sábado, 1 de diciembre de 2018

Especial para Horizontes...
Sayula, las Epidemias en la Colonia y el siglo XIX
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 


Una de las causas que llevaron a crisis demográficas además de las guerras, a la región de los Pueblos de Ávalos, luego Provincia, con su Alcaldía Mayor en Sayula; fueron las epidemias. Desde la colonia y hasta finales del siglo XIX, cuando se tuvo que construir el Panteón El Tepeyac para entrar en uso en el 1900, ya dos panteones habían agotado su capacidad, el de Belén (1840) que se encontraba cerca de donde hoy está el rastro municipal y La Soledad (1860) que se encontraba al lado del convento franciscano en el Santuario. Note usted, los pocos años que dieron servicio ates de agotar su capacidad. Claro se debe tomar en cuenta la Guerra de Reforma que demandó de este último Panteón La Soledad, en él sería enterrado una de los héroes de este conflicto entre liberales y conservadores, el General Andrés Contreras Medellín. Pero fueron las epidemias las que mas contribuyeron a llenar los panteones y atrios de las iglesias - antes de mediados de 1800 los atrios servían de panteones -,  de cadáveres. Las crónicas de la época, cuentan cómo las personas en Sayula sufrían estas, apenas salían de una cuando ya enfrentaban a otra; difteria, sarampión, viruela, influenza, tifoidea, cólera. No había casa en Sayula escribieron los cronistas del siglo XIX que no tuviera un enfermo y era normal que algunos de aquellos que acompañaban el cortejo fúnebre a sepultar un cadáver, volviendo del panteón enfermaran y murieran ese mismo día. Aún en lo años setenta y ochenta del siglo pasado, se aconsejaba a los enfermos que acompañaban un cuerpo al panteón de Sayula, lo hicieran con alcanfor en su narices y bocas para evitar el contagio, un vestigio de aquellos días que hoy difícilmente podríamos imaginar. Las vacunas fueron introducidas durante el gobierno de Juárez y paulatinamente las grades pestes desparecieron hasta el año 2009 en que sufrimos las pandemias de influenza (H1N1), apenas si dándonos una idea ese año, de lo que esto fue en otros tiempos. Sin embargo, hay una pandemia de la que fuimos contagiados por los Estados Unidos y hasta hora, la gente la sufre sin vacuna y estigmatizada. El Gobierno de EU ha denominado pandemia a la dependencia a las drogas sintéticas como la metanfetamina y los derivados de opio (en Sayula se ha extendido más que le Sida) . Además del daño físico hay un daño psicológico y moral a la sociedad que no termina por resolverse, y es en toda la extensión de la palabra, una epidemia hoy aquí. El gobierno no lo ha visto como un problema de salud pública e insiste en que es una cuestión criminal. Como en aquellos tiempos no hay hoy es Sayula, una sola casa que no tenga a un familiar en contacto con las drogas y el desgaste de la familia físico, económico y moral es fuerte. En este caso, hasta hoy, estamos indefensos, y apenas va comenzando. ¿Cómo vivieron condiciones parecidas de salud pública nuestros antepasados y cuáles fueron las enfermedades en México que diezmaron a la población?:
"…Después de las grandes catástrofes demográficas de los siglos XVI y XVII, a fines de la última centuria la población empezaba a recuperarse hasta que llegó el año de 1736. La epidemia que transcurrió en los años mencionados significó un hecho severo, ya que su impacto demográfico frenó los ritmos de crecimiento de la población. No hay cifras precisas sobre el número de muertos. Sólo disponemos de estudios locales apoyados en el análisis demográfico de algunas parroquias del centro de México. Por ejemplo, en la ciudad de Puebla de los Ángeles murieron 7 685 personas; en Cholula 16 926; en Acatzingo (Tlaxcala) 3 280; en Altacomulco (Estado de México) murieron 2 120 personas y en Zacatelco (Tlaxcala) 2 200 individuos. En cuanto a la capital del virreinato, existen cifras de hasta 40 175 personas fallecidas y otras más conservadoras de 10 mil habitantes.10 Las variaciones en las cifras de muertos, las rutas de diseminación de la epidemia y su duración dependieron de varios factores, como el nivel de concentración demográfica, la cercanía o estrecha comunicación con el origen de la epidemia, así como con variables climatológicas. ¿Pero qué clase de epidemia fue la que transcurrió de 1736 a 1739 que provocó este elevado número de muertos? Esta epidemia fue conocida con el nombre náhuatl de matlazahuatl, cuya etimología daba cuenta de algunos de lo síntomas de la enfermedad: matlatl, red; zahuatl, sarna, erupción y granos. Es decir, se trataba de una enfermedad eruptiva. Esta epidemia se había presentado a lo largo del periodo colonial y concretamente en estos años: 1575-76, 1588, 1595-96, 1641, 1667 y 1696.11 En 1736 los primeros brotes de la enfermedad aparecieron en agosto en un obraje de manufactura de lana, el cual se encontraba en la población de Tacuba, que para entonces estaba en las inmediaciones de la ciudad de México. En el caso del matlazahuatl de ese año sorprende su rápida diseminación hacia la ciudad de México y de este punto a Puebla, Toluca, la zona del Bajío, y el occidente hasta llegar al norte de la Nueva España. Después de Tacuba, en septiembre, la enfermedad llegó a Coyoacán, Azcapotzalco, Xochimilco y la ciudad de México, estas dos últimas localidades fueron contagiadas en diciembre de 1736. Dos meses después la ciudad de Puebla de los Ángeles fue invadida por la peste. En mayo de 1737 