martes, 25 de enero de 2022

¿Por qué los ricos de Sayula

no querían a Juan Rulfo?

Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

“Estos ricos nunca han dejado progresar a Sayula"

Federico Munguía Cárdenas

La cristiada (1926-1930) un movimiento político-religioso armado reaccionario a la revolución mexicana de 1910 encabezado por la iglesia católica en el occidente y centro de México, es lo que está detrás del cuento de Rulfo: "Nos han dado la tierra". En la entrevista de Jean Meyer a Rulfo que publicamos en esta columna la semana pasada, el autor de "Pedro Páramo" plantea una visión antropológica e histórica del este conflicto, nos cuenta que el éxito en el sur de Jalisco de la producción agrícola estribaba en la habilidad y experiencia de los campesinos de esta región que eran de los mejores en el estado, y que para ese entonces, luego de la revolución de 1910, se enfrentaron al reparto de las tierras de los antiguos latifundios porfiristas, que implicabó injusticia, corrupción y sobre todo mala planeación. 

Existían, sugiere, en este texto Mayer trascribiendo a Rulfo, tres actores principales en el conflicto citado, obviamente además de la iglesia católica:  los cristero, los hacendados y el gobierno. Pone a los hacendados a la mitad, entre la espada y  la pared, entre el gobierno y los cristeros (no olvidemos que la familia de Rulfo era de ricos hacendados). 


Explica Rulfo a Meyer que los campesinos se dividían entre  peones y los medieros o los que en aquel entonces rentaban parte de las haciendas que aún quedaban luego de la revolución, haciéndolas producir con éxito, es decir gente que conocía de la tierra y el método para hacerla producir. Son estos los que toman las armas y se meten de cristeros; de entre los peones, los que no aceptan defender su forma de vida y fe, dice, son seducidos por la  promesas de tierras del gobierno, se vuelven agraristas ("agarristas", "gorriones", "gorrones", dice Rulfo en el texto). 

No olvidemos el contenido religiosos en este conflicto porque no era solo cuestión de la tenencia de la tierra, era un forma de vida e identidad en esta parte del país. Los hacendados despojados o amenazados de ser despojados de su patrimonio por la revolución campesina de 1910, ante la necesidad de proteger su patrimonio o parte de este, tenían que vérselas con los   crisiteros y el gobierno en desencuentros, apoyando conforme las circunstancias o las convencías a unos y a otros.  El gobierno estaba con la inercia de las políticas agraristas de finales de los años 20, no olvidemos, y lo dice aquí  Rulfo: Lázaro Cárdenas sería el que terminaría repartiendo las tierras prometidas por el triunfo de la revolución de 1910. En tal contexto, los campesinos del sur de Jalisco que conocían el campo, los que rentaban tierras o eran peones quedaron mal parados al terminar la guerra, en ambos bandos; algunos se volvieron gavilleros, delincuentes comunes: saltadores de caminos, secuestradores, sicarios, bandidos. Otros se fueron a vivir a cuevas en el monte, perseguidos por el gobierno y los enemigos que se hicieron durante el conflicto armado en la región. Tuvieron que huir a las ciudades o el extranjero o fueron asesinados. Los hacendados terminaron sin patrimonio o les fue reducido considerablemente a la mayoría, perdieron su  negocio, forma de vida y privilegios. Las tierras de la ex haciendas les fueron repartidas a personas como los artesanos que no las sabían trabajar o gente que vino de fuera, como es el caso de los que cita Rulfo: la gente de los Altos de Jalisco que no conocía nada de las tierras y sus formas productivas en los bajos o sur de Jalisco. 

Desde entonces, dice el escritor, el potencial productivo se perdió en el sur de Jalisco y pone como ejemplo la anterior prosperidad de Sayula, que ante las políticas del gobierno que no le importó esta región ni el papel de Sayula, con una carretera mal trazada, dejó a la ex alcaldía mayor de la Provincia de Ávalos y capital del cuarto cantón de Jalisco, desde aquellos años sesenta del siglo pasado, en decadencia. 

¿Qué era decadencia para nuestro querido Rufo? Pues los llamados "Ricos" después de la cristiada, el orden oligarca que impuso Cárdenas en Sayula particularmente, donde mandó a su hermano para que se diera forma a tal imposición. Los cristeros que se aliaron con el gobierno, algunos de ellos gavilleros, pasaron a ser la clase alta del campo en la región sur, gente que no sabía hacer producir eficientemente el campo y se dedicaba a despojo, especulación y tráfico de tierras y  explotación del campesino, con actitudes racistas y clasistas con ese marcado acento criollo español de exclusión social y étnica.  

