martes, 26 de septiembre de 2017

E D I T O R I A L

32 años después : Una tragedia anunciada
Al no tomar conciencia de lo ocurrido en el terremoto de 1985, la historia no tenía otro camino que volver a repetirse. Las autoridades federales sobre todo, desde el gobierno priísta del inútil y cobarde de Miguel de la Madrid Hurtado, hasta el actual usurpador Peña Nieto era evidente que NUNCA aprendieron de los errores del pasado y no sólo no hicieron nada por evitarlo sino que los volvieron a repetir, uno a uno.
Las empresas constructoras al sigilo de la impunidad y del cohecho como están acostumbradas desde siempre, hicieron de las suyas y ahora se descubre en los edificios derrumbados que la mayoría de los mismos cayeron no porque la intensidad del sismo los echaron abajo, sino porque sus estructuras se edificaron con normas de calidad ínfimas gracias a la corrupción permitida. Eso, es verdaderamente UN CRIMEN  de lesa humanidad y con culpabilidad directa no sólo a las constructoras que lo hicieron sino a los políticos que lo avalaron, y ubicando los edificios siniestrados, debe darse con los funcionarios corruptos, con nombre y apellido que dieron los permisos para edificar torres habitacionales de la muerte, que no son otra cosa dichas construcciones y viviendas puesto que se supone viviendo en una zona sísmica deben ser edificadas con las medidas necesarias para resistir determinado nivel de sismos. No es casual que unos edificios sigan en pie sin daños y otros se hayan derrumbado, resulta claro que se cayeron los edificios que fueron hechos con estructura de sostén de pésima calidad producto de actos de corrupción entre constructoras y funcionarios.
 No más actos de corrupción en permisos para edificación de casas habitación y/o edificios departamentales. El funcionario que otorga permisos bajo cohecho y las constructoras que lo hacen, incurren en un crimen abominable que tiene como consecuencia la muerte masiva de personas entre adultos, niños y ancianos, crimen que, hay qué decirlo, no tienen nombre.
Juan Carlos Ortega,en su columna de Proceso señala acertadamente : Les recuerdo algo: la "escala sísmica de Richter" es logarítmica (base 10), y no lineal. Esto significa que un terremoto de 8.1 grados tiene una magnitud 10 veces mayor que uno de 7.1 (y no es sólo 10% u 15% más fuerte, como podría pensarse). Dicho de otro modo: ayer, un sismo con una magnitud diez veces menor que el de 1985 derribó unos 40 edificios y mató a casi 100 personas en la Ciudad de México".
 Y remata: "En resumen: en 32 años no aprendimos un carajo. Una escuela y un taller textil se nos derrumbaron; se siguieron dando permisos para construcciones de papel; se permitió que gente viviera en edificios viejos y dañados (y gente decidió vivir en edificios viejos y dañados); Protección Civil no hizo las revisiones suficientes, las hizo mal o a nadie le importaron; nuestra conciencia y capacidad de exigir tampoco avanzaron, y a nadie le interesó explicarnos la diferencia entre magnitud e intensidad, así que hoy descubrimos azorados que no estábamos en manos de la planeación y la prevención, sino de la suerte, y que un terremoto 10 o 15 veces menor que el de 1985 puede tumbar la capital del país".

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