miércoles, 23 de mayo de 2018

Política y violencia.
Por Rodrigo Sánchez Sosa

Se ha dicho que la política es una sublimación de la guerra, hacemos política para no hacer la guerra; la política es la forma benigna, socialmente, de la guerra. Creemos que, y en parte se espera que sea así, el dialogo y los acuerdos substituyan la agresión impositiva de la violencia, es decir someter por la fuerza al otro imponiendo nuestros argumentos o intereses y ceder a los ajenos por no quedarnos otro camino. Es lo ideal. Pero en esta diplomacia, en esta dialéctica del convencimiento hay trampas caminos cortos, atajos y simulaciones que restauran la esencia del impulso primitivo, del motor de la guerra, la violencia. Ciertamente es velada, se simula y hasta se justifica obligar a otro a aceptar nuestras razones y derechos que obviamente niegan verdad y legitimidad a los ajenos, La política parte de una visión particular de las cosas que se intentan hacer comprender a otros: la ideología, esta puede tener como base argumentos racionales, mitos, mentiras descaradas o sustentos vulgares y absurdos; dependerá de que tan ignorante es aquel que la esgrime. Tan política el nacionalismo supremacista nazi como el neoliberalismo individualista con su "democracia", "igualdad" y "libertad" idealizadas. Son ambos discursos ideológicos que intentan imponer una idea de mundo a los que no piensan como ellos, así la idea de civilización europea se impuso a todo el mundo donde llegaron los conquistadores de finales del siglo XIV cuando no por el convencimiento por la espada, y más concretamente a sangre y fuego como en este país que fue sometido por el imperio español y exterminados todos aquellos que se opusieron a que otra visión del mundo, otra ideología les fuera impuesta.
Como forma sofisticada de la guerra, la política tenderá a ser violenta, a imponerse aún en sus formas que se supone son racionales y civilizadas, alejadas de la agresión. En un juego perverso, del lado más oscuro, se intriga con formas sutiles de la agresión que no le piden nada a un sangriento campo de batalla, más aquí el escenario es la psique del otro, incidiendo en sus valores, su reputación y honorabilidad, Se apuesta a la muerte social del otro. Si el enemigo pierde valor como persona, como miembro digno de su comunidad, digno de confianza, el camino queda abierto para las intenciones de quien lo aniquila. Las formas pueden ser burdas, vulgares, cínicamente escandalosas; pero también lo son, complejamente estructuradas, tejidas de argumentos amañados que dan la apariencia no sólo de ser válidos, sino de ser verdades incuestionables que descalifican, someten y excluyen al adversario.
La violencia es ejercida hacia individuos, grupos o comunidades en el contexto de los intereses políticos y puede ser utilizada la forma vulgar de está o la sofisticada, pero al final es solo violencia de los violentos tratando de imponer su razón e intereses. Lo común a esta forma violencia humana es la sin razón, la irracionalidad, la vulgar ignorancia por más sofisticados que sean lo métodos. La más cruel de esta violencia es la que se ejerce contra grupos o pueblos enteros, porque su sometimiento requiere el extremo de la violencia, la agresión física. Sería complicado convencer a cada individuo de una comunidad de renunciar a su derecho en bien de un ajeno, del otro al que se considera diferente, extraño, extranjero. Así que, echando mano de la ideología se justifica la represión, los castigos físicos y hasta el genocidio. Algo que no requiere otro ejemplo que ver al norte, a nuestro odiado y admirado vecinos gringo y sus formas de imponerse en le mundo o los judíos sionistas y su abuso del pueblo palestino en nombre de su discurso ideológico que les otorga derechos de pueblos elegidos.  Tan eficaz es la política de estos estados violentos y genocidas que, se justifican sus asesinatos en masa de civiles en el uso de lo que ellos llaman su derecho. Y muchos creen que estos condenables hechos derivados de las políticas judías y gringas en el mundo son legales y racionalmente justificables. Por ejemplo, en lo nacional, existe quien cree que es justificable todo para evitar que la izquierda llegue al poder en México con AMLO, incluyendo el magnicidio, y por su puesto le sometimiento de la masa "ignorante" que lo apoya.
En lo local, aquí en el municipio, la guerra permanente de un semanario local contra todas las administraciones municipales a las que ataca sin el menor pudor utilizando argumentos desde ridículos hasta notoriamente violentos, que cree se justifican en su papel de juez dado, según ellos, por el pueblo; ideología barata. Y luego está la violencia del aparato de seguridad en Sayula, ejercido selectivamente y al arbitrio de un criterio pobre y prejuicios, de policías ignorantes. Es el caso de un reglamento de policía y buen gobierno, diseñado durante una de las administraciones del Señor Rivas Peña hace mas de 10 años que no se ha revisado, el cual no tienen por objeto la sana convivencia de los ciudadanos de este municipio sino de imponer una visión de lo público de un sector determinado por sobre una sociedad cada vez más diversa de un Sayula del siglo XXI que ante lo complicado de su visión, se responde con la agresividad de elementos mal preparados de la policía, casi analfabetos, que aplican a su criterio, como ya se dijo, este reglamento prejuiciosos de la moral del siglo pasado en Sayula, luego pues el resultado son absurdos que son pasados por alto por el juez o la autoridad inmediata a estos orangutanes (sin generalizar) con pistola y fuero que patrullan las calles de Sayula y a los que no se les cuestionar ni su actuar ni, en el caso de los partes de sus actividades contra ciudadanos en su labor de hacer respetar el reglamento de marras, su versión de los hechos aun con las evidencias en contra. En este cambio de paradigma en la visión de lo público en Sayula hay cuestiones a revisar, es urgente. Es peligroso promover cambios estructurales, sin adecuar las viejas formas, y en este caso en particular urge se revise el reglamento de policía que surgió de una política e ideología del siglo pasado que no resta sino que suma a la violencia que vive el país con el actuar de algunos elementos de la policía y el criterio tan particular de quien aplica el mismo. Lo primero que me ha tocado escuchar cuando uno recomienda Sayula como destino turístico es: "Como está la cosa por ella" refiriéndose a la violencia que invadido el país, uno dice "tranquilo está tranquilo" y espera que así sea. Para mi punto de vista la política en seguridad publica en la localidad, que no ha sido revisada pone en riesgo todo proyecto de hacer de Sayula un destino turístico cuando se deja a criterio de policías analfabetos la seguridad de quien nos visitan y que pone en nuestras manos como ciudad su seguridad en uno de los países más inseguros del mundo. Doy fe, por que fui testigo de primera mano, que el actuar de la policía de Sayula deja mucho que desear y que lejos de cobrarse una multa a los turistas que pudieran ser victimas de estos energúmenos, debería de pedírseles una disculpa y los elementos de seguridad ser recriminados por su actuar, pero antes que nada, revisar urgentemente el reglamento de policía que permite que esto pase, dándole un marco a la falta de criterio de todo el entramado de seguridad local para que el abuso tenga cabida. Una falta administrativa no es un delito, no merece cárcel de 8 horas, sometimiento violento del infractor y mucho menos el cobro de más de un día de salario, de un jornal, como permite el actual reglamento de policía, al parecer.



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