lunes, 12 de junio de 2023

 Política de iure y filosofía de factum…

Por Rodrigo Sánchez Sosa

Lo más ridículo que uno puede presenciar, es escuchar a alguien hablar de lo que no conoce; pero, más ridículo es escuchar declaraciones de políticos ignorantes  con poder, sobre lo que no entienden en lo más mínimo. Es grotesco.

Hablar de "cultura" lo hace a uno verse importante e inteligente; pero, ahí está la trampa, la gran mayoría de las personas no sabe pero cree que si, qué es "Cultura"; entonces los merolicos y los ignorantes fanfarrones, se ven bien hablando de algo que es ambiguo para la mayoría, sin saber una jota de ello. Se dice que todo es cultura, pero cuando algo es todo, es nada. El debate público en Sayula y por tanto político, tiene que ver con la cultura hoy, paradójicamente porque tenemos un presidente municipal inculto y un pueblo que cree entender qué es cultura. No es que yo lo sepa la cuestión está en debate, pero mi ignorancia es la de Sócrates; en cambio nuestro presidente municipal a todas luces con pocas luces, quiere verse culto y hace el ridículo, sin pena ni sonrojo. Yo no puedo más que aportar al debate que lo público impone, una reflexión filosófica, de verdad, de uno de los últimos filósofos españoles, que cuestiona, en un libro del que comparto una pequeña parte adaptada por un servidor, la cultura y la califican como mito contemporáneo, de manipulación política:


"El ascenso del prestigio de la idea de cultura parece, por tanto, que no está desvinculado de la indefinición de la idea o, dicho de un modo más positivo, de su confusión. Por ejemplo, eso de la cultura universal o de patrimonio universal ¿Hay que entenderla como una cultura ya instituida tal que, siendo por derecho de todos, esté de facto monopolizada, administrada o secuestrada por ciertas clases privilegiadas, aristócratas o burguesas? En este supuesto la connotación despectiva que arrastra en bocas proletarias la expresión "cultura burguesa" debería ser puesta entre paréntesis, al menos cuando con tal expresión designásemos, no tanto el monopolio, cuanto los contenidos de la cultura monopolizada por la burguesía, si es que esos contenidos se entienden como virtualmente universales: pintura de museo, arquitectura, literatura, música clásica, buen gusto, estilo, arte...de lo que se trataría entonces sería de repartir o distribuir estos contenidos de la cultura entre todos los hombres (el pueblo). Sin embargo, no es evidente, ni mucho menos, que los contenidos de la cultura burguesa sean virtualmente universales, es decir, que su valor se mantenga al salir fuera de la clase privilegiada que los detenta. 

¿Acaso la cultura de patrimonio universal, no debe ser entendida, desde el principio, como una cultura cuyos contenidos han de ser necesariamente nuevos para las culturas particulares, ser una cultura de vanguardia, expresada incluso en una lengua nueva, pues sólo en esta hipótesis la universalización de una cultura particular, siempre en su génesis, podría llegar a ser una cultura de universal patrimonio, no sólo de hecho, sino también de derecho? 

Por otro lado, desde el momento en que se reconoce la pluralidad de las culturas particulares -la cultura maya, la cultura azteca, la cultura judeo- cristiana.. .- ¿Qué puede significar "cultura de universal? ¿El conjunto de rasgos  culturales de diversas y diferenciadas culturas, cuando desbordan los límites de una cultura particular y pretenden incorporarse, a través de la cultura occidental, a todas las culturas del mundo? ¿O acaso una cultura de patrimonio universal puede ser otra cosa que la representación científica de todas las culturas (lo que equivaldría a una universalización de la Antropología), o más bien el ejercicio de todas ellas? Cualquiera de estas alternativas parece absurda (utópica). El conocimiento científico de cada individuo perteneciente a una cultura dada (antropología), no convierte a todas las culturas particulares en culturas de patrimonio universal, salvo si se supone que todas ellas fueran compatibles y que el antropólogo universal que las estudiase pudiese concebirse como un sujeto no adscrito a ninguna cultura concreta; en cualquier caso, el conocimiento científico de las culturas no implica, desde luego, el ejercicio de las mismas. Una cosa es conocer las modulaciones de las estructuras del parentesco como base de una cultura y otra cosa es practicar a la vez, inspirados por el espíritu del "humanismo integral", el matrimonio árabe, la poliandria y la monogamia, valores antagonicos de distintas culturas.  

Por otro lado ¿Cómo se puede ejercitar a la vez el sistema de castas y el sistema democrático? ¿Cómo se puede ser a la vez antropófago y vegetariano, aunque sea invocando la máxima de Terencio: "Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno"? El hombre universal tendría que ser simultáneamente o, por lo menos a diferentes horas del mismo día, budista y animista, judío y cristiano, musulmán, agnóstico y ateo. La idea de una "cultura de patrimonio universal"  sólo parece significar algo cuando se mantiene en estado de extrema confusión y oscuridad. Confusión y oscuridad, además, que tendrá lugar en el terreno objetivo -no meramente en el terreno de las palabras o de los pensamientos subjetivos-, puesto que ese todo complejo que es la cultura… abarca partes o componentes muy heterogéneos pero no enteramente separables, ni tampoco continuamente unidos por todos sus puntos. 