el norte del valle de Toluca estaba contagiado y a partir de este momento la epidemia se diseminó con gran velocidad hacia el Bajío y occidente. Entre mayo y julio de 1738 la enfermedad estaba presente en el norte del virreinato, en Nochixtlán, Parras y Durango, así como en Aguascalientes. Los últimos registros que se tienen de la epidemia datan de agosto de 1738, cuando se presentó en Parral, es decir a dos años de la primera manifestación en Tacuba. Baja California fue invadido por el contagio en 1742 y 1743. Algo interesante fue que el sur y sureste del virreinato quedaron libres de la peste (véase mapa). La trascendencia geográfica de esta epidemia nos da cuenta de un territorio interconectado, toda vez que debemos pensar que en aquellos años el comercio interregional se hacía a través de carrozas y recuas de mulas. Para conocer el área de afectación y ritmos de diseminación de la epidemia identificamos su etiología, es decir, conocer qué tipo de virus o bacterias fueron las causantes de la infección. Como ya vimos, esta epidemia se presentó en más de una ocasión a lo largo del periodo colonial. En todos estos años se editaron manuales y tratados médicos para conocerla y curarla. La enfermedad fue asociada a diversos padecimientos, como fiebre tifoidea, tabardillo (padecimiento común en España), fiebre amarilla, vómito prieto, entre otros. Fue hasta mediados del siglo XIX, cuando los científicos llegaron a la conclusión de que el matlazahuatl era una especie de tifo europeo o exantemático.
Para ese entonces el análisis sobre la etiología de la epidemia se basaba en la interpretación de distintos datos históricos que daban cuenta de su sintomatología. El primer testimonio histórico que tuvieron los historiadores y médicos de los siglos XVIII y XIX fue el libro de Cayetano Cabrera Quintero, que citamos antes y que fue publicado en 1740. El libro advierte que los síntomas de la enfermedad eran: malestar general, escalofrío, dolor de cabeza, fiebre, reumatismo, hemorragia nasal, erupción en la piel, parótidas, ictericia, anorexia, vómito y delirio. A partir de este testimonio y de otras evidencias históricas, los médicos e historiadores empezaron a identificar a esta epidemia como tifo o peste, mismas que eran transmitidas por microorganismos denominados rickettsias, pequeños cocobacilos cuya sobrevivencia requería un ciclo que comprende un insecto vector (piojo, pulga y garrapata) y un animal reservorio, la rata, ratón o el hombre. Estos cocobacilos aparecían en las heces de las pulgas o piojos de la rata. Como ocurre actualmente con la influenza A H1N1, el matlazahuatl, asociada a la peste o tifo, era una zoonosis, ya que se trataba de una enfermedad originada por el bacilo de un insecto (la pulga o piojo de la rata) y transmitida a los hombres, los cuales después la difundían, quizá por contacto personal si la peste se convertía en pulmonar. El insecto infectaba a las ratas, las cuales morían y de ahí saltaba al hombre. La infección ocurría precisamente a través de la picadura del insecto al individuo. Las pulgas requieren de cierta temperatura ambiental para desarrollarse; un ambiente demasiado frío mina su vida y su ciclo reproductivo. Las pulgas muestran una actividad muy débil en el invierno y muy vital durante el verano y otoño. Estos ciclos entre el verano e invierno también marcaron los ritmos de virulencia de la epidemia. El tifo es otra enfermedad asociada con el matlazahuatl y era producida por el mismo microorganismo: las rickettsias. El ciclo también ocurría por la picadura del piojo al hombre. La rata negra o europea fue la causante de las grandes pestes europeas de los siglos XIV al XVIII. A través de las embarcaciones trasatlánticas estos roedores llegaron a nuestro continente y se adaptaron rápidamente a las condiciones climatológicas de la Nueva España. Las ratas proliferaron en las populosas ciudades del virreinato, así como en los puertos, en donde buscaban cobijo y alimento en graneros y parajes. El cuadro clínico de la epidemia de 1736 me llevó a indagar en los libros de entierros de 80 parroquias ubicadas en el centro, Bajío, occidente, sur y norte del territorio. Para los historiadores los registros parroquiales constituyen una fuente invaluable, ya que son los únicos datos seriados de que disponemos para conocer los ritmos de crecimiento o decrecimiento de la población. La revisión de estos libros de entierros permitió identificar los lugares afectados o no por la epidemia. Toda esta información fue ordenada cronológicamente de acuerdo con la fecha de inicio del contagio, así como con su total extinción. El calendario de aparición de la epidemia se hizo a partir del mes en que aumentó el número de muertos, en virtud de que en las actas de entierros no siempre se anotaba la causa del deceso. Este aumento súbito sólo podría explicarse por la presencia de una epidemia. Por ejemplo, en la parroquia de Silao el número de entierros aumentó entre septiembre y octubre de 1737, de 54 a 373. El uso de diversos mapas permitió ordenar la información, así como utilizar diversas variables para conocer los caminos, tiempos y ritmos de virulencia de la enfermedad." ("La Propagación de las Epidemias en México: Las Pestes Coloniales y el Brote de influenza". América Molina del Villar. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. México, junio de 2009) .  https://semanariohorizontes.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario