sábado, 29 de octubre de 2016

                             LA POLITICA DESDE GAYOLA

Por Rodrigo Sánchez Sosa

Violencia de Genero.
Como si hiciera falta otro tipo de violencia en este pobre país, secuestrado por tal fenómeno, se suma a la violencia política, social y criminal, la violencia de Género; que no es algo nuevo, algo reciente, algo que por primera vez se denuncie. La violencia de género, es algo tan antiguo como el propio mestizaje que dio origen a esta nación. Se podrías ir más allá del punto de llegada de Cortés a estas tierras, pero sería un abuso de la historia, ya que no existía el México que hoy conocemos, y además, estas tierras estaban pobladas por distintas etnias y formas de organización social, no todas, aunque si la mayoría, que mantuvieran brutalmente sometida la mujer.
El origen del sometimiento de la mujer, es prehistórico, base del patriarcado, el dominio del padre sobre los hijos y la esposa que hoy nos parece tan natural, pero que como decía el viejo Marx, no es más que el resultado del modo de producción de los clanes primitivos y su distribución de los beneficios. El dueño de los bienes de una familia incluidos los hijos y la o las mujeres, es el padre, de ahí que a tales "bienes", se le llame patrimonio, palabra que deriva de "padre", lo que es del padre;  a la clase aristócrata, los ricos en roma, por lo misma razón se les llama patricios, es decir los que tiene un buen padre (rico); que a su vez deriva de la voz griega para la misma clase: "Eupátrida" de buen padre, es decir, ser reconocido por un padre, rico y solvente moral y económicamente, claro.
Con ello quiero dejar claro que esto de la violencia de género no es privativa de la cultura mexicana, aunque tiene sus bemoles en nuestro país; recordemos que en México, más que en otro lugar del mundo, la madre es casi divinizada, aunque también es depreciada, por aquello muy mexicano de "valer madre".
La taza alta de feminicidios, asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres, ha llegado a tal grado que estados como Chihuahua ha declarado alerta de género, por este motivo. Jalisco está dentro de los estados presionados por organismos de derechos humanos, para declarar la misma alerta, dado la cantidad de casos de abuso y muerte de mujeres en los últimos años.
Los responsables de las muertes de mujeres en México, en la gran mayoría de los casos, son el novio, esposo o parientes cercanos. En ello tiene que ver la cultura.  La misoginia (odio a la mujer) tiene una cara perversa en México. Escuchar desde José Alfredo hasta el patético de Gerardo Ortiz (al que las mismas mujeres le siguen aplaudiendo después de un vídeo con esta temática, donde asesina a su pareja y la incinera, "Fuiste mía" se llama el bodrio), es toparse de frente con esta tragedia vuelta melodrama en la cultura popular mexicana: "Te vas porque yo quiero que te vayas, a la hora que yo quiera te detengo, yo sé que mi cariño te hace falta, porque quieras o no, yo soy tu dueño" …
Pero el fenómeno tiene dos caras, una oculta y tan oscura como la visible. A riesgo de parecer políticamente incorrecto, señalaré hoy aquí, el maltrato al hombre por parte de la mujer: En éste raro matriarcado mexicano, no sólo es el sometimiento de la mujer lo que la pone en riesgo de la violencia de género, lo es también el control velado de la figura materna que pone un yugo pesado sobre la cerviz (cabeza) del varón. La mujer en México, reproduce el machismo, lo enseña a sus hijos varones y les exige el comportamiento esperado del machismo socializado: la novia del hijo debe ser decente no puta, mujer de su casa y no callejera, la madre evalúa y aprueba la pareja de sus hijos.
El varón tiene dos presiones, la de la madre y la de la sociedad que le exigen cierto comportamiento: Al final como consecuencia, la esposa se convierte en "madre" y continua la amenaza y proceso de castración del hombre. La sociedad le exige para ser reconocido como hombre el control sobre su mujer, ahora convertida en "madre", más al llegar los hijos. Si las circunstancias particulares llevan las cosas a grados extremos, la violencia es inevitable. La desesperación del hombre por afirmarse existencial y socialmente como tal en una mujer, choca con la "esposa-madre"; si persiste en su intento buscando otras mujeres para autoafirmarse como hombre, la violencia se desata en sentido contrario. El fenómeno se hace más complejo con los nuevos roles económicos que juega la pareja en estos tiempos.
