lunes, 4 de septiembre de 2017

LA POLITICA DESDE GAYOLA
Por Rodrigo Sànchez Sosa

El Fraude de la política II: Política para idiotas (?d??te?).
La denostación de la política actualmente, nos ha llevado, a las mayorías en este país, a identificar esta actividad humana como algo negativo, no deseable, necesariamente eludible. El ciudadano común asocia con la política todo lo malo que en la esfera de lo social se puede dar. En resumidas cuentas: en un político o en la política, no se puede confiar. Por otro lado, es imposible disociar al poder, de este concepto. Habrá entonces quien, basado en esta visión nos podría decir, esgrimiendo una falsa elocuencia, que la política es un “mal necesario”. Pero ¿De dónde viene este juicio tan severo de una actividad que Aristóteles llamó la característica específica del hombre? (Hombre: animal político, ????t??? ???; se lee : Zoón politikón.)
El concepto original de la palabra “Política” tiene que ver con un arte, el arte de vivir en sociedad, entendiendo la palabra “arte” en su acepción de técnica sublime del hombre para realizar una actividad llevándola a su expresión más elevada. En griego: ????t??? ?????, que se puede traducir como:  la técnica o el arte de lo social.
“Del latín ´politicus´ y este del griego p???t???? (politikós), significa ¨lo relativo a los ciudadanos´ o ´al Estado´. El adjetivo p???? (pólis), significa ´ciudad´, pero también ´Estado´, ya que la ciudad en la Grecia clásica era la única unidad política existente (Hasta la época de los macedonios, quienes lograron unir Grecia bajo un mismo reino. Antes Esparta y Atenas, por ejemplo, eran dos ciudades políticamente diferentes e independientes, pese a que compartían un origen cultural y étnico común).  El equivalente latino sería en realidad ´civitas´, para ´pólis´ (de donde viene la palabra ´ciudad´), y ´civilis´ para ´politikós´ (de donde proviene nuestro adjetivo ´civil ´)…la ciudad como unidad política en Grecia, era de carácter democrático, un fenómeno que surgió por primera vez en la historia en Grecia, es decir  todos los asuntos del Estado eran asuntos de los ciudadanos, de los habitantes de la ciudad, de la polis, en ellos se depositaba el poder civil. Así los griegos empezaron a llamar a estos temas “politikoí” (públicos), en oposición a aquellos personales o de intereses privados de los ciudadanos llamados ´?d??t????´ (idiotikós) o “privados”. Más adelante los hombres que no se preocupaban por estos temas concernientes a la ´pólis´, la ciudad, se llamarían ´?d??te?´ (idiotes), que significaba “ciudadanos privados”; luego se les llamará ´incultos´ es decir ´alguien no consciente de las artes´, derivando siglos más tarde a nuestra palabra actual ´idiota´. Hoy en día el término ´político´ o ´política´, se encuentra bastante desvirtuado, haciendo creer a la gente que la ´política´ es una profesión o carrera. Sin embargo, volviendo a las raíces de la palabra se ve que esto no es así y que muchos, de los que se denominan hoy en día ´políticos´, sólo son ´idiotes´, ya que no responden a lo que le concierne al Estado o ciudad, sino a sus intereses propios, privados, ´?d??t????´ (idiotikós)” (https://etimologia.wordpress.com/2006/12/08/politica/)
Este vocablo griego está íntimamente relacionado con otro sumamente importante. “La politeia” o “teoría de la polis”, está ligada etimológica y conceptualmente al vocablo “Pandeia”, es decir, la educación. “Paid-agogia”, es la raíz de “Pedagogia,” cuyo significado es: práctica educativa o método de enseñanza en un terreno determinado. Para los griegos ser ciudadano de la polis era ser alguien educado, lo contrario a u bárbaro a un gañán, a alguien que sólo le preocupa la inmediatez de sus impulsos e intereses personales, alguien más cercano a un loco que a un ser racional, civilizado. Los griegos se habían dado así mismos una forma de gobierno depurada, vanguardista, la democracia, eran una sociedad donde todos eran iguales frente al Estado, porque todos eran el Estado, la polis. Esa misma igualdad los hacia libres, libres de la opresión de las clases altas y adineradas, de los intelectuales aristócratas, de los militares, de los jueces y de los mismos gobernantes; la ley de Atenas basada en el principio democrático igualaba al demiurgo con el geronte, es decir al campesino pobre con el aristócrata rico, frente a la ley eran iguales, tenían los mismos derechos civiles, sociales y políticos, y las mismas obligaciones, como ciudadanos de Atenas. Por eso cuando la ley de Atenas condenó a muerte a su creador Sócrates, nos dice su alumno Platón, este obedeció humildemente la sentencia y bebió tranquilo el veneno que lo mató, mientras explicaba a sus discípulos por qué no podía aceptar el escapar y exiliarse para evadir la sentencia. Para Sócrates, perder sus derechos como ciudadano era perder su libertad, ser nada, para él la razón de ser del hombre era el otro, el igual; dejar de ser ciudadano de la polís era ser nada, ser bárbaro, dejar de ser libre. Era mejor morir con honor, pese a lo equivocado de su sentencia. Sócrates no se corrompió, no corrompió la ley ni siquiera a costa de su propia vida. Sócrates actuó políticamente, no como idiota, de acuerdo a la etimología antes citada (Muchos, estúpidamente, dirían hoy que fue a la inversa).
