sábado, 19 de marzo de 2016

Especial para Horizontes...
Sayula y Juan Rulfo, literatura e identidad colectiva 


Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa 

Luego de la desafortunada postura de Juan Rulfo con respecto a su lugar de nacimiento, y digo desafortunada para nosotros como sayulenses, las polémicas al respecto tiene distintas aristas, el por qué negaba su lugar de nacimiento  o el por qué intentó una y otra vez confundir a su biógrafos en ello,  son ya lugar común; pero  ¿Fue esto  parte del mito que se construyó alrededor de Juan Rulfo con base en los estudios fotográficos de Paulina Lavista y los Alvarez Bravo? o ¿Fue una construcción del propio Rulfo como opina Fabiola Ruiz?:
"Nos han dado una imagen de Rulfo como hombre depresivo, metido en los libros, triste, que desde mi punto de vista es una construcción que va haciendo Rulfo desde los primero años de sus publicaciones, con entrevistas con los famosos  en Paratextos, con los ensayos que comienzan a salir con la critica de la obra. Va dando esa imagen de hombre deprimido que después los artistas plásticos llevaran a la obra. Es decir, la imagen de Rulfo que ya habla de su familia en el sur de Jalisco, de los tíos, de su nombre largo; esa es la imagen que entra en la visión colectiva a partir de las publicaciones y tiene un desarrollo en todos los artistas plásticos…Esa figura que se da desde la publicación de su obra, las traducciones, y que sigue con la cooperación de Rulfo como modelo, nos va dando la imagen de ese Rulfo autor." (Ruiz, Fabiola, "De Sayula al Olimpo")
La razón última se la llevó a la tumba Rulfo. Sin embargo, la raíz profunda de sus orígenes está en el sur de Jalisco. Ahora, a 100 años de su natalicio el próximo año, surge una polémica, ya no si nació o no en Sayula, San Gabriel o la hacienda de sus abuelos paternos, Apulco; sino, si es importante para su obra literaria tal geografía, y por lo tanto si esta tuvo alguna injerencia en su creación o si la misma refiere siquiera  a estos lugares.
Luego de que se comenzó  con los preparativos en los tres municipios de sur de Jalisco, en los que Rulfo tiene raíces familiares, Tuxcacuesco,  San Gabriel y Sayula; para conmemorar el nacimiento del escritor en 2017 por iniciativa y apoyo del gobierno federal, acontecimiento de corte internacional por la importancia del autor, se publicó la opinión de Víctor Jiménez Muñoz, presidente de la Fundación Juan Rulfo en el DF, en un medio local, y sin firma (aunque imagino quién podría haber transcrito la nota). El citado declara algo muy delicado por las sensibilidades que esto puede afectar en las localidades arriba mencionadas. Curiosamente, el semanario aludido,  no suele publicar notas de corte cultural o literario, pero es reconocido por su política editorial comprometida con cierto grupo  opositor al gobierno municipal, no sorprende por ello que reproduzca tan oportunamente en Sayula las declaraciones del presidente de la Fundación Juan Rulfo en el marco de la muestra fotográfica "En los Ferrocarriles" del Centro Cultural UNAM en Morelia Michoacán. La nota reza: "…lo que encontramos en sus narraciones (de Juan Rulfo) de aquella década y la siguiente (suponemos la década de los cincuentas) tiene mucho más que ver con su lectura de poesía: Rilke, Langstone Hughes y otros poetas negros estadounidenses, y desde luego de cuento y novela: todos los escandinavos, rusos, alemanes, y estadounidenses sin olvidar a unos asiáticos (…); que con sus recorridos (de Rulfo) por las calles de San Gabriel, Sayula, Guadalajara o el Distrito Federal"  Jiménez Muñoz continua con una tesis literaria sobre la realidad y la literatura, concluyendo que Rulfo no es un autor realista, incluso dice que hay posturas importantes  de teóricos y filósofos (a los cuales no cita, ni menciona sus nombres) que niegan que la literatura tenga pretensiones de verdad. Cita a Rulfo que decía que la literatura es una mentira que dice la verdad, y va más allá: "A Rulfo (dice Jiménez Muñoz) le daba risa, decía que había académicos de Estados Unidos que llegaban a San Gabriel e interrogaban a los parientes y decían `Rulfo es un mentiroso, lo que dice de esta zona es falso´ (…)." Jiménez Muñoz añade, que lo que él ha hecho es leer todo lo que Rulfo leyó, pues, dijo, es mucho más fácil saber los gustos literarios del autor al leer su obra que saber cómo es el sur de Jalisco a partir de esta (para él…). Insistió en que primero se debe ver la cultura literaria y visual que poseía Rulfo y, solo después, analizar sus legados narrativos. Concluye diciendo que es ignorante quien quiere ver las cosas de otra forma, es decir, la obra de Rulfo como realismo.
