lunes, 17 de mayo de 2021

        EL PODER DE LOS ABSTENCIONISTAS

Por Arturo Fernández Ramírez

Si los abstencionistas tuvieran un partido, arrasarían en las elecciones. Aunque parezca broma esta afirmación, hay mucha razón. Los que rechazan ir a votar, representan entre el 40 y 50% del total de la Lista Nominal. Quienes ganan una elección, lo hacen con aproximadamente el 20% de los que pueden ir a sufragar, muy pocas veces con el 25 o 30%. Y es que si bien, en los resultados electorales se informa que el vencedor de una contienda logra obtener del 30 al 50%, debemos tomar en cuenta que este porcentaje es de los que fueron a las urnas y no de los que estaban empadronados. Es evidente la mayoría de los que rechazan las elecciones, quienes tienen un gran poder que nunca han sabido utilizar. Si asumieran una postura diferente, quizás pondrían en jaque al sistema político y democrático de nuestro país.

   Las estadísticas demuestran que, en las elecciones sexenales, cuando se elige a gobernador y Presidente de la República, acuden a votar cuando mucho el 60% de la Lista Nominal. Y en las intermedias, como las actuales, donde solo están en campaña candidatos a Diputados Federales, Locales y Presidentes Municipales, la efervescencia es menor y la afluencia baja al 50 o 55%. Por eso se afirma que el abstencionismo es del 40 al 50%, en ocasiones mayor.

   Si suponemos que el 60% fue a votar, quien se alce con el triunfo lo hará con el 30, 40 y muy rara vez, 50%. Lo que representa que, del total de posibles votantes, obtendrá el respaldo del 20 al 30% cuando mucho. Si los abstencionistas manifestaran su rechazo de otra manera, las autoridades electorales tendrían que contabilizar su participación y se pondrían en evidencia el sistema democrático de nuestro país.

   Teóricamente la democracia es respetar la voluntad de la mayoría. Si en una elección acuden todos a las urnas y los abstencionistas anulan su voto, la autoridad electoral estaría obligada a informar de su participación. ¿Cómo se vería un resultado electoral en el que diga que el ganador obtuvo el 20% de los sufragios, pero el 40% fueron nulos? ¿Podrían presumirse que es democrático nuestro sistema político si una mayoría rechazó a las y los candidatos? ¿Tendría legitimidad el que obtuvo minoría frente a los que le dijeron que no lo querían?

   Si los abstencionistas asumieran una postura diferente a la que hoy en día tienen y utilizan su boleta, no solo evitarían posibles fraudes, si no que obligarían a la autoridad electoral a ser tomados en cuentea. Al cierre de la jornada electoral, se procede a cancelar o inutilizar las boletas que sobraron, las que dejaron de usar los que no fueron a votar. Después contabilizan las que contienen la voluntad expresa de la ciudadanía y al llenar las actas, se registran los votos nulos sin incluir las que fueron inutilizadas.

   Para que las boletas de los abstencionistas sean contabilizadas en el apartado de los votos nulos, es necesario que vayan y así lo expresen. De lo contrario, seguirán siendo ignorados por la autoridad electoral y su rechazo al sistema político tendrá nulo efecto. Ojalá que quienes dejan de ir a votar por no haber sido convencidos por ningún candidato, se tomaran la molestia de ir a las urnas en lugar de continuar con su postura cómoda. Seguramente otro impacto se lograría. Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com


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