domingo, 3 de enero de 2016

Especial para Horizontes...
El Matriarcado ancestral del Sayula prehispánico y el de hoy
Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa 

 .En su libro El reino de las mujeres, Ricardo Coler nos presenta el relato de una sociedad en donde las mujeres están al mando. Es uno de los pocos matriarcados que todavía subsisten en ciertas partes del mundo, la cultura Mosuo que se encuentra en la provincia de Yunnan en territorio de la República Popular China. Los Mosuo forman una comunidad de unos 25 mil habitantes en una región de casi 100 millones, donde las mujeres  están claramente al mando. Algo así -en palabras de Coler- como el paraíso del movimiento feminista
   En esta comunidad no existe el matrimonio como nosotros lo entendemos, sino que cada uno vive en su casa. Ellas cuentan con habitaciones privadas donde están solas y guardan su intimidad. Sólo permiten entrar a quienes ellas quieren y cuando ellas lo disponen. "Son sitios exclusivos para aquellas que alcanzaron la pubertad".  Los hombres comparten habitaciones comunes en casa de su madre. "Por la noche el hombre visita en su cuarto a la mujer con la que haya arreglado una cita.
   Al vínculo amoroso lo llaman axia o matrimonio andante. Xia significa amantes y en este caso la letra a es un prefijo que indica intimidad. Nada en esta comunidad, como bien señala Coler, coincide con la fantasía occidental de lo que puede ser una sociedad matriarcal: "…las familias viven en el mismo predio y sus miembros no se casan, el cuidado de los ancianos y también el de los niños es un tema que tienen resuelto, todos están a cargo de todos.
   Los mayores implican un plato más en la mesa y un lugar de privilegio junto al fuego. Los niños juegan en el patio bajo la mirada de madres, abuelas y tíos. Como todos trabajan y la propiedad nunca se divide por herencia, siempre crece. Nadie comienza una nueva vida desde el principio, sólo continúan"  En una sociedad donde no hay esposos ni esposas, las relaciones familiares como nosotros las entendemos no existen. Un hombre entrevistado por Coler dice: "Jamás pensaría que una mujer de otra familia pueda llegar a ser mi familia. Mi madre, mis hermanas, mis hermanos y los niños, los que vivimos en esta casa, son mi familia.
    Con mujeres puedo relacionarme cuando quiera y las veces que quiera"  La familia matriarcal es incompatible con el matrimonio, todos sus integrantes son consanguíneos. Allí  la sexualidad nunca funda un hogar. Para practicarla deben  ir fuera de sus límites. Esto les da la libertad de enamorarse sin correr el peligro de que, si les va mal, pierdan amor y familia al mismo tiempo"   Ahora bien, esto no significa que entre las mujeres Mosuo no exista el deseo de encontrar el amor, simplemente quiere decir que desde su punto de vista "amor y pareja son situaciones incompatibles".
   Una joven universitaria mosuo refiere: "Para mí, el amor es el único lazo que puede unirme a un hombre. Mi cultura lo permite, sin verme obligada a tener en cuenta otras cosas. No entiendo como mis amigas sacrifican eso pensando como piensan. Se casan para tener una familia. Yo creo, por el contrario, que la mejor manera de tener una familia es, justamente, no casarse".  De tal manera que, desde el entendimiento de Coler, en esta comunidad el temor a quedarse solo, por ejemplo, ni siquiera es un tema a tener en cuenta. Cuando una mujer mosuo no está comprometida afectivamente con un hombre, puede pasar la noche con el amigo que quiera y a la siguiente buscarse otro. Sólo cuando se dan cuenta de que además pueden conversar y se interesan en lo que dicen, entonces "ahí hay algo". "No sólo es pasarla bien, es otra cosa"  Cuando este sentimiento se extiende a través del tiempo y el hombre decide dejar de visitar a otras mujeres, entonces se puede decir que el vínculo ha cambiado de categoría y puede llegar a formalizarse, lo cual significa que el hombre debe visitar el hogar de la mujer con la matriarca o jefa de la familia presente. Sin embargo esto no implica que se mude de casa, simplemente que hombre y mujer tienen una relación estable. Aunque nunca viven juntos, con la edad, las axias son más duraderas y menos variadas. Ahora bien, si un hombre o una mujer se cansan de su compañero, lo cambian por otro sin que nadie les haga un escándalo.  "Es muy difícil que una mujer Mosuo sienta que el mundo se termina si su enamorado la deja. No le es indiferente, pero tampoco es lo único en su vida. El enamorado es alguien a quien no le dedicaron la razón de su existencia". No esperan sostener con un hombre un diálogo como el que pueden mantener con sus amigas, se abstienen de intentar ser comprendidas. "Es como si no esperaran hallar, en un hombre, otra cosa que lo que encuentran". De igual forma los celos no tienen donde afianzarse, de hecho los consideran vergonzosos "pues implica la pretensión de ser propiedad del otro" Así pues las relaciones "furtivas" -como las califica Coler- son las habituales en la aldea. "Una mujer de alrededor de treinta años pude haber superado los cincuenta parejas en ese tiempo y, en algunos casos, si es atractiva, es probable que haya tenido relaciones sexuales con todo el grupo de su edad". "Los Mosuo no tienen la menor intención de hacer coincidir en la misma persona afecto, familia y hogar. La familia, para que perdure, nunca debe estar basada en una pareja. Entienden que eso vuelve al grupo altamente inestable"
    Ricardo Coler, en este estudio antropológico de una comunidad china en nuestros días, donde su forma de organización el matriarcado, contrario al patriarcado, para explicarme, que es la forma en la cual la cabeza de la familia y la sociedad no es el Hombre, sino la mujer; nos muestra cómo viven y se relacionan las personas en una sociedad donde las mujeres, por decirlo así, mandan.