Contrario a lo que parezca, no siempre lleva la de perder la mujer. Cuando el carácter controlador de la esposa se impone al carácter pasivo del hombre, la violencia, la injusticia y el dolor emocional, hace presa del hombre; sin embargo, ni la ley, ni la sociedad reconocen esta violencia sufrida por el hombre, ya que el carácter de las instituciones citada es también machista, ni siquiera se plantean la posibilidad de este abuso, ya que no se espera que el hombre sea sometido por la mujer. Las muertes y asesinatos de hombres en manos de sus propias parejas, son raros. La mujer se contenta con controlar a su pareja, el hombre sólo puede liberarse deshaciéndose de ella, por ello es que la violencia en el caso de las mujeres no llega al extremo de tomar la vida, y si lo hace en el caso del hombre.
Organismo de derechos Humanos internacionales han advertido de este fenómeno, que también cobra la vida de las mujeres, pues el hombre sometido puede estallar en un momento de furia incontrolable y terminar con un asesinato como respuesta a la presión de años ejercida por la mujer. Para ello advierten y señalan algunas directrices en el siguiente texto:
En un artículo titulado "Hombres maltratados por mujeres", se define lo que debe entenderse por maltrato o abuso. En él se señala que el maltrato o abuso es un patrón de comportamiento controlador.
" En una relación íntima, el abuso o maltrato es un patrón de comportamiento en los que una persona domina, denigra o humilla a su pareja. El maltrato o abuso de un hombre se produce cuando su pareja utiliza tácticas emocionales, físicas, sexuales o intimidantes contra él. La mujer las aplica para controlar al hombre, salirse con la suya e impedir que rompa con la relación. El hombre maltratado adapta constantemente su comportamiento para hacer lo que quiera su pareja, esperando que así paren los abusos.  El principal motivo del abuso es el deseo de establecer y mantener el poder y control sobre la pareja. El hombre abusado resiste los intentos de su pareja por controlarlo. La mujer abusiva reacciona tomando medidas adicionales para recuperar el control sobre su compañero.  En las relaciones íntimas, el abuso o maltrato no suele ser un incidente aislado. El abuso se va produciendo con el paso del tiempo. Si se permite que el abuso continúe, se vuelve más frecuente y grave. En la misma publicación se citan "tácticas de control" de la mujer en los cuatro tipos de maltrato o abuso del hombre, a saber:
1.- Denigraciones (culpar a al padre de los defectos físicos o de carácter de los hijos, alimentar las inseguridades y miedos de la pareja con el fin de degradarlo, depositar la culpa de una relación frustrada exclusivamente en el hombre)
2.- Control de las finanzas (controlar las entradas y salidas económicas de la familia y exigir más de lo que económicamente el hombre puede aportar).
3.- Aislar a la pareja (de familiares o amigos) y restringir sus libertades.
4.- Abuso espiritual (ridiculizar su forma de ser, de pensar, su sensibilidad, vocación o insultar su religión o creencias espirituales).
Las "tácticas de abuso físico" incluyen todo acto capaz de causar dolor emocional o lesión física.
Las "tácticas de abuso sexual" incluyen:
· Ridiculizar o criticar el empeño sexual del hombre.
· Privar al hombre de afecto o de relaciones sexuales para castigarlo por haber infringido las reglas de la abusadora.
Las "tácticas de intimidación" son toda palabra o acto que la abusadora utiliza para asustar a su pareja explotando sus miedos en su beneficio. Por ejemplo: destrucción de la propiedad, amenazas, acoso u hostigamiento."
Los abusos están penados por la ley mexicana, pero el hombre no denuncia por ser un tabú social. Años se puede prolongar este sufrimiento, lógicamente los hijos pagan también esta injusticia, e indirectamente la sociedad al integrar personas dañadas por estos entornos abusivos que son vistos, por ser tradicionalmente aceptados, como normales.

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