jueves, 22 de abril de 2010


La tierra de los fantasmas

Lizeth Sevilla
Las Mujeres en la Historia
Mi cigarro, mi Singer y la revolución mexicana
Mary Louise Pratt

Muchos artículos tanto literarios como científicos han hecho referencia al papel que jugó la mujer en la historia. Las mujeres durante la revolución industrial han sido descritas como las personas que apoyaban desde una perspectiva pasiva los proyectos de sus hombres; de la mujer durante la guerra de Vietnam y las secuelas que esto trajo con los escritores de la Beat Generation y cómo el trabajo y los movimientos de estas mujeres eran tomados en cuenta; pero también hay escritos que abordan el papel de la mujer desde una perspectiva realista, desde la cual se reconocen las acciones que esta llevó a cabo, los roles que comenzó a tomar unos por voluntad propia y otros forzada por la necesidad de mantener vivo su hábitat, su hogar.
En el caso de México hay dos momentos de la historia en los que pretendo enfocarme, el primero el movimiento de independencia y el segundo, la revolución. Ante estas dos perspectivas, literatos e historiadores han tratado de explicar qué ocurría con la mujer, qué papel jugaba en estos movimientos y cómo era su patrón de conducta; naturalmente los historiadores haciendo énfasis a una mujer a veces pasiva, a veces en el movimiento, poniendo siempre el resultado de sus arduas investigaciones; los literatos en cambio tomando a veces como referencia algunos cuentos de tradición oral, como los que mencionan a la mujer como el personaje pasivo que acompaña durante todo el tiempo las decisiones y los movimientos de los hombres revolucionarios , la Adelita, que usando sus encantos, mientras es una mujer soltera puede ser manipuladora pero cuando pasa a formar parte de una familia, este concepto se transforma.
En la búsqueda de textos literarios que abordaran a la mujer durante estos movimientos tan importantes para el curso que ahora lleva nuestro país, encontré a varios autores, como John Reed en su México Insurgente, en el que menciona que a la mujer del México con el que se encontró cuando salió de Estados Unidos para tratar de entrevistar a Villa, era tratada como objeto, se le tenía en los sitios de conflicto para aminorar todo tipo de ansiedades, sin embargo, la mujer mexicana que después conoció en los campamentos fue fuerte, inteligente, paciente y dedicada. En el caso de la novela de Laura Martínez Bell Por si no te vuelvo a ver ya comienza a dejarse ver una mujer independiente, que a ratos le ayuda a su marido con el cañón mientras él come o duerme, una mujer dispuesta a dar su cuerpo a cambio de alimento para sus hijos, una mujer que da órdenes y dirige tropas; incluso Refugio Barragán de Toscano, nos deja un arsenal de hipótesis sobre una María Colombo a veces virginal, a veces sumisa, pero total, siempre el resultado perverso de la hija de un bandido que termina traicionando a su gente o tal vez salvando su casta. En mi búsqueda por una Hija del bandido dueña de sus decisiones me he encontrado con una mujer que era capaz de todo; sabemos que muchos autores han hablado de este personaje como la joya más preciada de Vicente Colombo, como es el caso de la novela del Doctor José Luis Vivar, Niña Traslúcida, en la que nos narra lo que posiblemente pudo continuar de aquella novela de Refugio Barragán de Toscano. Novela en la que ya no se habla de una María virginal, sino una María tangible, mundana. Ante la pregunta de dónde estuvieron las mujeres durante la Independencia y la Revolución Mexicana, podríamos encontrarnos un sinnúmero de novelas, investigaciones, leyendas de pueblos en las que nos dejan el sabor de una mujer multifacética, pero siempre en movimiento. Para los Historiadores es un reto encontrar rastros de esta perspectiva, para los literatos es una delicia crear personajes de mujeres que bien pudieron vivir en aquellas épocas o bien es parte de la imaginación y el deseo del que escribe. En conclusión la mujer es un hecho que no puede ignorarse, fue y es un suceso que marca la diferencia en los relatos y las disciplinas. 
Para finalizar, regreso a la perspectiva de la Adelita, citando a Fernando Álvarez Montalván: Adelita es además el símbolo de la mujer liberada, la mujer que se considera y es considerada igual al hombre, que quiere y puede abandonar su papel de madre, esposa, novia o hermana anhelante y temerosa de la suerte de su hijo, novio, esposo o hermano para convertirse en mujer soldado. En la lucha de clases se incluye, de este modo - incluso en el caso de que sólo sea un ingrediente folclórico - el elemento de género, tan actual en nuestros días.  




1 comentario:

  1. Y también está "Soldadera", que pude ver en obra de teatro (Luis Elizondo), el pasado domingo en Monterrey: "Mujeres cuyas vidas fueron marcadas por los horrores de la Revolución".

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