domingo, 3 de enero de 2016

La mano del metate
Por Hugo Rodríguez Vázquez

Borracheras por todas partes, ¿eso es la Navidad?
Parafraseando a Federico González Alfaro, acerca del título de su comentario de la presente edición (página 6), “Meditemos”, que se refiere a la manera en que muchas personas “celebran” la Navidad, el nacimiento de Cristo, ciertamente nos viene a la mente, lo que todos hemos visto en los últimos años en Sayula y muy seguramente en muchas otras partes del país. La Navidad, está muy lejos de la manera en que debiera festejarse el nacimiento del Salvador, en contraparte a lo que a muchos de nosotros nos tocó vivir, (me cuento entre ellos), cuando de chiquillos, la Navidad era y con mucho, el acontecimiento más esperado de todo el año.
   La algarabía de las posadas, la quiebra de las piñatas, el reparto de los “bolos”, participar en el canto de la posada en el templo del barrio haciendo sonar las “güijolas” (una especie de regaderita llena de agua, que al soplarle significaba como el canto de los pajaritos), y bueno, al menos así se festejaban las posadas en el barrio del Padre Juanito, el en el templo de San Lucas.
   En los respectivos hogares, se acostumbrara que las familias antes de departir en sus cenas navideñas, era una tradición, concurrír al templo para luego todos en conjunto, entrarle a los tamales, al ponche caliente, al pozole o lo que de acuerdo al bolsillo de cada familia, preparaban las mamás. Cuando alcanzaba el presupuesto, pues hasta el pavo relleno adornaba la mesa principal en los hogares.
   Y los niños, expectantes, ante el advenimiento del Niño Dios, el que traería los juguetes ni más ni menos y ojo, había qué acostarse temprano y portarse bien, porque en una de esas el Niñito Dios, podría brincarse el domicilio y, Jesús bendito, ni pensarlo siquiera, exclamaban los chiquillos de entonces.
  Otra de las tradiciones, que pasaron ya a mejor vida, al menos para una gran mayoría, era asistir a la Misa de Gallo, familias enteras asistian a la Parroquia a esta celebración eucarística y luego al finalizar la misma, escuchar a los Pastores, el “Coloquio de los Verdín” les llamó alguna vez Rafael Torres en el Página Cero de los ochenta, porque era la familia Verdín la que organizaba esta pastorela que igual como han desparecido otras tradiciones, pasó a mejor vida.
   Es la Navidad que hasta hace algunos años se celebraba en Sayula, al menos es la fiesta que muchos recordamos y añoramos de cuando eramos niños.
   En evidente contraste. La Navidad hoy en día, se festeja ya de manera muy diferente. Los niños en lugar de acudir a la pastorela del templo de su barrio, su gusto es andar explotando cohetones por doquier causando la molestia de las mayorías, artefactos de pólvora que además de peligrosos para ellos mismos y de la supuesta prohibición de su venta de la cual alertó Protección Civil en su oportunidad, se vendieron en cualquier tienda de abarrotes a discreción. La supuesta prohibición de su venta, se la pasaron pues por el arco del triunfo los comerciantes irresponsables.
   De los adolescentes y adultos, ni hablar, para muchos vecinos, el festejo de la Navidad, es salir a la calle y aturdir a todo mundo con estruendosos equipos de sonido, con música no crea usted que de villancicos, sino de las bandas del momento y hasta de narco corridos, para luego pasar al baile y las borracheras generalizadas que en no pocas ocasiones, terminaron en riñas entre los mismos  “amigos” y hasta entre los propios familiares. ¿Eso es festejar la Navidad, el nacimiento del Salvador del mundo para la feligresía católica...?.
   Concluyo esta reflexión con las últimas frases de Federico González Alfaro de su comentario antes mencionado, que encierran en su contenido una gran verdad que estará o no de acuerdo con ella : “La Navidad, en algunos casos, ya traspasó el umbral, ya es un pretexto para toda clase de excesos. Pueden argumentar (los vecinos), que están ejerciendo su legítima libertad de hacer el ridículo. Muy bien, háganlo, pero no en contra de los valores de los cristianos. Aún y para los que no profesan cualquier versión del cristianismo, su publicidad es banal, hueca, de mal gusto. Pero, si ese es su deseo, sigan adelante, acaben con su “propia” religión y con una de sus celebraciones más importantes”.

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