viernes, 4 de junio de 2010


La tierra de los fantasmas

Lizeth Sevilla
“El pulque : memoria de un pueblo”

Las bebidas prehispánicas han sido consideradas un fenómeno de estudio desde diferentes perspectivas, desde las psicológicas, antropológicas, sociológicas y filosóficas. Han tenido por objetivo estudiar desde los orígenes de estas bebidas, como la transformación que tuvieron a través de los años y la oquedad que trajo la modernidad.
Cuenta la historia que Mayahuel era un personaje mítico que descubrió que el maguey podía producir un líquido blanquecino y dulce que conocemos como aguamiel o necuhtli. En el mito nahua de la creación del maguey Mayahuel, deseaba poder conocer la vida en la Tierra, Ehecatl-Quetzalcoatl, quien conocía los sentimientos de ella, y valiéndose de la necesidad de que los dioses tenían de dar al género humano un gusto por vivir y de obtener alegría para que así fueran recordados, fue a verla para convencerla a viajar a este mundo. Aprovechando que su abuela y hermanas estaban dormidas, ellos pudieron viajar juntos a la tierra y al llegar se transformaron en dos árboles floridos entrecruzados. Cuando despertó su abuela fue a buscarla con sus hermanas y al encontrarla transformada, la separaron del árbol de Ehecatl y la despedazaron, repartiendo sus restos entre sus hermanas y abuela para comerla. Cuando hubieron terminado y marchado, Ehecatl- Quetzalcoatl se transfiguró a su forma y recogió los restos de la diosa, los enterró y de sus restos nació el maguey. Los pueblos aprovecharon esta planta al máximo, usando su jugo para alimentar al pueblo y le dieron un valor importante en ceremonias y rituales. Llegada la conquista y la evangelización la situación fue transformándose, prohibiendo a toda costa la bebida del pulque, porque los frailes la consideraban intransigente y pecaminosa; fueron capaces de modificar los rituales y ahora en lugar de permitir que nuestros antepasados hicieran el ritual acostumbrado a la tierra, los obligaron a orar en el nombre de Jesús, quitándoles todo esencia. Pasado el tiempo se dieron cuenta de que podían comercializar con esta bebida y someter a la gente.
Una de las acusaciones más concisas contra el consumo del pulque era que producía embrutecimiento y degeneración entre la población consumidora. Durante la época del Porfiriato los gobernantes y políticos, con su clara predilección por los gustos y costumbres de Occidente, afirmaban que la población rural y urbana era desde la infancia, inducida a desarrollar embriaguez, ya que se le alimentaba con pulque, convirtiéndolos así en borrachos empedernidos y en probables criminales. Joaquín Casasus, un impugnador del pulque, denunció en abril de 1886 que la ciudad de México estaba convertida en la ciudad del vicio de la embriaguez, ya que había 817 pulquerías y 781 expendios de licores, en total 1598 lugares que representaban aritméticamente el 17% de un total de 9,000 construcciones en la ciudad de México (Martínez, 2001, Testimonios sobre Maguey y el pulque. Guanajuato: ediciones La Rana). 
A partir de la década de 1920 la industria del pulque sufrió una serie de transformaciones que marcarían el rumbo de su destino. Los promotores de la cervecería más grande de América invitaban a los potenciales clientes a tomar un vaso de esta exquisita bebida color de oro. Puede ver al través tan bien, como al través del más limpio cristal. Todavía a mediados del siglo XX se encuentra el desprestigio anacrónico otorgado a la bebida del pulque incluso en los ámbitos académicos. José Paz en su obra En defensa del pulque (1935) hace un recuento de los estudios y escritos que se habían hecho acerca de la bebida del pueblo, el autor afirma que el pulque constituye un factor económico de la mayor importancia, que sus virtudes han sido comprobadas por la ciencia, que es un factor alimenticio de primer orden y finalmente que los motivos de las persecuciones obedecen a causas sociológicas sin razón y a inmorales lucros y maniobras interesadas para favorecer industrias cerveceras y alcohólicas. Para 1950 vino la decadencia del Pulque, los campesinos dejaron de producir y sembrar maguey por la falta de compradores que ahora estaban interesados en la cebada, el maíz y por la llegada garrafal de fábricas e industrias cerveceras a las que el gobierno apoyó vendiendo tierra ejidal.
En la actualidad, son pocos los establecimientos que venden Pulque, son pocas las personas que se dedican a su producción y pocos los pueblos; infaliblemente el ritual ha terminado; ahora parece estar de moda entre cierto sector de la juventud decir: vamos a echarnos un pulque, sin el trasfondo que tiene consumirlo. Las empresas le apuestan a la cerveza, a los vinos extranjeros, dejando de lado lo que se produce en tierra mexicana y el significado que tiene seguir consumiéndolo y volver a hacer de esto un mercado potencial. Por mucho tiempo el pulque fue la bebida del pueblo mexicano, la bebida que alimentaba a niños, que evitaba enfermedades y curaba de otros males desconocidos; ahora es parte de la nostalgia de los que tomamos por reverencia y pasión. 


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