Yo me pregunto y le pregunto, si esto llega a sus manos, a Jiménez Muñoz ¿Será posible desvincular a Rusia de Dostoievski o Tolstoi? ¿Será que el Quijote de Cervantes no refiere a la península ibérica, ni la batalla de Lepanto tuvo nada que ver con la concepción de la obra? ¿Podríamos decir que no importa en la obra de Balzac que esta trascurra en Francia y que la misma a su vez nada dice de ese país, sino de sus influencias literarias? ¿Podríamos olvidar que Gheote es alemán? ¿Podríamos olvidar que el Ulises de Joyce trascurre en un día en Dublín? ¿A caso puede uno, como lector, evitar el impulso de conocer el delta del Misisipi luego de leer Tom Sawyer de Mark Twain?   ¿Será suficiente con leer todos los autores que le gustaban a Carlos Fuentes para olvidar al personaje principal de sus novelas: la Ciudad de México? ¿Acaso después de leer a Jose Agustín no dan ganas de irse a Acapulco de aventura desde el DF? ¿A caso, luego de acompañar por una travesía a lo largo de Estados Unidos a  Dean Moriarty, el personaje de Jack Kerouac en "On the road", no queda la sensación de haber conocido íntimamente aquella enorme nación? Pero, los hermanos Karamasov no existen ni existieron; ni el personaje principal de Joyce con el que compartimos su dialogo interno, y sabemos que es inútil ir a buscar a sus familiares a Dublín; sería ridículo especular sobre la existencia objetiva de Fausto. No existió el negro Jim, ni Tom, ni Huck Finn; Aura no existía en la obra, menos en la realidad; no existieron Dean Moriarty, ni Chad King. En ninguna licorería de Acapulco se vendió jamás un tequila que se llamara "Ruco Rulfo", pero en lo personal me gustaría conocer la que inspiro ese pasaje de la novela "Final en la Laguna" de José Agustín ¿A quién no le gustaría conocer los Estados Unidos viajando de aventón por los mimos caminos y carreteras que describe Kerouac o   la Santa Fe sofisticada y de primer mundo que describe Carlos Fuentes en su novela "La voluntad y la fortuna" o aquél lugar de La Macha de cuyo nombre no quiso acordarse Cervantes o  el collado de Borgos en los Cárpatos rumanos descritos por Bran Stoker o el castillo de Elsinore en Dinamarca donde Hamlet vivió su tragedia según Shakespeare…?
En el caso de Rulfo y el sur de Jalisco, hay algo más, algo que efectivamente, es difícil de entender para quien no conoce ni es de este lugar, se llama identidad. Se equivoca el señor Jiménez Muñoz al decir que desde la obra de Rulfo no se puede conocer el sur de Jalisco ni su identidad profunda, y que solo queda leer lo que leyó Juan. Se equivoca, cuando dice que los caminos de Rulfo no tuvieron que ver con su obra, creo que no entiende a Rulfo cuando dice que la literatura es una mentira que cuenta la verdad. Para ello ofrezco este fragmento de la obra de Carl G Jung, sobre el inconsciente colectivo y los arquetipos, que creo explica indirectamente lo implícito de la identidad del sur de Jalisco en la Obra de Juan Rulfo:
En Europa, un místico cristiano del siglo XVI, suizo, canonizado en la primera mitad del siglo pasado, Niklaus von der Flüe, cuanta la tradición, tuvo una visión de la Santísima Trinidad, la cual hizo pintar en la pared de su celda en el monasterio en que residía. La visión se encuentra representada en la iglesia parroquial de Sachseln: una pintura contemporánea que representa un círculo o rueda dividido en seis, cuyo centro ese el rostro coronado de Dios. El hermano Klaus buscó penetrar en la naturaleza de su visión y dar a esta una forma comprensible para él mismo, guiándose para ello por una obra ilustrada de un místico alemán. Durante años se dedicó a esa tarea. Su meditación sobre la esencia de esa visión, influida por el diagrama místico que utilizó para ello, lo llevó a concluir que había visto a la Santísima Trinidad, es decir el summun bonum, el amor eterno de Dios. A ello correspondía la bella imagen de la parroquia de Sachseln.
Pero la vivencia original había sido muy distinta a lo representado en la pintura. En su éxtasis se le reveló al hermano una imagen tan terrible que su propio rostro se altero y la gente se horrorizó y sintió terror ante él. Lo que había visto era una visión de la mayor intensidad. Sobre ello escribe Woelflin: "Todos los que llegaba hasta él, a la primera mirada eran presas del terror, él mismo llegaba a decir, sobre la causa de este terror, que había visto un resplandor intensísimo que representaba un rostro humano. En el momento que tuvo esta visión sintió que su corazón saltaría en mil pedazos. Por eso, presa del terror, aparto la cara y cayó a tierra y ese, decía, era le motivo por el cual su cara provocaba terror."
