que se reconozca como un ente superior la naturaleza por su bondad de producir el fruto suficiente para la supervivencia de la raza humana.
En cuanto a la aparición de la imagen de Guadalupe en dicho cerro, existen muchas vertientes desde los autóctonos hasta las eclesiales documentadas y testimoniadas.
Y todo devino en un sincretismo de ambas culturas, los originarios la llamaban Cuautlicitlallicue (de Cuautli = águila que representa lo alto, lo que viene del cielo; Citlalli = estrella y el sufijo Cue = la que se viste. Es decir: la deidad que se viste de estrellas); mientras los europeos al dificultarse la pronunciación y evitar someterse a otra cultura la llamaron Guadalupe que casi suena semejante. (Todo esto comentado por el grupo de tradición oral de Indios Verdes en la CDMX).
Existen unas bastas variedades de versiones, pero las más aceptadas son éstas.
La Virgen contiene una gran cantidad de simbología indígena, por ejemplo: la cinta negra en el estómago es signo de fertilidad, de mujer embarazada, la flor al centro que adorna el vestido es de cuatro pétalos llamada Nahui Ollin y simboliza la cosmovisión indígena: el centro del universo, el equilibrio del mismo y al quinto sol bajo el que vivimos (recordemos que se creía que antes hubo cuatro soles: Ocelotl (sol del jaguar, que devoró a los hombres se calcula que duró 670 años aproximadamente; Nahui Ehecatl (sol de viento 364 años) donde desapareció la humanidad por ser débil mediante un huracán devastador; Nahui Atl (sol de agua 676 años, aquí se extinguió la raza humana por una lluvia fuerte y duradera (¿diluvio?)); y la actual: Nahui Ollin (sol de movimiento).
Continuando con la descripción y lo representativo de la imagen, los originarios consideraban los colores según la dignidad de la persona, el vestido es de color púrpura que sólo podían usarlo las personas preminentes espiritualmente como ejemplo: el lugar donde se consagraban los tlatoanis (reyes mexicas), sacerdotes y los grandes guerreros (donde eran "tragados por la serpiente" es decir: lugar donde podían alcanzar la sabiduría) era en la pirámide de Xochicalco y el oficiante de la ceremonia sólo podía ser el "Señor de Rojo" por haber alcanzado la dignidad de sacerdote supremo.
Otro símbolo es el manto de color verde. De acuerdo con la tradición, este color estaba reservado a las dinastías de los tlatoanis (reyes); cuando Cuauhtémoc fue sorprendido en la busca de refuerzos y hecho prisionero en el lago de Texcoco iba vestido de verde.
Parada la Virgen en medio de la luna, tiene dos significados derivados de la palabra México; primero: Metztli (maguey representativo del universo otros dicen de la luna), xic (centro, ombligo o lugar de conexión) y co (sufijo denotativo de "el lugar") entonces se puede deducir que México significa lugar o centro del universo o de la luna.
Toda esa simbología sincretizada en una imagen que le da sentido y vida a una cultura que no se extingue, en cambio, fermenta y acrecienta el amor, la unidad, la esperanza, el agradecimiento, la bondad, el peregrinar por el mundo hasta el santuario y agranda la vida en comunidad, es causa de identidad, honra y consuelo en las grandes tribulaciones.
Moises Zepeda Gomez./ Para Horizontes
No hay comentarios:
Publicar un comentario