El asunto es que Juan Nepomuceno Carlos Pérez Vizcaíno, Juan Rulfo, expone a una clase terrateniente del sur de Jalisco como arribistas y trepadores oportunistas que se aprovecharon del conflicto cristero para hacerse de la posesión de la tierra imponiendo sus formas ineficientes de producción y mal gusto. Así pues, un jefe cristero que rinde sus armas y se acoge a la amnistía del supremo gobierno, una familia de cristeros proveniente de Zacatecas y los Altos de Jalisco, algunos artesanos que de la noche a la mañana se ven como terratenientes, sumando a estos los caporales y descendientes de los antiguos oligarcas rurales de la región que heredan parte de la riqueza de las ex haciendas porfiristas en Sayula, son para Rulfo quienes forman la nueva oligarquía post revolucionaria reclamando su "origen" criollo y privilegios de casta, algo evidentemente contradictorio en el orden social y el discurso político ideológico que plasma en su novela "Pedro Paramo" y en el cuento que citamos al inicio de este texto. 

Esto que denuncia Rulfo, efectivamente sume a Sayula en una decadencia social, económica y política que está muy lejos del Sayula del 1870 que era punta de lanza en la industrialización del país en la época del liberalismo juarista que levantó los edificios emblemáticos de Sayula como los portales y parían del centro histórico, las casonas tradicionales en este e industrias pujantes como las de instrumentos musicales, escobas, jabón, cigarros, tequila,  la ferrería de Tula y la fábrica de papel en la sierra de Tapalpa de las cuales parte importante de su capital era sayulense. Esto para el tiempo en que hablaba Rulfo, en esta entrevista, ya no existía, junto con las tiendas de ocho puertas que menciona.  Todo ello fue substituido por una mediocre producción agrícola y una casi nula producción industrial (lo cual requirió un plan de rescate con lo que se llamó por esos años "La Comisión del sur de Jalisco" un plan estatal para rescatar esta parte de la identidad otrora a la vanguardia económica e industrial del país, del atraso en que la sumieron los mediocres ahora con poder. Rulfo no mentía). Con honrosas excepciones la iniciativa empresarial del antigua Sayula se había extinguido y no quedaban más que pusilánimes remedos de hacendados porfiristas y sus pretensiones nobiliarias de criollos tardíos, con sus actitudes violentas fundadas en el clasismo, racismo y segregación social, muestra de ello fuel jardín de la plaza de armas donde ricos y pobres se separaban en espacios exclusivos en las convivencias comunitarias de municipio, en fiestas como carnaval y Ramos los  y fines de semana hasta 1984 que se modificó este espacio. Otro ejemplo es la grave segregación y estigma racista y clasista contra la delegación de Usmajac.

La denuncia de ello que hace Rulfo no les cayó bien a los nuevos ricos de Sayula allá por ese tiempo, sobre todo cuando la imagen de Rulfo se vuelve referente en el país e internacionalmente causa expectativa un año después de esta entrevista con Meyer que citamos, al recibir el premio nacional de literatura en 1970. Es ahí cuando entre esta gente y ante las declaraciones del propio Rulfo, quien sospecho, por lo que hoy cuentan sobre ello los herederos de esta misma gente, tuvo un altercado al visitar Sayula, como solía hacerlo, con esta elite de los "Ricos" de Sayula, que originó el malicioso mito de que Rulfo no quería a Sayula, que se hizo popular apuntalado por la ignorancia del mismo pueblo de Sayula al día y las declaraciones de Rulfo sobre su ciudad natal

A 36 años de la muerte de Juan Rulfo, aun hay muchos ingenuos en el municipio que creen este mito sobre la malquerencia del escritor a su tierra natal, originado por un conflicto al interior de las "castas divinas" que se sumieron en un auto engaño sobre su valor social y económico. Rulfo quiso tanto a Sayula que exhibió a los que lo dañaron volviéndola mediocre y pusilánime, y con nuestro municipio,  a todo el Sur de Jalisco. Juan sólo dijo lo que los pobres y explotados de esta región sabían, desde hace mucho, y resistían levantando su voz sin ser oídos 


No hay comentarios:

Publicar un comentario