lunes, 12 de junio de 2023

 Los portales de Sayula, parte del conjunto

neogótico regional identitario del sur de Jalisco

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

“Quien haya recorrido la zona sureste aledaña al volcán de Fuego o Colima, se habrá percatado de la existencia de portales semejantes en algunas de las fachadas que rodean las plazas principales de varias poblaciones, a saber: Sayula, Ciudad Guzmán, Tonila y Colima. Más allá de la similitud formal entre ellos y de compartir, probablemente, la mano de obra, tipos de materiales y técnicas en su edificación, dicho fenómeno, pensamos, se explica con mayor amplitud a partir de procesos sociales y de las diversas maneras de apropiación del territorio. Reflexionar desde estos ámbitos permite comprender dichas obras no como una serie de copias -"práctica generalizada a lo largo de los tiempos" de los maestros de obras e importantes artistas como sistema para el aprendizaje, sino como representación, en el ámbito de la arquitectura, de la apropiación del territorio que vemos en otras prácticas, mediante las cuales se construyen y reconstruyen los regionalismos de varios tipos -por ejemplo, aquellos de conformación histórica del espacio regional o autoconstruidas, las asociativas y las virtuales-, mismos que aunque corresponden a escalas diferentes reivindican lo regional y dan cohesión. De tal suerte, la presencia de los portales en esta zona alude a formas y funciones representativas de las relaciones sociales, del pasado y del presente, que tienen lugar en "un recorte territorial que se identifica como región … una realidad que carga en sus formas espaciales la huella de la modalidad con que las formaciones socioeconómicas … han considerado el aprovechamiento del territorio" y que, en consecuencia, hacen a la región distinguible de los "espacios vecinos o distantes"… 


 Tal estado de los modos y la vida cotidiana no fue modificado sustancialmente, no obstante el proceso de cambio social iniciado a partir de la segunda década del siglo XIX -que incluyó actuaciones que a la postre defnirían el contorno sur de Jalisco-. Acaso por el contrario, los regionalismos encabezados por las élites locales -orientadas por actores políticos, económicos e intelectuales- concibieron avanzar más en la representación de "sus valores y sus modos de relacionarse" en el ámbito espacial y simbólico ante otros actores y poderes extra regionales, máxime frente  al poder central "cuando éste escudriña el territorio para dividirlo tanto política como económicamente".  Por lo tanto, una mirada a los territorios y localidades aledañas al volcán Colima o de Fuego revela, pese a la nueva reorganización administrativa y económica acaecida durante la segunda mitad del siglo XIX, elementos cohesionadores que atañen a la vida cotidiana -algunos de carácter natural, como los frecuentes sismos y exhalaciones del volcán, y otros culturales, como el hecho de compartir un paisaje,  y ciertos proyectos locales que muestran el empeño por manifestar espacialmente procesos societarios "distinguibles de los que se ejercen en los espacios vecinos y distantes", que responden a una temporalidad e identidad propia. Es el caso de la paulatina erección de portales semejantes en ciudades y pueblos ubicados en el lado sureste del volcán de Fuego, lo que, a la postre, permite la construcción de una región desde una lógica distinta a la de otros recortes espaciales más frecuentes para análogos territorios. Visto así, los portales de las localidades de Colima, Sayula, Ciudad Guzmán y Tonila son "formas espaciales concretas que no serán otra cosa que la regionalización de los distintos procesos sociales", procesos que igualmente dan cuenta de las relaciones internas tanto como de las establecidas con el exterior, es decir, expresan también relaciones históricas y sociales más amplias que, en este caso, mediaron para la adaptación de formas provenientes de otros lugares. Las formas neogóticas que dan carácter a los corredores erigidos en las plazas principales de las localidades mencionadas, integraron las numerosas corrientes arquitectónicas agrupadas en el eclecticismo generalizado en buena parte del siglo XIX, y que en algunos casos se extendieron hasta el siglo XX.  A pesar de su propagación, el eclecticismo en la arquitectura fue considerado por algunos arquitectos influyentes a lo largo de este periodo "como un signo de inmadurez y dependencia de México respecto a modelos extranjeros anticuados", hasta mediados de la centuria pasada, cuando varios estudiosos coincidieron en explicar el eclecticismo   del arte y la arquitectura mexicana … como resultado de la búsqueda de una identidad nacional [es decir, la indagación de] 'una expresión auténtica y propia'". Dicho de otro modo, "búsqueda de formas para expresar la experiencia americana" en general, si bien no se puede afirmar, al menos para la arquitectura, que sea "directa la relación cronológica de hechos políticos y sociales con los estilos arquitectónicos". El uso de formas neogóticas en México -sobre todo de influencia francesa, para entonces considerado el estilo nacional- correspondió con el avance del movimiento artístico y cultural conocido como romanticismo, el que se desarrolló hacia mediados del siglo XIX en un complejo y contradictorio contexto marcado por varios conflictos bélicos -internos y frente a naciones extranjeras-, inestabilidad política, auge del pensamiento liberal, pausada construcción del Estado-nación fundamentado en el proceso de homogeneización de la sociedad, seguido por la imposición de "un único sistema económico, administrativo y jurídico", crecimiento de la burguesía -no necesariamente "el desarrollo de una conciencia de grupo"-, a la vez que la aspiración de construcción del yo colectivo… Las primeras obras de arquitectura neogótica en el país se erigieron hacia mediados del siglo XIX -unos pocos años antes que la fabricación del primer portal aledaño al volcán Colima-; los elementos tipológicos del gótico continuaron empleándose a la par con otras formas correspondientes con el eclecticismo hasta las primeras décadas del siglo XX… 

