miércoles, 11 de septiembre de 2024

 EDITORIAL: Engendrando a su propio enterrador

El título de esta aportación está tomado de una frase de Carlos Marx.

Es verdad, en el transcurso de la vida de los trabajadores cada vez las tareas y la carga de obligaciones van creciendo la necesidad en el humano de sentirse libre y digno, al no conseguirlo levantarán la mirada enérgica contra los explotadores como ha sucedido a lo largo de la historia.

El principio de la libertad radica en la conciencia de la dignidad.

En estos días se ha expandido la noticia del intento de procesamiento carcelario de Pável Dúrov creador del programa Telegram competidor de WhatsApp.

En varios diarios nacionales como internacionales se menciona que el día 24 de agosto del presente año, fue detenido por la policía francesa y acusado de infinidad de delitos con relación a los servicio de traslado de mensajes por internet. Lo acusan entre otros de aliarse con malhechores para cometer fraude, tráfico de drogas, cobertura a terroristas, permisividad de transporte de pornografía y otros más, debido a la programación que tiene la aplicación. 

 


Pável Dúrov Se sabe que una de las condiciones impuestas al ruso, árabe y francés (tiene tres nacionalidades) es que entregue la fórmula de encriptamiento de los mensajes que circulan los usuarios.

En américa el uso más común y generalizado de mensajes es WhatsApp, pero en Europa oriental, la India, Rusia y todos los países escandinavos es el Telegram con 950 millones de usuarios al mes.

La molestia de las potencias europeas de occidente y de los Estados Unidos es no poder accesar de una manera simple a los mensajes enviados por esta aplicación, debido al encriptamiento utilizado.

      Para darnos una idea de cómo funcionan estas aplicaciones describiré algo muy simple: usted selecciona un contacto (este está inscrito en un enorme servidor de nombres relacionados con su número celular); escribe el recado deseado, selecciona la foto o video (aún no sale nada de su aparato); cuando todo está listo y le da clic a enviar, no lo manda al celular de destino, primero viaja a un nodo de almacenamiento (generalmente en Estados Unidos) y se guarda; posteriormente ese almacén le notifica a usted que tiene un mensaje pendiente; cuando el receptor abre la aplicación y toma la notificación de envío, en ese momento se descarga la información que le quieren hacer llegar. Pero para que nadie mire sus contenidos, en su celular se aplica un encriptamiento de datos y cuando lo recibe se desencripta. Encriptar es la acción de cambiar las palabras por datos que no pueden ser leídos si no tiene la clave de desencriptación.

       Pero es un decir, generalmente quién hace el programa hace las llaves de seña y contraseña de encriptación. Le doy un ejemplo: La máquina Enigma usada por los alemanes causó grandes dolores de cabeza a los aliados para poder interceptar los comunicados entre tropas y comandos base; lo resolvieron cuando inventaron "Bombe" que era una máquina calculadora pero aun así batallaron porque las palabras de inicio de trama (inicio de mensaje como contraseña) no la encontraban y era muy fácil: Heil Hitler.

En aquellos ayeres las máquinas eran electromecánicas y hacían los cálculos en minutos, actualmente las computadoras lo hacen en milisegundos.

       Los gobiernos interesados en maniatar la expresión de los pueblos son fermento para que los ciudadanos encuentren la forma de someter a los caciques, como sucedió en Francia con la revolución donde las mismas actuaciones de los reyes llevaron a la desesperación a los ciudadanos y los obligaron a sepultar el sistema que los pauperizaba. Las opresiones incentivan al oprimido a ser los sepultureros de los mismos oligarcas.

       La realidad que se busca es que Pável entregue las llaves de encriptamiento para éllos poder tener el control de las expresiones de la mensajería en general, la auténtica molestia reside en la seguridad nacional de estos gobiernos al no controlar la información y causarles esquizofrenia; las acusaciones sólo son un pretexto que cercena la libertad de expresión.


Moises Zepeda./ Para Horizontes


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