domingo, 26 de febrero de 2017

Especial para Horizontes...
Historia de un servicio importante en Sayula  a través de los siglos: el agua potable
Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

Actualmente en Sayula el acceso a los servicios básicos como agua, drenaje y luz eléctrica, nos parecen tan comunes, que no nos detenemos a pensar que, tras estas comodidades de la vida urbana y moderna, hay una historia, un esfuerzo, una visión de futuro y personas que lo hicieron posible. Lo anterior cobra relevancia ante las actuales manifestaciones cívicas que comprometen los servicios de agua potable al invitar a la ciudadanía a no pagar por ellos, creo que les interesará esta investigación sobre este servicio, tras las acciones que han decidido y se relacionan con él:
"E problema principal del conglomerado sayulense fue, a través de los siglos, la escacez de agua potable, la cual, desde la fundación del pueblo, fue conducida de las vecinas montañas por frailes y autoridades civiles, a una pila situada en le convento y otra en la palza central de Sayula.
Aquella primera instalación del siglo XVI, había dejado de funcionar en el siglo XVIII y el fraile Pedro Rivera, realizó una nueva introducción del manantial el Cedazo, subterránea y a base de alcantarillas, y en 1876 el rico comerciante y hacendado Ignacio Vázquez Bravo, contribuyó a dotar de líquido al barrio norte, construyendo una fuente llamada del Ave María (hoy conocida como la Pilita).
Y en le siglo XX el servicio se había deteriorado. En 1923 los sayulenses encabezados por el industrial amacuequense Gabriel Anguiano, solicitaron al Congreso del Estado aumento proporcional de los impuestos durante un lapso de tiempo con el objeto de adquirir maquinaria para utilizar una noria abierta en plena plaza de comercio (hoy mercado municipal)  por el ingeniero Francisco Moya Gómez, frustrando tal intento la revolución delahuertista, El pozo fue secado después por constituir un peligro en el lugar en que se encontraba.
Las fuentes públicas eran mudos testigos de la disputa por conseguir aunque fuera un poco del vital líquido, ya que el que emanaba de el Cedazo era exiguo, buena parte se perdía, amén de que en tiempos de lluvia más bien se bebía lodo.
Ante esta situación Fray Bernardino Madruño, guardián del convento franciscano en 1940, con su peculiar espíritu de trabajo y sacrificio, se hecho a cuestas la tarea de reconstruir el acueducto, pidiendo limosna humildemente por todo le pueblo para la obra y caminando diariamente por la serranía, a pesar de su voluminosa humanidad, hasta el punto donde venían realizándose los trabajos, al finalizar los cuales se observó mejoría en el servicio, siendo esta actividad del laborioso fraile la única efectiva de cuanta habían planeado autoridades e instituciones de la época.
Otro intento por mejor este servicio se dio en el mismo año cuando el ayuntamiento presidido por el señor Justo Contreras Aguilar abrió una noria en terreno anexo al Frontón Popular, instalando una maquinaria con buenos resultados en su prueba inicial, sin embargo por falta de fondos fue imposible continuar los trabajos y le ayuntamiento siguiente, presidido por el señor Miguel Chávez Álvarez, tuvo que vender la maquinaría. Para poder pagar la deuda que por ella le habían heredado, derrumbándose la noria que luego sería cegada definitivamente.
Dada la agobiante sequía en la que se debatía el vecindario, le agua se vendía en pipas por la calle, siendo los proveedores el capitán retirado Leocadio Santana Cocían y Celso Torres que, a pesar de lo caro del servicio, aliviaba la situación, además, Santa Cobián fundó los baños Olas Altas, establecimiento moderno que logro numerosa clientela.
Ante la falta de red sanitaria los escusados eran de pozo, situados por antihigiénicos, en lugar apartado de las casa habitación, aunque en algunos domicilios se comenzaba la instalación de inodoros ingleses en esa época, que desahogaban sus aguas en resumideros al subsuelo, iniciándose la contaminación de los mantos freáticos.
Ante la tradicional ilusión de contar con agua potable en abundancia, es de imaginar la reacción de esperanza de los habitantes de Sayula cuando se tuvieron noticias de que le General Ávila Camacho, sería candidato a la presidencia de la República, poniéndose en él toda la confianza de que resolvería el problema por haber vivido en Sayula y padecido personalmente esta situación.
No defraudo al pueblo de Sayula el nuevo presidente de la República y en 1941 comenzó a hablarse insistentemente de la proximidad de los trabajos para dotar de agua potable a Sayula. Se estudiaron varios proyectos, entre otros traer el agua desde Juanacatlán y Agua Fría, que fueron desechados, decidiéndose finalmente, la apertura de un pozo profundo y continuar captando el agua, bien entubada, de los manantiales del Cedazo.
En 1942 comenzó la obra perforándose un pozo frente al Frontón Popular (hoy estación de bomberos de Sayula) e iniciándose los trabajos de la red de drenaje. El primero de junio de 1945 principiaron por la calle Madero, hoy Ávila Camacho, las conexiones domiciliarias, bañándose los frontispicios de las casas  con un fuerte chorro de agua ocasionado por las tuberías al ser taladradas, ante el regocijo de los vecinos que veían así coronados sus ancestrales anhelos.
