martes, 21 de junio de 2022

 Alteplet Xomosoyotl, otro nombre antiguo de Sayula

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

Todos conocemos que de la palabra náhuatl Tzaulan, procede el nombre de Sayula; y que esto significa Lugar de Moscas. Sin embargo don Federico Munguía Cárdenas (que en paz descanse)) cita otro nombre que refiere un asentamiento antiguo al que hace referencia un antiguo documento de conquista apócrifo de Sayula del año de 1530; tal, fue emitido por los escribanos de Nuño de Guzmán, cuando el sanguinario conquistador español que fundara la Nueva Galicia y Guadalajara, intentó apoderarse de Sayula, argumentando una reconquista y refundación, a lo cual no se sometieron los indígenas de este lugar. Más tarde la Corona española, negó a Nuño de Guzmán estas tierras, permaneciendo las mismas como parte de la Audiencia de la Nueva España y colindando con la Nueva Galicia, con Audiencia en Santiago de Compostela, hoy Tepic Nayarit; hasta el decenio de los cuarenta del siglo XVI en que sumó el sur de Jalisco a la Nueva Galicia, hoy Jalisco, con Audiencia en Guadalajara, en el mismo lugar que hoy ocupa. 


"Altepetl" es un título que entraña la jerarquía política precolombina de un asentamiento, esquema territorial en el cual se basó la organización político-territorial española para colonizar el territorio de lo que hoy es México. Esto apuntala la teoría de que Sayula fue cabeza de un importante señorío indígena que controlaba un territorio que se extendía por todo el margen de la playa Seca de Sayula. El siguiente texto aborda esta temática y arroja luz sobre la multiplicidad lingüística en el antiguo Tzaulan y su fragmentación en redes de pequeñas unidades habitacionales a lo largo de su territorio:

"…el uso que hace Gruzinski de una famosa metáfora náhuatl, "la red llena de agujeros" . Según la narrativa de 1528 de los Anales de la nación mexicana, "la red llena de agujeros" fue el legado que recibieron los mexicas después de que el español Pedro de Alvarado masacrara en 1521 a la nobleza nativa (León Portilla, 1992: 173). Los diversos componentes de la narrativa, inmortalizada en la obra monumental de Francisco Javier Clavijero, Historia antigua de México (1780), anulan el renacimiento autónomo de la tradición indígena al argumentar que la tradición mexica fue totalmente destruida y que, por tanto, tal expresión indica principalmente el sentido de pérdida de coherencia y erosión de significado a causa del tremendo impacto que tuvo la Conquista española. Sin embargo, Gruzinski, al igual que muchos otros estudiosos, se resiste a aceptar que un punto de vista indígena construido sobre el pasado y los medios de transmisión de dicho pasado (es decir, los medios para construir la memoria) se hayan per- dido definitivamente en los siglos posteriores a la Conquista.

Una rica historiografía colonial documenta con toda autoridad un proceso extraordinario de construcción cultural, así como la adaptación de elementos simbólicos y materiales externos y nativos, más no la desaparición absoluta de las tradiciones culturales autóctonas. Hacia la segunda mitad del siglo XVI, en la sociedad nativa ya había comenzado el proceso de tejer de nuevo la "red desgarrada", y la búsqueda de hilos que enlazaran el "antes" con el "después" de la Conquista ha sido documentada por estudiosos desde distintos ángulos (Ricard, 1966; Taylor, 1979; Farriss, 1984; Lockhart, 1992; Gruzinski, 1993). En palabras de Luis Reyes García, informante del presente estudio y notable historiador nahua:

Pienso que la representación histórica de Clavijero contiene una ideología terrible y siniestra. Es la historia de la "decapitación" que establece que las personas que detentaban el conocimiento indígena fueron asesinadas, y que solo sobrevivió una población campesina que no tenía ningún conocimiento, por lo que esa población de campesinos contemplaba únicamente una opción: o la asimilación o la desaparición (entrevista a Luis Reyes García, Tlaxcala, 23 de agosto de 1991).