En el caso particular del territorio aledaño al volcán de Fuego o Colima las primeras manifestaciones se adjudican a repertorios distintos al religioso, es decir, al conmemorativo y urbano comercial: la construcción de un monumento al primer gobernador de Colima, general Manuel Álvarez Zamora (1800-1857),  en el atrio de la antigua capilla de La Salud de la ciudad capital (categoría obtenida en 1824),50 entre los años 1857 y 1865, y la edifcación del portal Barajas a partir de 1860 -luego rebautizado como Medellín en honor al tapatío Miguel Contreras Medellín, gobernador de Colima de 1859 a 1860-, "probablemente [la obra] más importante por la influencia que ejerció en la región". Las dos construcciones atribuidas al alarife colimense Lucio Uribe (1833-1890 o 1892). Ambas obras son significativas por las fechas en que se decidió erigirlas, todavía en el contexto de la guerra de Reforma. 

 Casi dos décadas después de construida la galería colimense, se iniciaron los trabajos de edificación de otros portales en las plazas principales de algunas localidades del territorio aledaño al volcán, los cuales, en todos los casos, preceden a edificios del repertorio doméstico y comercial. Los primeros se alzaron en fincas de la plaza de armas y la del comercio de la ciudad de Sayula en 1882,  a los que siguieron los de Ciudad Guzmán en 1885, también en el área central de la población y en cuya ejecución bien pudo participar Lucio Uribe, por la similitud que tienen algunos de los portales con el de Medellín. Por último, en fecha posterior -1898, si nos atenemos al letrero colocado en la fachada del inmueble-, se edificó el pequeño corredor de la villa de Tonila -título otorgado el 1 de abril de 1878 mediante el decreto 520-, hoy mejor conocido como el portal "viejo" o Ramírez. El prototipo de portal desarrollado en Colima y adoptado en estos sitios urbanos se compone por elementos figurativos tales como la combinación de arcos -apuntados en el borde exterior y trilobulado en el interior-, óculos o lucernarios circulares, pilastras tableadas, ramilletes de columnas circulares y capiteles compuestos. No obstante, lo interesante en este estudio comparativo no es la originalidad formal y espacial de la propuesta, sino la posibilidad que ofrece visualizar la construcción de un tipo de región a partir de procesos sociales, especialmente de la autoconstrucción de regionalismos, expresados arquitectónicamente en el territorio. El gusto por el  neogótico, se extendió con el tiempo a la construcción de nuevos portales, fachadas e interiores de edificios tanto de Colima como de Sayula y Ciudad Guzmán, e incluso produjo variantes, algunas de ellas contemporáneas." 

("Portales aledaños al Volcán de fuego" Estrellita García F. Estudios jaliscienses número 100, mayo de 2015)

 


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