La democracia griega y su concepto de política, con su ética racional, amor a la libertad e igualdad, y su pretensión educativa, perdieron la batalla contra sus enemigos, a los que ellos mismos llamaban aristócratas, es decir, si Democracia era el gobierno del pueblo, demos=pueblo, cratos=gobierno; Aristocracia era el gobierno de las clases altas: Aristos.=alto, sublime, exclusivo;  cratos=gobierno. Cuando los macedonios los invadieron, la región Ática, que hoy conocemos como Grecia, donde se encontraba la democrática Atenas, se unifico en un reino, cuya dinastía tolemáica, heredera de Alejandro Magno, construyó un imperio que abarcaba la mayor parte del mundo conocido entonces. Esto desapareció la democracia y trasformó la política. Ya no había igualdad, la clase gobernante, tenía privilegios que otros ciudadanos del imperio no, los militares no eran juzgados de la misma forma que un artesano o campesino; los derechos y las obligaciones fueron trasformados; aunque no se perdió del todo el legado democrático de Atenas, en un régimen autoritario, déspota y represor como el de un imperio, no pude florecer la democracia ni su concepto de política. De Grecia esas ideas pasarían a Roma, que fundaría la primera República, desarrollaría el derecho y políticamente tendría representantes del pueblo frente al poder del emperador o Cesar, los famosos senadores romanos; pero aún lejos de Atenas, pues de todos es conocida la corrupción del senado romano que asesinó emperadores y conspiró aun contra sus propios ciudadanos, a los que representaba. De roma pasaría a Europa y los países bajos, junto con Inglaterra, retomarían los ideales democráticos en el liberalismo del siglo XVI, que restringiría el poder de los reyes, nobles y clero, heredado del medioevo con el liberalismo, De allá, pero muchos años después, en 1700, llegaría a nuestro país el ideal democrático y lo que quedaba de su concepto político, animando nuestro proceso histórico y detonando el alzamiento independentista de 1810. En México habría que seguir luchando luego de consumada la independencia, 1821, 40 años más, con Juárez, para darnos una República estable fundada en el ideal democrático, Como sabemos, en México la aristocracia y la iglesia, los que reclaman privilegios, no se rindieron y ya para finales del siglo XIX poseían de nuevo el control económico de la República, con una red de terratenientes que explotaba como esclavos a los mexicanos, también controlaban el gobierno, hasta el alzamiento revolucionario de 1810, de nuevo fundado en los ideales democráticos de justicia e igualdad, o como lo resumió Zapata: “Tierra y libertad”. Y de ahí podemos seguirnos hasta el día de hoy agosto de 2017, en una lucha por la igualdad y la libertad, pero ¿Y dónde se degradó la política hasta el grado que ni los políticos quieren ser políticos?
