viernes, 9 de septiembre de 2011

Agua Zarca

Por Remigio Godoy

LA HISTORIA ES UN SUICIDA QUE REVIVE AÑOS DESPUES.

"La mayoría de los que escribimos, lo que hacemos es desorientar a la opinión pública. La gente busca la verdad y nosotros les damos
verdades equivocadas. Lo blanco por lo negro."

Roberto Arlt(Buenos Aires, 1900 - 1942) Escritor y periodista argentino.

Estimado lector, amigas y amigos, (bueno así dice el presidente del empleo) reciba, un cordial y respetuoso saludo, esta semana, en que ya se empieza a sentir el frio, y eso que estamos apenas en pleno verano.
"No solo de Política vive el Hombre"
Hace tiempo, una muy querida lectora, me "reclamaba" que porque en este espacio, no se hablaba sobre cultura, o sobre cualquier otro tema, que no fuera solo política, pues bien, esta semana, la voy a dedicar a rendir un pequeño homenaje a un escritor argentino cuya obra se publico en la tercera década del siglo pasado, y hoy, en algunos de sus aspectos, sigue, permítame el lamento, desgraciadamente vigente.
El Argentino Roberto Arlt es una de las figuras más singulares de la literatura rioplatense. Autodidacta, lector de Nietzsche y de la gran narrativa rusa (Dostoievski, Gorki) y vinculado a principios de la década del veinte con el progresista y didáctico Grupo de Boedo, se le considera el introductor de la novela moderna en su país, aunque su reconocimiento no le llegó hasta los años cincuenta.
El Grupo de Boedo tomó su nombre de una calle de los suburbios proletarios de Buenos Aires, constituía una corriente literaria comprometida en la crítica de la sociedad, siendo decisiva para su concepción artística la influencia de Dostoievski, tanto en la elección de los temas como en la visión del mundo, sobre todo en la concepción del destino del hombre.
Roberto Arlt se crió en una humilde familia de inmigrantes: su padre era alemán y su madre, una triestina imaginativa y sensible, le recitaba versos de Dante y de Torquato Tasso. Abandonó su hogar cuando era un adolescente a causas de disputas con su padre. Hizo estudios elementales, pero frecuentó las bibliotecas de barrio, donde se inició desordenadamente en la lectura de R. Kipling, E. Salgari, J. Verne, R. L. Stevenson y J. Conrad, entre otros, a la vez que desempeñaba diversos oficios: dependiente de librería, aprendiz de hojalatero, mecánico y vendedor de artículos varios.
En la capital de su país trabajó como periodista e inventor. En la "Revista Popular" publicó su primer cuento, Jehová, al que le siguió un ensayo, Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires. Luego colaboró en "Patria", periódico nacionalista de derechas, pero dos años después pasó a publicaciones de signo opuesto como Extrema Izquierda y Última Hora. Tras varios intentos logró publicar en la revista Proa dos capítulos de su novela El juguete rabioso (1926), que llegaría a considerarse un hito en la literatura argentina.
El periodismo fue, para Arlt, el medio principal de subsistencia. En 1927 ya era cronista policial en Crítica y un año después pasó a ser redactor del diario El Mundo. Allí aparecieron sus cuentos El jorobadito y Pequeños propietarios. Su columna Aguafuertes porteñas (1933), en la que arrojaba una mirada incisiva sobre la ciudad y sus habitantes, le dio gran popularidad: eran textos llenos de ironía y mordacidad, retratos de tipos y caracteres propios de la sociedad porteña.
Esta semana, quisiera ofrecerle una pequeña muestra del trabajo de este interesante autor, precisamente publicado en su columna Aguafuertes porteñas, como le decía al inicio de la nota, es actual, hoy casi ochenta años después. Como el autor es argentino, algunas palabras podrán en un momento dado resultarle desconocidas, para ello, un lado de las mismas y entre paréntesis, le dejo la palabra más semejante a la que utiliza Roberto Arlt. Dejo espacio a la pluma de Roberto Arlt:
¿QUIERE SER USTED DIPUTADO?
Si usted quiere ser diputado, no hable en favor de las remolachas, del petróleo, del trigo, del impuesto a la renta; no hable de fidelidad a la Constitución, al país; no hable de defensa del obrero, del empleado y del niño. No; si usted quiere ser diputado, exclame por todas partes:
-Soy un ladrón, he robado... he robado todo lo que he podido y siempre.
ENTERNECIMIENTO
Así se expresa un aspirante a diputado en una novela de Octavio Mirbeau, "El jardín de los suplicios".
Y si usted es aspirante a candidato a diputado, siga el consejo. Exclamé por todas partes: -He robado, he robado.
La gente se enternece frente a tanta sinceridad. Y ahora le explicaré. Todos los sinvergüenzas que aspiran a chuparle la sangre al país y a venderlo a empresas extranjeras, todos los sinvergüenzas del pasado, el presente y el futuro, tuvieron la mala costumbre de hablar a la gente de su honestidad. Ellos "eran honestos". "Ellos aspiraban a desempeñar una administración honesta." Hablaron tanto de honestidad, que no había pulgada cuadrada en el suelo donde se quisiera escupir, que no se escupiera de paso a la honestidad. Embaldosaron y empedraron a la ciudad de honestidad.
