martes, 13 de abril de 2010

El Campo, el Maíz y el Capital

Por Maya Piedra Galindo

En México y en el mundo los campesinos y los cultivos tradicionales son amenazados constantemente. Aún así, es inquebrantable la resistencia y la permanencia de los pueblos originaros, quienes tienen la firme claridad de prevalecer enraizados en sus antepasados, quienes les enseñaron el respeto a la tierra y todos los entes sagrados que en ella habitan. Este saber lo guardan en sus corazones y sus conciencias, los siembran en sus hijos y nos lo recuerdan a quienes lo hemos olvidado. Pero no es fácil esquivar los embates del sistema capitalista, el ataque es brutal y por todos lo frentes: cultural, económico y político, solo por mencionar algunos. 
A continuación se presenta una pequeña semblanza de la problemática que enfrentan actualmente los pueblos del maíz, debido a la industrialización del campo con la llamada revolución verde y con la embestida más actual de la revolución biotecnológica. 
Los pueblos:
Durante miles de años, los pueblos originarios mesoamericanos vivieron en un proceso de crianza mutua entre comunidades y territorio. Atendiendo y conviviendo con la naturaleza, entendieron la reciprocidad que existe entre cada uno de los elementos que la conforman: tierra, bosques, viento, agua, luz, fauna, minerales… Los saberes que iban acuñando, los fueron guardando y transmitiendo de generación en generación. 
Hace aproximadamente 10 mil años, gracias al conocimiento que llegaron a consolidar, tuvieron la posibilidad de comenzar a producir sus propios alimentos. Así lograron hacer del teocintle, una especie de pasto que crece de manera espontánea, uno de lo granos básicos para la alimentación de la población mesoamericana: el maíz. 
El maíz, junto con el trigo y el arroz, conforman tres granos esenciales que, en su momento, le dieron origen a grandes culturas y que, actualmente, sirven de alimento a la humanidad entera. El maíz se distingue por contener una mayor cantidad de nutrientes y además se utiliza toda la planta: el grano, la espiga, las hojas y la mazorca, para varios usos.
El Mercado:
En México, en la década de 1970, llegaron las empresas del vecino país del norte (Estados Unidos), con la novedad de la Revolución Verde, para la industrialización del campo, impulsada por transnacionales como Monsanto. No sobra decir que dichas empresas, actualmente semilleras y productoras de pesticidas, en sus inicios fueron fábricas de sustancias químicas, que vendieron como venenos y armas para la guerra. Uno de los más conocidos es el agente naranja, creado por Monsanto y suministrado al ejército estadounidense en los años 60s, para combatir durante la guerra de Vietnam. Fue así como Monsanto y empresas como Du Pont y Syngenta, encontraron que los venenos utilizados para matar la yerba en zonas de gran biodiversidad, podrían ser vendidos como insumos para la agricultura. Conscientes de que tanto la alimentación como la agricultura se convertirían en unos de los mercados más grandes del mundo, idearon la manera de centralizarlos, a fin de insertarlos en la lógica comercial y, claro está, apropiarse de las ganancias que generan. 
Dichas empresas, además de iniciar la comercialización de los llamados agroquímicos, crearon las que nombraron, semillas híbridas o mejoradas, que en síntesis son injertos de plantas en ambientes controlados, lo cual les permitió generar características homogéneas en una cierta cantidad de granos, que posteriormente venderían de manera comercial en los mercados rurales del mundo. Prometían mayor resistencia a cierto tipo de plagas y condiciones climáticas. Sin embargo para los campesinos del mundo eso realmente no era necesario, pues después de una práctica agrícola de más de 7 mil años, es de saberse que desarrollaron controles biológicos naturales para sus cultivos, y la ingeniería genética tradicional, permitió que el maíz se adaptara a cualquier condición climática necesaria. El maíz se cultiva actualmente de manera tradicional y con semillas originarias en todos los climas y alturas del país, desde la costa hasta la sierra.
El gobierno:
En México, al igual que en tantos otros países fundamentalmente agrícolas, el régimen de gobierno se ha puesto al servicio del capital, seducido por las posibilidades económicas a las que -en teoría- accedería al ser acreditado como miembro activo por los propulsores de la era industrial en el campo. Sin el menor miramiento hacia la opinión de los campesinos y sus formas agrícolas tradicionales, los gobiernos se han sometido al juego de las trasnacionales. 
En los años 70s, durante la administración de Echeverría, se crearon programas gubernamentales de subsidios al campo, tales como el Banrural, encargados de llevar de manera gratuita los paquetes agrotecnológicos a todas las zonas agrícolas del país. Sin embargo la entrada de dichos insumos no fue sencilla y la aceptación de los mismos únicamente se puede comprender, si a la par, le echamos una mirada a otras dimensiones que delinean el contexto de la problemática agraria, tales como: el despojo de tierras y la privatización del agua.  
La posesión o no del territorio en manos de los pueblos campesinos determina la práctica agrícola nacional. Históricamente la iniciativa privada, con uso de violencia y legitimación gubernamental, ha intentado apropiarse del territorio para convertirlo en mercancía. Bajo esta lógica los empresarios del campo imponen los monocultivos, el uso de sustancias tóxicas y maquinarias, a fin de obligar a la tierra a producir industrialmente. 
Ahora son visibles los resultados de la Revolución Verde: una tremenda profanación a la naturaleza y a la salud de la gente, suelos compactados, erosión, deforestación, contaminación de aguas profundas y superficiales, plagas y cáncer. 
Los transgénicos
En el año 2005, el gobierno de Vicente Fox aprueba la ley de Bioseguridad y Organismo Genéticamente Modificados, mejor conocida como ley Monsanto. Ahora los promotores del desastre campesino permanecen en el mercado agrícola nacional, encubiertos con una nueva iniciativa: la Revolución Biotecnológica, que consiste básicamente en la introducción de semillas transgénicas resistentes a un químico producido por las mismas empresas y semillas que contienen en sí mismas, toxinas insecticidas. 
Los campesinos, organizaciones e investigadores, conscientes y preocupados por la problemática, analizan lo sucedido con estas tecnologías en otros países. Los resultados son escalofriantes. Por un lado el residuo de tóxicos en los alimentos aumentó 200 veces, pues existe un mayor uso de agroquímicos, ya que las semillas son creadas para ser resistentes a éstos. Los efectos a la salud no son menores, alergias, debilidad inmunológica, esterilidad, problemas en vaso, hígado y riñones. Por otro lado es la primera vez que se patenta algo que está vivo y cualquiera tiene que pagar para sembrar estas semillas, fortaleciendo los monopolios de semillas: únicamente Monsanto tiene casi el 90% del mercado de transgénicos en el mundo, hecho nunca antes visto en la historia del capitalismo. Es probable que lo más grave para la diversidad del maíz sea el que las variedades nativas se contaminan con polen de variedades transgénicas, con lo que las semillas originarias corren el riesgo de perderse. En Estados Unidos después de usar transgénicos durante 13 años se descubrió que su productividad es menor que la de semillas híbridas: las semillas transgénicas que expiden toxinas están matando los lepidópteros (mariposas) y polinizadores, lo cual puede ser, junto con el calentamiento global, una de las mayores catástrofes ambientales. 
La resistencia:
En México, históricamente, los pueblos originarios luchan por la preservación de los territorios, la generación de biodiversidad, las economías de autoconsumo y una vida sustentable. Para ello a nivel nacional fortalecen la organización y generan redes de información y diálogo entre las regiones del norte, centro y sur del país, abriendo ventanas, que dibujan escenarios sobre prácticas, amenazas y resistencias. Así las comunidades campesinas, junto con sus autoridades tradicionales, las que mandan obedeciendo, llegan al análisis y reflexión colectiva.
A nivel regional y comunitario, deciden no permitir la entrada de semillas comerciales. Con argumentos sustanciales nos explican acerca de las propiedades del maíz y los múltiples usos que tiene además de alimentarnos. También nos hablan de la milpa y la diversidad de plantas comestibles que alberga, del cuidado que se vierte hacia la tierra y la biodiversidad al mantener las formas agrícolas tradicionales, del mejoramiento histórico y continuo de los granos a partir de la convivencia mutua entre campesinos y territorio.  
Al escuchar sus palabras, recordamos que la vida se desenvuelve naturalmente, entre el espacio y el tiempo, en un andar constante pero sin prisa, cediéndole el paso a los elementos sociales y naturales, posibilitando el desarrollo de una integración orgánica, en equilibrio y bienestar mutuo.

