miércoles, 9 de junio de 2010

La Milpa como forma de cultivo.
 El caso del pueblo Wixarika 
Maya Piedra Galindo 
El acercarnos al cultivo en milpa implica analizar procesos tanto ambientales como sociales: mesoamericanos y tiene como objeto el hurgar en la practica campesina ancestral con el fin de dar luz, a propuestas que nos guíen hacia una agricultura sustentable, que contribuya a la conservación de territorios fértiles, a la producción de alimentos nutritivos y a un ambiente sano. 
La Milpa es una práctica agrícola realizada por los Pueblos Originarios (indígenas) en Mesoamérica, la cual particularmente en México se compone básicamente de: maíz, fríjol, calabaza y los quelites que crecen de manera espontánea alrededor. Mas dependiendo de la región las semillas básicas se siembran acompañadas de una gran diversidad de cultivos como: chayotes, sandias, chiles, jitomate, cempasúchil y otros. El resultado es un microecosistema, rico en biodiversidad, donde cada cultivo contribuye hacia la reproducción de los otros: el fríjol fija el nitrógeno en el suelo, que es un fertilizante natural; la calabaza atrae ciertos insectos sacándolos de otras plantas y ayuda a conservar la humedad en el suelo; el cempasúchil es un potente plaguicida.
Para aprender sobre La Milpa, es necesario acercarnos al hacer campesino e indígena quienes han logrado conservar la practica ancestral: en la siembra, un ejemplo lo podemos encontrar en algunas comunidades del pueblo Wixarika; asentado al noroeste de México, entre las colindancias de: Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas. Uno de los pueblos originarios más emblemáticos de México. Puesto que nunca fue colonizado resguarda en gran medida el ejercicio de la autonomía en los hechos y conserva sus propias semillas.
El pueblo indígena Wixarika asentado dentro de la cordillera de la sierra madre occidental; oficialmente cuenta con una población de 20 mil habitantes y una extensión en territorio de aproximadamente 3,921.07km2. Está organizado en tres comunidades y un anexo: Tuapurie, Santa Catarina, Cuexcomatitlán; Tateikie, San Andrés Cohamiata y Waut+a, San Sebastián Teponahuaxtlán y el anexo de Tuxpan. 
En la comunidad de Waut+a-San Sebastián Teponahuaxtlán habita don Eutimio Díaz integrante del colectivo GIPA (Grupo Indígena de Protección Ambiental) quien pugna por el rescate de la agricultura campesina: "hemos vivido sembrando el maíz en el campo, cuidándolo, ahí está nuestra cultura, lo que es el canto pues, todo la tradición". Los pueblos originarios son históricamente pueblos campesinos; para ellos la siembra es la práctica con la cual aprendieron a conocer el territorio, a partir de un proceso de crianza mutua entre las semillas, el entorno natural y la labor campesina. La Milpa a parte de constituir un micro ecosistema que aporta nutrientes a la tierra y a su vez propicia la generación de espacios ricos en biodiversidad, también constituye el lugar en que se desarrolla la vida comunitaria de los pueblos. Ahí es donde comienzan a conocerse unos a los otros, aprenden a trabajar, educan a sus hijos y generan un entorno de reflexión y dialogo
Sin embargo al paso del tiempo los Wixarikas fueron dotados con tierras poco productivas y la tecnificación para el campo entro con la Revolución Verde en los años 80s, provocando que los referentes y los significantes que le da sentido al hacer cultural de los pueblos11 se transformaran y por consecuencia se fueran perdiendo: los territorio se insertaron en procesos de reordenamiento y lógicas mercantiles. El trabajo campesino tecnificado volvió abstracta (Andrés Barreda, 2009) la cualidad productiva de la tierra y hasta el momento existe poca certeza en la población sobre los procesos agrícolas y las consecuencias nocivas que traen consigo para los ecosistemas, la gente y la calidad de los alimentos.
El resultado fue que la organización social originaria se transformo: tradicionalmente la vida en la siembra se relaciona con la vida comunitaria del pueblo, la comunidad entera acude a sembrar, ahí es donde se articulan los lazos entre los habitantes, la cercanía propicia relaciones mas estrechas y el reconocerse los unos en los otros, viéndose esto desbordado hacia los procesos políticos, educativos, económicos y culturales del pueblo.
Contexto
En la sierra wixarika y de manera generalizada en el resto del país, durante la década de 1970, las formas tradicionales de cultivo comenzaron ser sustituidas por la agrotecnología. Cuando en México se abren las puertas a la llamada Revolución Verde, los pesticidas, el tractor y los combustibles llegaron a manos de los campesinos a través de programas gubernamentales. Sin embargo en los años 90s, como respuesta a tales proyectos, algunos comuneros de Waut+a, San Sebastián Teponahuaxltán, al observar los daños que se estaban suscitando en el medio ambiente y el resquebrajamiento de los tejidos sociales, se organizaron para revertir éstos procesos y dentro de sus propias localidades emprendieron planes que impulsaron la vuelta a los cultivos tradicionales.
Por otro lado a nivel nacional se ha venido desatando una fuerte discusión sobre las cuestiones del campo: alimentación, sustentabilidad, salud, emigración, erosión, esto particularmente porque en México en el año 2005 se aprueba la ley de Bio Seguridad y Organismos Genéticamente Modificados, que permite la siembra de semillas transgénicas. Sin embargo debido a una moratoria, el cultivo de maíz transgénico estaba prohibido por ser un país centro de origen, hasta marzo del 2009 cuando se deroga. Las solicitudes para iniciar las siembras experimentales de maíz transgénico, destinado al consumo humano, no se hicieron esperar y actualmente solo durante el mes de abril del año 2010, hay registradas 26 solicitudes de siembra de OGMs de lo cuales 17 solicitudes corresponden a la siembra de maíz transgénico (MT). Las peticiones vienen a nombre de las empresas semilleras transnacionales: Syngenta Agro, Monsanto, PHI México, y el 60 porciento corresponde a Monsanto.
La introducción de la biotecnología agrícola al país esta sustentada de manera oficial por los titulares de gobierno con argumentos como: "el campo ya no puede esperar más, se necesita con urgencia seguir abriendo posibilidades para propiciar un desarrollo regional más equitativo y competitivo y mejorar el ingreso de los menos favorecidos", aseveró el ex titular de la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa). En cambio la contraparte conformada por diversos sectores de la población y el pueblo wixarika presente, argumentan: "las variedades de maíz transgénico que se propone plantar en el país no resuelven los problemas de la agricultura mexicana: son más caros, pues el costo de las semillas y la licencia son mayores que los cultivos convencionales; no aumentan los rendimientos: son iguales o incluso los disminuyen, a menos que exista una muy fuerte incidencia de plagas que no son frecuentes en México; utilizan más plaguicidas, pues emiten la toxina Bt constantemente, generando resistencia y plagas secundarias que deben controlase con otros plaguicidas 
Conclusiones
Considero que es importante dar cuenta en su justa medida, de la verdadera o falsa caducidad del conocimiento campesino. Es preciso por la coyuntura actual del país, generar conocimiento científico comprometido y de calidad que sirva como herramienta a los propios pueblos campesinos para contemplar desde la mirada del otro, sus formas de cultivo tradicionales y pudiera ser a la vez un ejemplo concreto hacia la reivindicación del cultivar en Milpa, que se ha venido perdiendo rápidamente, posicionándolo en estos momentos, cuando ciertos sectores de la población están buscando caminos que los guíen hacia maneras de generar espacios sustentables. Sobretodo si tomamos en cuenta que tenemos la destrucción ambiental en la puerta.

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