martes, 3 de julio de 2012


Editorial
Reflexiones sobre la elección
No hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumpla, dice el refrán. Así las cosas, se cumplió el plazo pues y las elecciones llegaron y se cumplieron los pronósticos de algunos y fallaron los de otros. Es la ley de la vida.
Pero reflexionando sobre el antes, durante y posteriormente los resultados que se dieron en la reciente elecciòn, cabría recordar o recapitular sobre los pasos que dieron algunos partido y/o candidatos que finalmente les arrojaron que ellos mismos sembraron.
Empezaríamos puntualizando la nueva derrota de Samuel Rivas respecto a su sucesión que en los tres períodos en que ha estado de gobierno municipal no ha sabido encausar. En el 2000 le fue arrebatado el triunfo por José Ma. García, volviendo a perder después de su segunda gestiòn con Andrés Sánchez y el PVEM y ahora de nuevo con el PRI del doctor Jorge González. Que como quiera que se le quiera ver, no es otra cosa que una derrota para él, en lo personal, al perderse de nuevo lo que podría ser un proyecto político de largo alcance, aún más si se considera que sus gestiones administrativas al frente del municipio, pese a lo que opinen sus detractrores personales, han sido buenas puesto que la lógica elemental indicaría que continuara el mismo proyecto con Arturo Fernández, al menos de características de probada honradez. No fue así. Ya los electores tendrán la oportunidad de comprobar si la decisiòn tomada fue la correcta o se repetirán los lamentos ciudadanos de los anteriores relevos de Samuel Rivas que todos recuerdan no precisamente con mucha alegría.
Las derrotas son huérfanas, señala otro conocido refrán, pero los culpables existen, con nombres y apellidos. Sin duda la escisión de la izquierda en Sayula cavó su propia tumba. Ninguna fuerza política les habría rebasado si hubieran transitado juntos. En este caso, si hubieran llegado a arreglos de unidad Arturo Fernández y Enrique Jiménez, estaríamos hablando de otros resultados. El ejemplo más claro son los números de votos que obtuvieron entre los dos, más o menos reflejan los votos que en conjunto ha obtenido en otras elecciones el doctor Rivas Peña, pero a veces la soberbia cobra caras las facturas y los egos individuales hacen el resto del descalabro. Arturo Fernández o Enrique Jiménez hubieran obtenido un triunfo inobjetable si se hubiera dado la unidad con un sólo partido porque por demás está aclararlo, no es lo mismo competir con el PRD que con las siglas de un partido, por cierto ampliamente cuestionado a nivel nacional.
Quizá pudiera tener cierto parecido el caso de Felipe Hernández, quien además de cambiar de siglas de partido llegó un poco tarde a la contienda por ciertos problemas que tuvo con su registro. Se considera que hizo una buena campaña, de hecho fue el que registró los mítines más concurridos, su cierre fue realmente multitudinario, sólo que, como se vió, no le alcanzó el fruto de su esfuerzo.
Sorprende también la copiosa votación que obtuvo Bety, la candidata del PAN, a quien se le consideraba muy poco conocida por los electores, sin embargo, el arrastre de Beto Esquer sin duda tuvo mucho qué ver en su nivel de votación.
Ahora, sólo falta esperar que el Dr. Jorge haga suyos los compromisos adquiridos con la ciudadanía y que su gestión se caracterice bajo la premisa de la palabra empeñada.

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