En efecto: el término cultura tomado en toda su amplitud, es decir, como concepto antropológico, cubre ese "todo como cultura" es decir todo lo que hace el hombre y, por tanto, no sólo las diferentes capas en las que cabe situar a sus diferentes componentes sino también a las diferentes esferas o círculos de culturas en sentido etnográfico: cultura egipcia, cultura maya, etc. 

Sin embargo, el término cultura, cuando se utiliza en contextos político- administrativos, por ejemplo en el contexto de los "Secretarias de Cultura", "Casas de la Cultura" o "fundaciones Culturales", todavía cobra un significado más confuso y, por cierto, más reducido del que es propio de los contextos científicos antropológicos. Nos referiremos, por ello, a esta acepción del término cultura con el nombre de cultura circunscrita (reducida o limitada) institucional, puesto que, sin duda, esta acepción constituye una limitación más o menos artificiosa del "todo complejo" de la cultura. Los contenidos incluidos en la cultura circunscrita o institucional se tomarán, no sólo de la capa que contiene la perspectiva científica sino de aquello socialmente asociado con el término: danzas o canciones de coro o de solista, desfiles de fechas cívicas, religiosas o tradicionales, turismo, así como deportes; y además  bibliotecas, museos, edificios de patrimonio histórico artístico y demás monumentos. 

(¿El deporte como cultura? ¿El maquillaje y el corte de pelo como cultura? ¿El ánima de Sayula y el festival gay de Sayula como cultura?...)

Los criterios  de las dependencias culturales del gobierno son fantasiosos y  los límites de su denotación extraordinariamente imprecisos y borrosos. Desde luego, partes tan sustantivas del todo complejo como puedan serlo la tecnología, la ciencia, los militares, las escuelas, quedan fuera de la circunscripción de estas dependencias "culturales" desde el momento en que entran a formar parte de la jurisdicción de la secretarias de ciencia y tecnología, educación o de la SEDENA. Pero no es nada fácil englobar en un concepto mínimamente consistente el rompecabezas de contenidos cubiertos por una secretaria de la Cultura. 

¿Qué tienen en común el teatro, la música, los deportes, la pintura, la literatura, las fiestas populares, aun cuando formen parte de una misma esfera, de una misma cultura mexicana o francesa? ¿Por qué estos contenidos se segregan de otros contenidos de su esfera cultural, tales como las ceremonias religiosas, el derecho, la agricultura, la silvicultura o la piscicultura? No es suficiente, desde luego, hablar de una "alta cultura" frente a una "cultura popular" o baja cultura como propone la tradición burocratica de la cultura. Tampoco faltan definiciones metafísicas: "La cultura en sentido circunscrito o institucinal es la expresión del espíritu o, precisando más, del espíritu del pueblo, o de los pueblos que están representados en un Estado a cuyo servicio está la Secretaria de Cultura, o casa de la Cultura o regiduría de. Así opinan quienes creen que la "cultura de un pueblo" equivale a la "identidad cultural" de ese pueblo. 

Esto explica que quienes critican la existencia de las secretarias de Cultura de rango federal, suelan criticar las políticas culturales de la federación en nombre de los supuestos "pueblos originarios" incluidos en el territorio de la federación, en nombre del pueblo wixárika (huichol), por ejemplo, propugnando para ellos una dependencia cultural del pueblo wirxárika; sólo que sus contenidos seguirían siendo homólogos, aunque igualmente circunscritos, a los de la secretaria de Cultura federal. Otras veces la cultura institucional tratará de definirse apelando a categorías sociológicas, como ocurre cuando se la interpreta como "cultura del ocio" o "cultura del tiempo libre", frente a la "cultura del trabajo" (por supuesto, no del trabajo de quienes fabrican la cultura). 

Por lo demás, estos criterios tan diferentes -el histórico patrimonial, el sociológico o el político- confluyen ampliamente en la cultura como "ocio", porque muchas veces el "ocio" se asocia a la libertad o al espíritu, en términos cristianos: el domingo, por ejemplo, en cuanto que es "día del culto a dios", y no sólo día de descanso cuya función no se reduce solo a la de una reparación de fuerzas, es "ocio". El trabajo, en cambio, se asocia a la esclavitud, a la materia en contraposición al espíritu. De este modo tendríamos cómo el domingo habrá pasado de ser "día de culto" a ser "día de la cultura)), día del espíritu. En resumen: nos encontramos, en el momento de intentar definir el común denominador de estos contenidos de la cultura institucional, como cultura espiritual, en una situación similar a la que se encuentran los físicos cuando intentan definir el común denominador de los contenidos de la Física según criterios no metafísicos. Alguien propuso a los físicos, a fin de evitar los debates metafísicos, una definición operacional de "Física" que iba envuelta en una cierta atmósfera humorística:"(Física es lo que se contiene en el manual académico de la física como disciplina" Por analogía, podríamos definir que la cultura institucional es "Aquello que cae bajo la jurisdicción de las secretarias de Cultura. O sea cultura es aquello que al poder político se le ocurra." ("El mito de la cultura" Gustavo Bueno, Filosofo español, frag. adaptado para este espacio.)   




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