Después de este paseo por la historia, disculpe usted no puedo evitarlo, volvamos al punto de partida, Grecia. Si “Político” es lo culto, referente a lo público; “idiota” es su antagónico, el que ignora lo público. Hoy  vemos la palabra “Idiota” como un insulto, en Grecia más bien se veía como una falta de carácter civil, para hacer una analogía, sería como la gente que se abstiene de votar porque no le importa lo que pase en su país, se preocupa por si mismo.  Pero mire, aquí es donde meto mi cuchara: estos dos conceptos antagónicos, son los que moldean el carácter del hombre, que debe luchar entre la tendencia de preocuparse por sí mismo, los suyos y su grupo; y la obligación moral para los otros que no son cercanos, pero sí de mi especie y formó con ellos sociedad. Todos luchamos con eso, con ser idiotas o políticos. Ser idiota como vimos, implica la no igualdad y la perdida de la libertad, si todos nos preocupamos sólo por nosotros mismos, terminamos imponiéndonos unos a otros de distintas formas, apelando a la supremacía genética, racial, intelectual, económica, etc. La política se desvirtuó por la confusión de estos términos, comenzaron, desde Roma, a gobernar los idiotas disfrazados de políticos, los más, claro. Ya para el renacimiento, encontramos a Maquiavelo escribiendo su célebre tratado “El Príncipe” que es, estrictamente , el manual del idiota para gobernar.   El liberalismo europeo lo llevaría a otro nivel en el siglo XVI, la libertad individual reclamaba el derecho para los comunes de ser idiotas. La revolución burguesa, el liberalismo del siglo XIX, el capitalismo y más recientemente el neo liberalismo y la globalización con la sociedad de la información y su educación por competencias, ha convertido esto en un peligro para la humanidad; no es la política como tal, la que nos tiene en esta situación y por eso sentimos repulsión hacia ella, sino los idiotas. El individualismo extremo, las guerras genocidas, el consumismo, el mercantilismo, el capitalismo y su sed insaciable de ganancia, son las instituciones idiotas que están acabando con la humanidad, natural y tradicionalmente gregaria y solidaria.
Finalmente, otra cosa que ha degradado la política es la confusión entre esta y la administración. La correcta administración de los bienes públicos, no es política. Pero así se entiende y se gasta mucho dinero, público por supuesto, para hacernos creer que los logros administrativos, son logros políticos, no, de ninguna manera. Esta lógica de circo romano, al pueblo pan y circo, dicta que el gobernante que no entrega obra pública o cuentas claras de los dineros públicos es un mal político, no, es un ladrón, quizás, un desobligado; pero no necesariamente un mal político, porque una cosa no tiene que ver con la otra, aunque un ladrón no puede ser un buen político según yo en fin, la cosa es que, como no sabemos qué sea política, la corrupción nos ha llevado a asociar a esta con la administración y repudiarla, al grado qué se dice que una empresa pública no puede ser eficiente, porque se mezcla con política. De nuevo no, no necesariamente. Le pongo un ejemplo, que para nosotros los sayulenses debe quedar claro: Samuel Rivas, el mítico alcalde de Sayula, con la honestidad de un capataz de hacienda porfirista, obsesionado con la obra pública, al que el pueblo ha reelegido 3 veces, por esto; quien cree que su forma maquiavélica de moverse entre sus aliados y enemigos políticos es política, quien sin ningún pudor esgrime el autoritarismo como método; según este análisis no es político, no hace política. De acuerdo a la visión contemporánea del maestro Enrique Dussel, hacer política es crear alianzas entre particulares y grupos que forman una sociedad o comunidad, y una vez que se ha logrado ese acuerdo común mayoritario, se debe dar a este ahora pueblo creado, una esperanza. Eso no lo hace un adiestrador con todo lo eficiente y mano dura que pueda ser. Eso sólo lo logra un político, después que se ha unido la pueblo, mantenerlo unido es muy difícil, los intereses antagónicos comienzan a confrontarse entre si; es necesario una meta común que trascienda eso intereses, un horizonte mítico, dice Dussel. Allí es donde Trump y Hitler mezclaron la política y la idiotez, dieron una falsa esperanza a la gente, pero esperanza, con un trasfondo individualista. Nuestros políticos represores e idiotas, necesitan reprimir porque no logran mantener unidos tatos intereses, no hay un proyecto común válido para nuestro país a largo plazo, es un fraude la política, no hay visión de futuro ni compresión del pasado de México. Peor, ni siquiera son buenos administradores, son ladrones o ingenuos. Por eso vemos como en las bancadas legislativas se discuten idioteces en vez de discutir los temas de interés público, que es eso, hacer política; no presentar listas de “reinitas de carnaval” a contento de “don pedante con pretensiones de nobleza”, para cargos de los que no se tiene perfil; ¡seamos serios carajo!. Disculpe el exabrupto. Conclusión, no solo necesítamos políticos preparados, sino, gente que sepa qué es política.  

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