    Note usted que no es sólo la forma en que manejan los tabúes sexuales, sino que resulta interesante cómo se organiza la propiedad y la familia: las propiedades siguen siendo familiares, la tierra, el hogar y los bienes acumulados con el trabajo, pero, a diferencia de nosotros, organizados patriarcalmente, el patrimonio no se hereda, no se divide entre los hijos; todos, madre, hijos, hijas y nietos viven en comunidad  indefinidamente. No hay nueras, ni yernos, ni padre.
    No hay patrimonio (de paters, latín, padre), no hay padre. Esta organización, contrario a lo que parezca, es la más antigua de todas; originalmente, el hombre primitivo vivía en comunidades parecidas y organizadas como esta, alrededor de la figura de la madre, no del padre. Ya que los hijos no salen de la casa familiar nunca para formar sus propias familias, en organizaciones matriarcales, la demanda de espacio individual no existe, se hace innecesaria la ciudad, el conglomerado de familias, la reproducción exponencial de éstas en un grupo y el hacinamiento en grandes núcleos de población.
    De esto surge la idea de analizar algo que hemos expuesto en esta investigación del Sayula histórico. Si nos ha seguido en estas publicaciones para Horizontes, recordará que una de mis hipótesis en cuanto a la fundación de Sayula, descansa sobre la idea de que no existió antes de la llegada de los españoles una ciudad indígena llamada Tlazaulán, las fuentes aquí ya citadas desde el archivo de indias, hasta las crónicas de los conquistadores, pasando por  investigaciones arqueológicas modernas, apuntan claramente que no existían ciudades como en Mesoamérica en la región del vaso lacustre de la laguna de Sayula, habitado desde por lo menos el año 3500 antes de Jesucristo.
    Unas como otras, las  fuentes refieren pequeños conglomerados, de tres a cinco familias como máximo, en radios de dos a 15 kilómetros de separación, formando lo que conocemos como rancherías. Fueron necesarios los recogimientos, es decir lugares, pueblos, donde los indios de la región eran obligados a vivir, para obligarlos a dejar  sus "rancherías" por la fuerza; Tepec municipio de Amacueca Jalisco, por ejemplo, es señalado por el Archivo General de Indias como un recogimiento fundado por españoles en el siglo XVI.
    Las formas de organización social y distribución, de los indígenas antes de la colonia, se parecen, según las fuentes, a las de los Mosuo, en china: pequeñas propiedades familiares aisladas. Dirá usted que esto se contradice con el hecho histórico de que había un cacique local y una milicia organizada, lo cual esta fuera del contexto de lo que se ha investigado en las sociedades contemporáneas, que siguen una tradición matriarcal de organización.
  Pero, recordemos que los indígenas locales fueron conquistados por imperio azteca, y sus formas de organización social fue impuestas; aunque, por otro lado, se sabe que los aztecas o mexicas, eran tolerantes con la tradición de los pueblos que eran sus súbditos. ¿A dónde quiero llevarle, lector? a considerar la posibilidad de que, en un principio, la forma de organización en la cuenca de la laguna de Sayula como región, prevaleciera el tipo de sociedad matriarcal , que luego se fusionó con las formas patriarcales del imperio azteca, pero sin perder ciertos rasgos, como el señalado de no fundar pueblos o ciudades donde se aglomeran las familias patriarcales, jerárquicas, autoritarias que fundan luego grandes ejércitos e imperios.  Al parecer a la llegada de los españoles este rasgo prevalecía, junto por supuesto a la organización patriarcal del imperio azteca.
    Lo interesante es que, husmeando, porque no lo puedo aún llamar de otra manera, en el inconsciente colectivo del Sayula contemporáneo, y sobre todo entre las personas cuya tradición es local. Encontramos, matriarcados  claros, fusionados con la tradición patriarcal, que se pueden notar en el comportamiento de los grupos familiares que giran en torno a una matriarca, generalmente la abuela o la madre, principalmente se ve este fenómeno social en la Delegación de Usmajac.  El marido generalmente pasa a formar parte de la familia de la madre, y los conflictos se dan cuando el matriarcado de la familia del marido reclama al hijo, por ejemplo. La imagen de la mujer en la región, la tradicional, es de una mujer fuerte e independiente, si hablamos de la tradición que ha subsistido a la cultura occidental aún en el sincretismo. Tradicionalmente trenzan su pelo en una larga extensión hasta la cintura  como símbolo de autoridad, y tienen un aire de  dignidad y poder no usual en otros lugares, en su rostro se nota no la sumisión si no el carácter. La matriarca de la región de Tzaulan, es el poder tras el varón, y casi una deidad para los hijos; en Sayula, que era el centro religioso de las comunidades prehispánicas de la cuenca de la laguna , las imágenes religiosas más importantes veneradas hoy, son femeninas: La virgen de Guadalupe, La Inmaculada Concepción y la Virgen de Usmajac. El varón, en el inconsciente colectivo local, manda pero no gobierna. Siglos de religión cristiana, han cambiado los valores matriarcales, pero subsiste bajo esa maraña de doble moral  del judeo-cristianismo occidental, en tal entorno, el poder  matriarcal con sus simbolismos profundos. Algo con un costo enorme para la psique y la sociedad contemporánea, que genera violencia domestica, de género y disfuncionalidad familiar. El DIF municipal de Sayula podría dar cuenta de esto último, perfectamente.            

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