Esa visión suele ser relacionada con Apocalipsis 1:13; con esa imagen propiamente apocalíptica de Cristo, que en cuanto a terrible e inusitada solo es superada por el monstruoso cordero de siete ojos y siete cuernos. Un Cristo vengativo y terrible sin relación con el Cristo del sermón de la montaña, que nada tenia de terrible ni monstruoso,
Tradicionalmente la imagen de la parroquia de Sachseln es relacionada con esta gran visión. Fr Blanke en 1948, opinaba que pese a la tradición, la imagen de Sachseln no tenía vínculo alguno con la verdadera visión de la Trinidad del hermano Klaus, que había sido terrible. Para Carl G Jung, este escepticismo de Blanke  iba demasiado lejos. El interés del hermano en esa imagen debía tener algún motivo, pensaba Jung. Las visiones de este tipo  provocan a menudo caos y desilusión (El corazón que salta en mil pedazos). La experiencia, dice Jung, enseña que el círculo protector, referencia de un mandala (iconografía hindú), es el antídoto arcaico contra los estados caóticos del espíritu. Por ello es compresible que el hermano estuviera fascinado por el símbolo del círculo. Además la interpretación de la visión horrorosa como vivencia de Dios podría no ser descartada.  Esa visión suscitadora de horror, que había explotado en la concepción religiosa del hermano Klaus sin introducción dogmática, hacia necesario un largo trabajo asimilatorio para poder integrarla a la psique del hermano, y restablecer de ese modo el equilibrio que había sido perturbado. La discusión con esa vivencia se produjo sobre el suelo entonces pétreo del dogma, que mostró su capacidad de asimilación al superar el conflicto trasformando la terrible visión en la pintura de Sacheln, en una bella abstracción de la idea de la Trinidad. Pero la discusión podría haberse desarrollado sobre el suelo, tan diferente, de la visión misma y su inquietante realidad, probablemente en detrimento del concepto cristiano de Dios y más aún del mismo hermano Klaus. (Jung, Carl Gustav, Arquetipos e inconsciente colectivo: Paidós, México 1970 P. 14 y 15)
El escepticismo de Jiménez Muñoz con el papel del sur de Jalisco en la obra rulfiana, va demasiado lejos, tal influencia no se puede descartar. La visión de la realidad del sur de Jalisco cuando niño Rulfo, fue al igual que la del hermano Klaus, terrible, una época violenta, de cristianismo fundamentalista y dogmático, de barbarie (su padre es asesinado, su hacienda quemada cuatro veces, su abuelo paterno secuestrado tres veces y mutilado de sus manos; su orfandad en San Gabriel, su abandono en el internado de Guadalajara, su familia en Sayula…). Rulfo confesaría a la televisión española que la época de orfandad y el tiempo en el internado lo habían marcado profundamente para toda su vida. Ahora bien, aquel equilibrio perturbado por su enfrentamiento con esa realidad, lo llevó como al hermano Klaus del siglo XVI en Suiza, a crear su propio "mandala" a través de la palabra, de la narración oral de la que era heredero como dice Fabiola Ruiz en "las Mujeres de Rulfo", de la palabra escrita, codificada, la metáfora, de sus abuelos paternos escribanos, vecinos y nativos de una de las ciudades de diseño español más viejas de México, Sayula, alguna vez una ciudad culta educada en el humanismo de la corte española y flamenca. La conmovedora belleza que creó Rulfo para protegerse de la realidad terrible que enfrentó en sus primeros años y lo marcó, no puede reducirse a la herramienta didáctica de sus lecturas, que sin el marco referencial, nunca podrían haber trascendido. La identidad del sur de Jalisco está en su obra, "El llano en llamas", "El gallo de oro" y "Pedro Páramo". Como el monje suizo del siglo XVI, Rulfo utiliza una bella mentira para contarnos una terrible verdad (que lamentablemente persiste en lo social hoy); y claro que se rió en su momento de los que fueron a buscar a La Media Luna, Comala o Luvina donde no existen, pero que, no necesariamente no están.

2 comentarios:

  1. Don Rodrigo: buenas tardes, habría modo de contactar con la Dra. Fabiola Ruiz y de conseguir su obra publicada que me parece interesante y única en los últimos 20 años sobre Rulfo. Soy catedrático, mi madre sayulense y me interesa sobradamente por cuestiones familiares también.

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  2. Estimado Rodrigo: como catedrático y como apasionado de Rulfo--tengo sangre sayulense por mi madre--me interesaría sobremanera poder contactar con la Dra. Fabiola Ruiz y saber como y donde poder conseguir su obra que me parece imprescindible.

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