jueves, 16 de abril de 2009

La clave está en comprar sólo lo básico

Por: Ángel Arturo Cisneros Paniagua
<> Ésta parece ser la filosofía del mundo capitalista actual, a la que se suma que todo ha de ser lo más rápido y desechable posible. El consumo masivo y despilfarrador de recursos de todo tipo, se volvió la cultura que domina nuestras vidas. Hemos permitido que la nueva "evangelización" que se imponga en todos los pueblos sea la del dios "MERCADO".
Después de siglos de evolución se ha llegado el momento de que todos entiendan que <> no siempre es <>. Nuestra vida se ha ido complicando demasiado con necesidades que antes no existían, valga la rebusnancia, innecesarias o inventadas por el mismo mercado. ¿Necesitamos un calentador de gas automático encendido todo el día?, ¿necesitamos un vehículo todo terreno que pueda alcanzar una velocidad de 300 km/hr, tan solo para ir a una oficina o por los niños a la escuela, que está a tres cuadras de tu casa?, ¿necesitamos que cada galleta o panecillo venga envuelto individualmente en papel metálico y metido dentro de un paquete plastificado, que a su vez estará dentro de una caja más grande, y que para acabarla te darán una bolsita negra para que te la lleves más cómodamente, dos cuadras caminando o en el carro y la tires llegando a tu casa?
En ocasiones esta cultura desechable es ridícula y llega a ser muy tonta, pero además tiene consecuencias que son preocupantes. Necesitamos despertar y entender que muchas de las cosas materiales por las que nos matamos en un trabajo casi esclavizado, o por las que sacrificamos nuestra salud y familia con tal de conseguirlas, tienen mucha menor importancia de lo que la televisión nos dice. Compramos y compramos sin pararnos a pensar si nos resulta necesario o cuáles serán los beneficios que tendrá el hacerlo.
Una vez cubiertas las necesidades materiales realmente básicas, <> comienza a ser anti social (muchas personas mueren de hambre y nosotros derrochamos), anti económico (gastarás mucho más de lo que realmente puedes y trabajarás más para pagar) y sobre todo anti ecológico (los recursos naturales al ritmo con que los gastamos serán agotados muy pronto).
¿Pero quién y cómo nos han hecho adoptar esa cultura?
Las grandes empresas (privadas) a través de la mercadotecnia y con la ayuda pagada de la mayoría de los medios de comunicación (privados), nos han ido insertando en el cerebro la un poco o muy estúpida idea de que entre más compres sus productos y en sus tiendas, más vales, más importas y hasta más suerte tendrás en el amor. Claro esto es una completa y total mentira. Lo que quieren es vender más y lo más caro posible. Ahora sí, han adoptado la cultura errada de que: mientras yo gane, no importa si los demás se friegan.
Pues es la verdad, y sí, da lástima que existan tantos males en la sociedad y todos creados por la ambición de muchos que al querer comprar, recibir o tener más para sentirse más que los demás, han pisoteado, abusado, corrompido, etc., a su prójimo, y este prójimo a su vez, al sentirse pisoteado, abusado, corrompido, etc., solo se detiene un poco hasta resignarse, y decirse así mismo "que tonto fui, pero para la otra yo me la cobro" pero lo malo que se desquita con la primera persona que se pone en frente.
Y así mis amigos, inicia un círculo vicioso, en el que reina la desconfianza, el egoísmo, el desamor y el deseo de tener Más, para sentirme Más que los demás.
Si la gente dejáramos de creernos la farsa de que todos debemos ser más que los demás y que para ello tenemos que comprar más que los demás, otra cosa sería. Pero en este sistema capitalista maquiavélico el fin justifica los medios, y nos dividen para poder ganar.
Si nos enfocáramos en ayudarnos unos a los otros, si todo ese dinero que gastamos en comprar a cada rato un nuevo artículo de moda, lo utilizáramos para crear espacios culturales, espacios recreativos, espacios deportivos y de salud, o si nos enfocáramos a satisfacer las necesidades básicas de TODOS como buenos vecinos, y entendiéramos que solo hay un mundo, y que ese mundo no nos lo heredaron nuestros padres si no que nuestros hijos nos lo prestaron, otro mundo mejor sería posible y claro un Sayula mejor también.

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