martes, 27 de noviembre de 2018

Especial para Horizontes...
Jalisco y la Revolución Mexicana
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

Hay una razón por la cual el aniversario de la Revolución mexicana de 1910, se puede ver con tanta frivolidad en Sayula: Las escaramuzas locales a favor y en contra de este movimiento en un principio fueron más bien de pleito entre vecinos del mismo municipio sin mayor consecuencia; pasaría tiempo hasta que personajes importantes de la localidad, sobre todos pequeños propietarios, emulando a Obregón, se involucren en la lucha armada, como Jacinto Cortina. Mayoritariamente se vio desde lejos, así que, como lo relato en mi libro (Sayula: del Antiguo Tzaulan al…), las muertes en una de las ultimas batallas de la Revolución Mexicana (febrero de 1915), que se dio en la cuesta de Sayula, entre Villa y Carranza, menos de diez correspondieron a sayulenses que fueron a fisgonear y se pusieron de modo en el fuego cruzado. Se calcula que entre combatientes murieron 12 mil personas en esa batalla. Quizás por ello, podemos hablar en Sayula de "festivales de la Revolución". Pero ¿Qué dice la historia?:
 " Durante los años más álgidos de la Revolución Mexicana en el estado de Jalisco el funcionamiento y características de la estructura económica no guardan una correspondencia exacta con la estrategia política y económica impulsada por los constitucionalistas a partir del verano de 1914
Bien miradas las cosas, la revolución mexicana iniciada en 1910 se asemeja a una exposición de relojería con muchos aparatos funcionando al mismo tiempo, pero a horas distintas. En el caso de Jalisco, veremos hasta qué punto la irrupción del movimiento revolucionario, durante el verano de 1914, fue o no capaz de imprimirle una mayor velocidad al reloj regional.
Si bien el estudio de la historia tiene en las transformaciones su principal foco de atención, es necesario equilibrar la perspectiva, pues no será posible entenderlas si continúan dejándose de lado las permanencias. Entre unas y otras, la curva de todo proceso presenta naturales altibajos, contradictorios sólo en apariencia.
 A diferencia de lo ocurrido en otras entidades federativas tras el estallido revolucionario y, de manera particular, durante el maderismo y el huertismo, la violencia y su cauda destructiva no se hicieron presentes en Jalisco con el mismo grado de intensidad. En esta parte del occidente mexicano, la revolución es más una noticia venida desde afuera que una realidad interna.
Por eso y, a  pesar de los levantamientos locales que se producen de manera esporádica y desarticulada, las palabras con que el gobernador José López Portillo y Rojas cierra su Memoria de Gobierno a escasos tres meses de ocupar el cargo pero en la que recoge los acontecimientos correspondientes a los dos años anteriores, revelan el orgullo regionalista ante la excepción:
´  …de un modo imperfecto la verdadera situación de Jalisco durante los años últimos; pero da motivos para que nos sintamos orgullosos todos cuantos amamos este rincón de la Patria, por haber nacido bajo sus hermoso cielo. Haber mantenido la paz en medio de la guerra, la prudencia en medio de la locura, y el trabajo en medio de la destrucción, son hazañas de que bien puede vanagloriarse un pueblo fuerte, valiente y laborioso.¨
López Portillo y Rojas, candidato del Partido Católico Nacional que había alcanzado el triunfo en las elecciones de 1912, aprovechando la apertura maderista, no era el único que opinaba de esta manera. De forma parecida se pronunciaban diversos sectores de la sociedad jalisciense a través de comunicados oficiales, informes y notas periodísticas durante los años que preceden a la llegada de los constitucionalistas al estado, el 8 de julio de 1914.
En 1911, el Directorio del Estado de Jalisco prestaba más atención a la serie de temblores suscitados durante ese año que al movimiento revolucionario que comenzaba a envolver otras regiones del país. Por su parte, La Gaceta de Guadalajara. al comunicar a la opinión pública tapatía la fundación de una nueva colonia en la capital del estado, decía el 15 de septiembre del mismo año:
La empresa de esta Colonia, firme en la creencia de que el país está entrando en una época nueva de progreso y prosperidad, ha determinado hacer de la Colonia Seattle uno de los lugares más atractivos para residencia en la República.
Por lo demás, debe llamar la atención el hecho de que durante los años de referencia haya habido calma, paciencia y recursos para plantar árboles en el parque Agua Azul y pintar bancas, puentes y monumentos en la capital tapatía. En lo relativo a seguridad pública y en contraste con cierto sector de la prensa  local que no dejaba de dar noticias sobre los alzamientos en el medio rural, minúsculos y en ocasiones pintorescos, la memoria de López Portillo y Rojas declara enfáticamente:
´Se conservaron inalterables la seguridad y el orden públicos; en las localidades, por los gendarmes municipales, en los caminos, por los del estado, y en las rancherías, por acordadas organizadas al efecto.´
Ni en la breve lucha contra Porfirio Díaz ni en las negociaciones que culminaron en los Tratados de Ciudad Juárez en mayo de 1911 Jalisco cumple un papel relevante. Posteriormente, la efervescencia social suscitada durante el experimento liberal maderista a lo largo de 1912, el golpe huertista que culmina con el asesinato del Apóstol de la Democracia en Febrero de 1913 y la lucha masiva y heterogénea que sigue a este acontecimiento hasta la caída del usurpador en el verano de 1914, veían a Jalisco al margen de la contienda. Sólo a partir de 8 de julio de 1914 esta entidad federativa es incorporada al curso de la revolución, al entrar a las calles de su capital las fuerzas constitucionalistas al mando del General Alvaro Obregón, quien nombra a Manuel Macario Diéguez comandante militar y gobernador provisional del estado.