Los depósitos fueron colocados en el cerrito del Santuario. La obra, según lo hizo constar el jefe de Departamento de salubridad Pública doctor Víctor Fernández Manero en su vista del 25 de marzo de 1941, fue totalmente costeada por el gobierno federal sin que ni el Estado ni el Municipio, tuvieran que gastar un solo centavo, no existiendo partida deudora alguna a cargo de Sayula en las dependencias federales.
La red sanitaria fue tendida por todo le pueblo, desembocando en la Playa, por el rumbo de Los Zapotes.
El servicio de agua potable funcionó magníficamente ante la felicidad del vecindario y presumía ante propios y extraños el  fuerte chorro que salía de las tuberías. Mientras tanto la política llevaba a enajenar dicho servicio ante el Banco Nacional Hipotecario y de Obras Públicas, dándolo en fideicomiso al gobierno del Estado encabezado por el general Marcelino García Barragán…instalándose el 11 de febrero de 1946 una oficina recaudadora a cargo del señor Alfredo Celis en la casa número diez de la calle Claudio Gutiérrez, iniciándose desde luego el pago de cuotas de agua potable y alcantarillado.
La operación de la enajenación se realizó en forma totalmente indebida, tanto así que ni siquiera se hizo constar aprobación alguna, para un asunto de tal importancia, en el libro de actas del ayuntamiento.
De esa manera se desvirtuó la intención del general Ávila Camacho de que el servicio (es decir lo que este recaudara) fuera un patrimonio para la población, con el cual resolviera sus necesidades más apremiantes de sostenimiento de instituciones benéficas, culturales y sociales.
El servicio de agua potable y drenaje de Sayula, cuyas recaudaciones habían sido indebidamente entregadas en 1946, al Banco Nacional Hipotecario y de Obras Públicas en fideicomiso para dotación de obras similares en otras poblaciones de Jalisco, continuaba así usufructuado, hasta que el presidente municipal Leopoldo Anaya decidió rescatar este patrimonio que el general Ávila Camacho había legado a Sayula…con la influencia personal del propio Ávila Camacho, logró fuera devuelta  a la población la administración de estos servicios el 23 de abril de 1952, iniciándose así una nueva era en las finanzas del municipio…se exigió también la devolución por parte del banco citado de los fondos indebidamente cobrados durante seis años, logrando recuperar la cantidad de 345, 339.68 $ que recibió de vuelta el ayuntamiento…todo lo cual fue cedido a un patronato autónomo de ciudadanos sayulenses ajemos a la política, para administrar ese patrimonio. Se realizaron mejoras a la red, se adquirieron muebles para las oficinas municipales y un camión para la recolección de basura en el municipio, se repararon escuelas, se construyó un rastro en Usmajac, se terminó le jardín del santuario y se remozó la plaza de armas. Este patronato se renovó con ciudadanos honestos y ninguna administración municipal posterior se atrevió a quitar dicha concesión de manos de la ciudadanía, es decir del patronato ciudadano, pues era aprobado por toda los sayulenses. El patronato administrativo de este servicio cambió el nombre a Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material y luego a Aguas potables y Drenajes. La buena administración logro mejorar el servicio y salvaguardar la educación en el municipio, subsidiando a las escuelas secundarias, preparatorias y nocturna y otras que lo necesitaban, así como al centro cultural Olivia Ramírez de Yañez…esta junta fue considerada por el gobierno estatal, dado su buen funcionamiento, como ejemplar en nuestro Estado, según comunicado oficial de la época." (Fuente: La Provincia de Ávalos de don Federico Munguía Cárdenas)
En Febrero de 2017 en el marco de las protestas contra el gasolinazo o alza a los combustibles en el país, un número importante de sayulenses, agrupados en lo que se llamó frente Cívico del Sur de Jalisco, decidieron en base a supuestos abusos por parte de funcionarios públicos del municipio, en el rubro salarial, tomar las oficinas recaudadora del municipio y la oficina de cobro de Agua Potable y Alcantarillado, esta última ya en manos de la tesorería municipal hoy, invitado a la ciudadanía a no pagar su cuota anual por este servicio; para de ese modo, presionar al gobierno de Sayula a bajar los salarios de sus principales funcionarios: alcalde, regidores y jefes de direcciones municipales, según aclararían después.  Se presentó un pliego petitorio para ello, donde se exigía, además de bajar el sueldo de los mencionados a la mitad, dar cuentas claras del actuar de los principales integrantes de cabildo. Mientras tanto, a las afueras de las mencionadas oficinas y ahora tomada la presidencia a partir del día seis de febrero de 2017, los activistas siguen exigiendo a la ciudadanía apoyar su movimiento y solidarizarse con la propuesta de no pago de impuestos municipales, considerando el pago de servicios por agua potable, un impuesto más del que, se infiere por ello, creen se malversan los fondos, sin que se presenten pruebas contundentes hasta ahora de ello. En tales circunstancias políticas, se desconoce si el servicio de agua potable en Sayula, a largo plazo, se verá afectado por escasez de recursos con la consiguiente afectación a la ciudadanía o si el conflicto se resolverá a mediano plazo. Con lo cual uno de los servicios que más costó al municipio desde tiempos de la colonia, y tanto redituó a Sayula en obra pública, cultura  y educación se ve de nuevo en el centro de la controversia 470 años después.



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