miércoles, 27 de marzo de 2013


             Aquí Usmajac
Por Rodrigo Carrión Grajeda
A propósito de la Semana Santa
De nuevo como hace muchos  años, esta semana, la comunidad cristiana en muchas partes del mundo, millones de creyentes en su palabra continúan recordando de distintas maneras la muerte de nuestro señor Jesucristo quien vino al mundo enviado por el espíritu santo hace mas de dos mil años para que con su muerte  la humanidad fuera salva. Dicho propósito donde el hijo de Dios padeciera una horrorosa y cruel muerte a manos de sus enemigos de fe, no fue casualidad, ya que el profeta Isaías en el antiguo testamento varios siglos atrás daba testimonio de ello y de su venida. Ya que después de las promesas hechas a nuestro padre Abrahán, Isaac y Jacob de multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo, haber sido rescatado de Egipto al pueblo de Israel de la esclavitud y haber recibido los diez mandamientos en el monte Sinaí, terminaban estos corrompiéndose y pecando contra el señor.  Aun así, después de su fenomenal sacrificio al ser crucificado en una cruz de madera, y muerto, hoy día para la redención de nuestros pecados, gran parte de la humanidad continúan en la oscuridad de su palabra con riego de condenación gracias a su terquedad de querer comparar a nuestro Dios con cualquier cosa. La prueba la tenemos presente pues tanta maldad con asesinatos, drogadicción, lujuria y todo tipo de males mundanos solo son producto del alejamiento de nuestro verdadero Dios.
A propósito del conocimiento de Dios, el pasado viernes 22 del presente mes, su servidor tuvo la oportunidad de conocer muy de cerca al Dios verdadero en un encuentro con él. No, no crea que estoy loco, ni que empiezo a perder la razón estimado lector, dicha experiencia, todos por igual la podemos experimentar solo es querer ya que si empezamos conociendo a nuestro Dios a través de su palabra escrita el la Biblia el camino es tan corto como solo decir: quiero. El encuentro se denominó en esta ocasión, bajo el amparo del altísimo. La verdad que dicho encuentro ha marcado mi vida de tal manera que después de tres días que estuve en relación con él, nadie puede decirme que Dios no existe, tan existe, que es un Dios vivo, pues su presencia todo el tiempo estuvo entre nosotros derramando su espíritu. Por cierto, miré grandes maravillas durante todo este tiempo en relación con él. Uno de los encuentristas llegó con un pie enfermo y con muletas, otro con andadera, algunos con cara de pocos amigos, y la mayoría enfermos del estress cansados de una vida vana y sin ilusiones como la mayoría vivimos hoy día solo pensando en el maldito dinero. ¡Oh! sorpresa, durante las diferentes actividades el señor de las muletas brincaba alabando al señor dejando las dichosas muletas por ahi regresando del encuentro casi curado. El compañero de la andadera, por cierto, amigo mío de la infancia para que no piensen que eran paleros, hasta bañarse pudo solo, cosa que después de su enfermedad al parecer embólia, no podía ni sostenerse de pie sin la andadera, regresó con muy buen estado de animo con muchas ganas de completar su recuperación. Los demás con una actitud tan positiva que no querían ni regresarse. Muchos testimonios como estos y proezas milagrosas fueron de las que fuimos testigos para honra y gloria del señor nuestro Dios que no ocupa de mucho de nosotros solo que creamos en él.  Estimado amigo, si por azares del destino alguna persona de tu barrio o colonia te invita que vayas a algún encuentro con Dios, no te la pienses como muchas personas lo hacen y hasta groseras son con quien las invita, te aseguro que no es nada malo, solo es un encuentro con el Dios verdadero vivo que te llama y quiere que seas salvo.        

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