Entre 1910 y 1914, entonces, la situación de Jalisco, salvando las generalizaciones a cargo del gobernador López Portillo y Rojas y de los sectores pudientes de la sociedad tapatía, es de una acusada calma que, sin omitir las dificultades económicas de los tiempos que se viven, explican la marcha ordenada de los negocios. En especial, el comercio, y la actividad de más larga duración en esta región del occidente mexicano, presenta una expansión característica.
En contraste, no debe dejar de mencionarse la crisis crónica de la minería, agravada visiblemente durante los años que se extienden de 1914 a 1917, período que coincide en la entidad con la aplicación de las primeras reformas constitucionalistas, y tampoco hay que dejar de lado la difícil situación de la industria textil hacia 1917 que condujo, en algunos casos, al cierre de fábricas como La Nueva Victoria, de Lagos de Moreno, que paró de manera definitiva  sus actividades en 1923. Asimismo, hay que agregar a lo anterior la acentuada depresión de la industria tequilera hacia 1912 y, sobre todo, los graves trastornos monetarios que abaten sobre la entidad desde 1914 hasta 1916, año de aguda escasez y carestía de los artículos de primera necesidad, como ocurre en la mayor parte del país durante los años más violentos de la revolución.
Dificultades adicionales se derivan de la paralización de los ferrocarriles, especialmente entre 1911 y 1914 y, desde luego, de lo que ya se mencionó: los minúsculos y en algunos casos pintorescos levantamientos armados puestos a veces entre las comillas de la imprecisión como "revoluciones de bolsillo" (caso Sayula)
Por lo que hace a la población, las cifras muestran que, si para 1910 Jalisco cuenta con 1 208 855 habitantes, en 1921 han descendido a 1 191 957 y no será sino hasta 1930 cuando nuevamente se alcance el nivel de 1910, e incluso se le rebase ligeramente, al llegar la población del estado 1 255 346 habitantes. Es claro que siendo la fuerza de trabajo humana un elemento esencial para la acumulación de capital, no se puede esperar un desarrollo del capitalismo rápido en una región cuyo espectro demográfico presenta tal estancamiento y aun regresión en más de una década
Durante los años de la revolución y, pese a las anteriores circunstancias, la economía de Jalisco no dejó de funcionar y aun de expandirse, como en el caso del comercio, pero sin que su estructura económica se viera alterada en su esencia: mayormente agrícola, las relaciones sociales de producción en el campo continuarán presentando una mayoría de peones que no conocen el régimen salarial. Por encima de ellos, medieros y aparceros y, más arriba, rancheros y hacendados que recurren a formas de explotación extraeconómicas.
 En la entidad, los repartos agrarios seguirán siendo mínimos hasta muy tardíamente y, en correspondencia con esta situación, la unidad productiva más numerosa seguirá siendo en rancho, pese a la extensión de las haciendas, en las cuales la persistencia de las tiendas de raya, refractarias a los decretos constitucionalistas expedidos a partir del verano de 1914 por Manuel M. Diéguez y Manuel Aguirre Berlanga, dan cuenta de la inercia de unas relaciones sociales de producción precapitalistas que no pueden ser transformadas con mandatos de papel.  Por lo que hace al medio urbano, reducido de por sí,  el panorama económico tradicional aparece coloreado por la existencias de numerosos talleres pequeños y cuyas características productivas no rebasan los marcos domésticos.
En buena medida, tal panorama se explica por la ausencia de una burguesía industrial capaz de articular un proyecto alternativo de impulso al capitalismo como el que tenían los terratenientes, -aunque no lo declararan de manera explícita- para quienes la sujeción extraeconómica de la fuerza de trabajo en el interior de sus haciendas y ranchos, así como en sus relaciones con medieros. Sin caer en exageraciones, la labor agraria en este periodo-1915-1916 resultó buena a secas. Entre los logros deben citarse la creación de la Comisión Local Agraria, la restitución de tierras a diversas comunidades, la creación de Juntas Campesinas, etc  "Desde la consolidación del Porfiriato hasta mediados del siglo XX"  En el caso de Chápala, apunta otra investigadora, "hasta después de los años treinta las haciendas de la ciénega de Chápala fueron afectadas por el reparto agrario y fue entonces, también, que se iniciaron nuevas obras para regularizar el riego de las tierras. La manipulación del agua pasó de lleno a manos del Estado". El campo jalisciense había sufrido muy pocas modificaciones", aunque respecto a los repartos de entre 1917 y 1929, no claro si son definitivos o provisionales…en cambio, se ha estudiado más de cerca el problema del reparto agrario en la entidad, "durante 19 años, en los cuales se sucedieron más de siete presidentes de la república sólo se realizaron 7 000 dotaciones de tierras, repartiendo un total de 11 580 833 has. a 866 161 beneficiarios; esto da un promedio de 13.3 has. Por beneficiario". En contraste, "durante sus aproximadamente 72 meses de gobierno, Cárdenas distribuyó un total de 18 786 131 has., para 728 847 beneficiarios, lo que da un promedio de 25.8 has. Por beneficiarios"
  Por lo demás, y como es ampliamente reconocido por la historiografía regional jaliscience, es el capital comercial, y no el industrial, el que domina la historia de larga duración de Jalisco."  Rafael Torres Sánchez,  "Jalisco y la Revolución Mexicana, Estructura Económica y Cambio Institucional".
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