De la Dirección : Maya Piedra Galindo es Socióloga, egresada de la Universidad de Guadalajara y nos manda este trabajo a Horizontes pensando en la importante zona agroindustrial en que se ha convertido el municipio de Sayula. Le damos la bienvenida al equipo de nuevos colaboradores de nuestro semanario, esperando que sus entregas enriquezcan aún más sus páginas y el criterio de nuestros lectores se vea fortalecido. Enhorabuena.





2 comentarios:

  1. Bueno, en el sentido de que los agricultores mexicanos pierden, se está de acuerdo; en que la tecnología debe satanizarse, ahí es imposible.

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  2. Yo solo pido . . . exijo . . . al Sr. Rivas que agilice la Seguridad, estamos cayendo en un hoyo muy grande de inseguridad y vamos de mal en peor, ahora resulta que ya no podemos andar tranquilos por las calles de sayula, porque nos da miedo que nos roben el auto, la bicicleta, la moto o a nosostros mismos nos maten o nos desaparezcan como ha ocurrido con el chino, y ahora con Luis que se encuentra desaparecido . . . ya basta de tanta violencia en Sayula, alcemos la voz y unamos fuerza para lograr que esto pase, pero tambien exigirle al Presidente que ya se deje de pendejadas y en vez de poner a leer a los policias los ponga a trabajar, y el cumpla con toda la seguridad que prometio para Sayula.

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