jueves, 7 de junio de 2012


              Aquí Usmajac
Por Rodrigo Carrión Grajeda
Un recuerdo a mi viejo
Pareciera que fue ayer cuando en la tranquilidad de mi hogar recibí la fatal noticia del fallecimiento de mi querido padre un 19 de nov de 2009 dejo por siempre su lugar terrenal que ocupara durante un poco mas de 88 años gracias a la buena voluntad de Dios padre, larga vida sin duda la que le toco vivir a mi viejo, pues pocos humanos tienen la fortuna de vivir tantos años y con una salud envidiable. Uno de sus grandes orgullos siempre fue su dentadura, pues a su edad, siempre conservo sana sin ningún faltante. Dentro de los cientos de recuerdos y vivencias que a su lado tuve desde muy niño, el que me llama mas la atención fue cuando aun a costa de su propia vida detuvo de frente a un" tiro" de caballos desbocados que el mismo utilizaba en la labores de su parcela tomándolos fuertemente de las riendas cuestión que de momento lo miraba arriba, y de repente casi debajo de los potros encabritados pero en ningún momento se soltó de ellos logrando de esta manera cansarlos poco, a poco, hasta que se tranquilizaron completamente. Entre todo el alboroto y des vara juste armado entre la pequeña milpa, mi jefe me gritaba desesperado, levanta el arado y clávalo en la tierra para que se detengan Rodrigo, cosa que no tuve el valor en ese momento lo reconozco, pues a mis escasos 14 o 15 años solo opte por arrimarme a un frondoso mezquite pensando solo en salvar mi tierno pellejo de un mal golpe; ya más calmada la situación, obedecí la encorajinada orden de levantar el arado despegando rápidamente los caballos quedando solo los comentarios y sobre todo el susto del mal rato que pasamos entre mi viejo y yo en medio de la parcela, después durante la comida, todavía un poco molesto mi jefe me pregunto. ¿Luego, Por qué no hiciste lo que te dije,Por poco me matan? Lo único que le conteste todavía un poco asustado y cabizbajo, no jefe estaba fea la cosa, además todavía estoy muy joven para morir; soltando inmediatamente la risa mi padre, situación que me contagio inmediatamente terminando risa y risa los dos, tomándome del cuello con su musculoso brazo campesino diciéndome, es cierto hijo, la vida vale mas que un par de caballos flacos. Ese fue mi jefe, para mí el más grande de todos, pues los cientos de vivencias y enseñanzas que de su parte recibí, no tiene precio mucho menos comparación. Sobre todo aprendí algo mas importante, el amor por la tierra, pues hoy día continuo trabajando con muchas ganas la parcela que mi padre atinadamente me heredó. Vaya pues un pequeño homenaje de esta manera a mi querido viejo por motivos del día de padre, el cual hoy duerme el sueño eterno regresando su agotado cuerpo a la misma tierra que durante muchos años trabajo.

1 comentario:

  1. Exelente comentario.felicidades Carreon .atte. Prof. Martin Aguilar Morales
    martincomentarios

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