La palabra honestidad ha estado y está en la boca de cualquier atorrante (holgazán) que se para en el primer guardacantón (Poste de piedra para resguardar de los vehículos las esquinas de los edificios.) y exclama que "el país necesita gente honesta". No hay prontuariado con antecedentes de fiscal de mesa y de subsecretario de comité que no hable de "honradez". En definitiva, sobre el país se ha desatado tal catarata de honestidad, que ya no se encuentra un solo pillo auténtico. No hay malandrino que alardee de serlo. No hay ladrón que se enorgullezca de su profesión. Y la gente, el público, harto de macanas, no quiere saber nada de conferencias. Ahora, yo que conozco un poco a nuestro público y a los que aspiran a ser candidatos a diputados, les propondré el siguiente discurso. Creo que sería de un éxito definitivo.
DISCURSO QUE TENDRÍA ÉXITO
He aquí el texto del discurso:
"Señores: "Aspiro a ser diputado, porque aspiro a robar en grande y a `acomodarme' mejor. "Mi finalidad no es salvar al país de la ruina en la que lo han hundido las anteriores administraciones de compinches sinvergüenzas; no, señores, no es ese mi elemental propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir al trabajo de saqueo con que se vacían las arcas del Estado, aspiración noble que ustedes tienen que comprender es la más intensa y efectiva que guarda el corazón de todo hombre que se presenta a candidato a diputado. "Robar no es fácil, señores. Para robar se necesitan determinadas condiciones que creo no tienen mis rivales. Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy, no lo duden, señores. En segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy, señores. Saber venderse oportunamente, no desvergonzadamente, sino "evolutivamente".
Me permito el lujo de inventar el término que será un sustitutivo de traición, sobre todo necesario en estos tiempos en que vender el país al mejor postor es un trabajo arduo e ímprobo, porque tengo entendido, caballeros, que nuestra posición, es decir, la posición del país no encuentra postor ni por un plato de lentejas en el actual momento histórico y trascendental. Y créanme, señores, yo seré un ladrón, pero antes de vender el país por un plato de lentejas, créanlo..., prefiero ser honrado. Abarquen la magnitud de mi sacrificio y se darán cuenta de que soy un perfecto candidato a diputado.
"Cierto es que quiero robar, pero ¿quién no quiere robar? Díganme ustedes quién es el desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Si ese hombre honrado existe, yo me dejo crucificar.
Mis camaradas también quieren robar, es cierto, pero no saben robar. Venderán al país por una bicoca, y eso es injusto. Yo venderé a mi patria, pero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado están enjutas, es decir, que no tienen un mal cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades, de Ushuaia hasta el Chaco boliviano, y no sólo traficaré el Estado, sino que me acomodaré con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios; adquiriré armas inofensivas para el Estado, lo cual es un medio más eficaz de evitar la guerra que teniendo armas de ofensiva efectiva, le regatearé el pienso al caballo del comisario y el bodrio (Caldo con algunas sobras de sopa, mendrugos, verduras y legumbres que de ordinario se daba a los pobres) al habitante de la cárcel, y carteles, impuestos a las moscas y a los perros, ladrillos y adoquines... ¡Lo que no robaré yo, señores! ¿Qué es lo que no robaré?, díganme ustedes. Y si ustedes son capaces de enumerarme una sola materia en la cual yo no sea capaz de robar, renuncio "ipso facto" a mi candidatura...
ZURRAPAS:
ME CAÍ DE LA NUBE EN QUE ANDABA: Mire Usted, en la confluencia de las calles López Cotilla y Herrera y Cairo, esta una "pequeña pendiente" escondida en un charquito, que imposibilita el tránsito de vehículos como es debido, pero que ando yo haciendo por aquellos lares, si los señoritos de la administración municipal no remiendan la cuarta cuadra de Prisciliano Sánchez que está más cerca del pueblo, ya mero le toca a esta orilla casi llegando a Amacueca, de plano, pido demasiado.
CUETOCHINERO: Del cuetochinero en el último tramo del camino viejo a Usmajac, ya mejor ni hablamos, total, al niño Carlitos no le traen su retro, y los del Ayuntamiento no tienen…..arrestos para meterlo en cintura, lo siento mis enfiestados Usmajaquenses, al fin y al cabo, ni en el mapa salen.
CELSO VIZCAÍNO, NO SE OLVIDA: Algún día, alguna autoridad, se acordara de poner fin al crimen en contra del Ancestral Edificio, espero que sea antes de que le cumplan el capricho al Niño Mauricio y lo tiren, no sea que le pase como al Parían, que es tratado por todos como si no tuviera ese al final y solo fuera un paria. Sigo recibiendo sus comentarios en el correo electrónico remigio.godoy.sayula@gmail.com un saludo y nos leemos la próxima.

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