El argumento de que los nativos no eran agentes pasivos en la transformación de sus sociedades a lo largo del periodo colonial  es compartido por Gruzinski en relación con la capacidad de los nativos (o poder de imaginación) para percibir y acomodar la formas de "conocimiento" y "comunicación" -escritura, lectura, teatro, pintura- a fin de asegurar su sobrevivencia y adaptación . De igual manera, la organización socioeconómica española inicial, como las encomiendas (las concesiones del tributo y trabajo de los indios a los españoles) y los repartimientos (tierras que iban a ser distribuidas), así como las parroquias rurales, las municipalidades y las jurisdicciones, fue construida sobre una forma de organización náhuatl anterior a la Conquista, el altépetl o "Estado étnico" (Don Federico Munguía comenta en su libro la Provincia de Ávalos que un título de fundación apócrifo del Sayula español de 1530, citaba como lugar de fundación el llano de Atepetl Xomolsoyotl, que pudo reducirse a Soyotl y que los españoles castellanizarían como Sayula). Tales unidades, los altépetls, según Lockhart, quien basó su estudio en fuentes nahuas, eran asentamientos de personas que "poseían el dominio de un territorio"  (en el caso de Sayula, el margen de la laguna seca). La organización del altépetl reflejaba la existencia y reproducción de la "micro etnicidad" , pues cada altépetl o subunidad autónoma era una entidad soberana con sus símbolos étnicos propios (es decir, un templo y un mercado); y el altépetl estaba dividido en subunidades o calpolli, las cuales eran integradas por una cierta cantidad de familias. Los integrantes de cada altépetl tenían una organización laboral modular y, a la vez, cada altépetl era gobernado por su propio dirigente. Algunas regiones de México estaban, por ende, profundamente fragmentada siendo un conglomerado de confederaciones, formado por un altépetl simple, o complejo, pero no había un solo dirigente de todos los altépetl. Esta forma de organización etno-social, al igual que las etnicidades lingüísticas divididas  (en el Antiguo Sayula se hablaban varias leguas además del tzayulteco), obedecía a las necesidades socioeconómicas de sobrevivencia que las circunstancias exigían; asimismo, era resultado de migraciones y guerras internas. Es interesante resaltar que la constante fragmentación étnica choca con las definiciones modernas para los grupos étnicos compactos,  las cuales entrañan la evolución histórica de un grupo unificado que tiene en su poder un solo territorio. En vez de ello, como lo ha revelado Lockhart, dentro de la misma región lingüística y el mismo territorio, cada complejo altépetl tenía su propio carácter étnico que competía con y era económicamente interdependiente de los demás. Sin embargo, y según el mismo autor, los mandatarios indígenas durante la colonia, intentaron utilizar medios instrumentales para unificar al grupo. Por ejemplo, buscaron escribir y transmitir una historia unificada y poner de relieve una sola dinastía gobernante para, así, dar cabida a la visión de que dicho grupo central era homogéneo y que incluso compartía "ancestros comunes", pues según esto fue un solo calpulli el que había atestiguado la legendaria fundación de la ciudad de los mexicas . Por tanto, no es de sorprender que los mexicas intentaran imbuir desde un principio un sentido de unificación y ensayar una historia oficial . Según esta evidencia, parece que la cohesión, la solidaridad y la movilización de los recursos naturales que permiten que los grupos indígenas modernos busquen los intereses de la colectividad (Urban y Sherzer,) están determinadas por agentes o procesos que operan en el nivel supra étnico (o sea instituciones, Estado, iglesia, migraciones o guerra). Por ello, las etnicidades indígenas mesoamericanas actuales, caracterizadas por su compleja fragmentación, están precedidas por un conjunto de múltiples capas y superposiciones que ejerce influencia en las tradiciones culturales, y tales tradiciones de ninguna manera pueden ser definidas como evoluciones históricas preservadas y casi intocadas internamente. Que las dimensiones nativas de Mesoamérica resultaran en una serie fragmentaria de subunidades étnicas y que algunos gobernantes dinásticos hicieran esfuerzos por plasmar un sentido de solidaridad unificada generaron situaciones de poca importancia en la medida en que el periodo colonial iba avanzando, porque las formas originales de organización empezaron a desaparecer a partir de los primeros años del siglo xvi. Pueblo, la palabra que quiere decir tanto "asentamiento" como "personas" (sin importar el tamaño del grupo), se convirtió en el vocablo dominante para el altépetl antiguo y para las personas nativas, tal como permanece hasta la actualidad. ¿Acaso esto no apoya una primera explicación de que la construcción de la indianidad significa un proceso gradual de unificación? Los vocablos "pueblo" e "indio" se construyeron desde la percepción colonial, transaltépetl y transétnica, que encapsula y simplifica la vasta y fragmentada diversidad autóctona. El efecto de la unificación colonial también se observó en la disolución de los estratos internos de las sociedades nativas que habían estado divididas en elites, por un lado, y por el otro el resto de la gente; pero a medida que estas categorías se fueron eliminando 

 por la uniformación de la división del trabajo, los mayas, independientemente de que fueran batab (nobleza) o macehual (trabajadores), se convirtieron en labriegos y fueron arrojados al fondo de la estructura social (Farriss; Wasserstrom). En contraste, las elites (pipiltin) en el centro de México ayudaron a los españoles en la empresa de la evangelización; Gruzinski, por ejemplo, documenta la capacidad creativa de la nobleza para adaptarse a las nuevas técnicas de comunicación (la tridimensionalidad, el realismo y el alfabeto latino) a fin de transmitir el nuevo significa- do religioso. Los historiadores han relatado la fácil asimilación de la nobleza indígena a las estructuras españolas, pero este grupo so- cial no sobrevivió el siglo XVIII; la de-culturación, la pérdida de influencia y la mortalidad fueron factores que ayudaron a su desa- parición (Gibson). Por lo mismo, la construcción actual de la indianidad no fue influida por la protección de las tradiciones culturales de las elites nativas. Por el contrario, era probable que la nobleza, debido a su fuerte carga de hispanización, se expandiera y adoptara las costumbres y cultura de los mestizos. Si la construcción del mestizo y la identidad indígena se desarrollaban paralelamente, y las dos eran expuestas a los efectos cada vez mayores de la organización territorial española, la inmigración y la evangelización, ¿cuáles son los indicadores más importantes que permiten que haya una indianidad separada? Convengo en que las bases de identidad más duraderas para quienes no llegaron a ser mestizos era la ferviente adopción de la iconografía católica, adquirida junto con otros rasgos importantes, durante las tres etapas de hispanización propuestas por Lockhart :   1545-1550 ; 1640-1650, y 1640-1650 a 1800 y después."  - Natividad Gutiérrez Chong. 

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