domingo, 8 de julio de 2018

  Toca comportarnos a la altura y abonar al
cambio que tanto anhelamos: Violeta Torres

Si algo develó el proceso electoral desde el inicio y hasta el momento, son el profundo clasismo y racismo con el que los mexicanos nos acostumbramos a vivir, tanto, que no lo vemos ni por asomo. Es muy lamentable que haya gente que no se da cuenta que su realidad no es la de la mitad del resto de mexicanos - tan mexicanos como ellos - e igual de lamentable me parece el otro extremo, millones de mexicanos viviendo en pobreza extrema que ya hasta perdieron la noción de que por derecho les corresponde una vida mejor, precisamente por eso: porque son mexicanos. Porque nacieron en un país rico en recursos naturales, con un territorio extenso y por si fuera poco: bellísimo. Se acostumbraron a ser excluidos, marginados y a recibir las migajas del gobierno, por supuesto se incluye en esto la venta de su voto cada tanto porque es cuando pueden aspirar a un lujito. Por supuesto, sólo los primeros pueden hacer algo por los segundos, estos últimos estaban condenados desde antes de nacer. No lo digo yo por mis polainas, lo dicen los expertos: a una familia mexicana le toma hasta 5 generaciones salir de la pobreza (échenle cuentas tomando como marco de referencia los años de gobiernos neoliberales que llevamos al hilo). Hay millones de mexicanos que llevan años viviendo en algo mucho peor que "Venezuela"; lo pongo entre comillas porque lo uso como figura, no me estoy refiriendo al país, es una alegoría de ese imaginario escenario de terror para la gente de clase media pa'arriba de caer en tal grado de pobreza de no poder ni siquiera comprar pan o arroz. Bueno, en ese escenario viven millones de mexicanos desde hace décadas. Así que, ¿por qué no votar por alguien que promete algo diferente a lo más sórdido que ya conocen? En ese contexto, lo pendejo sería votar por quienes los han llevado y mantenido en tal extremo de marginación. Y podríamos desmenuzar una por una las tantas razones por las que millones le dimos nuestro voto a Morena, pero tendría que escribir un librillo jajaja. Lo que llama mi atención, es que entre los primeros mexicanos que mencioné, destacan los defensores del pensamiento "el cambio está en uno mismo". Y es curioso que en estos momentos parecen haber olvidado su dogma, porque son los primeros en atacar y denostar a quienes llevamos a AMLO a la presidencia. Todos caemos en al menos una de las siguientes: pendejos, muertos de hambre (como insulto, porque sí hay millones de mexicanos que efectivamente mueren de hambre), huevones, ignorantes, ninis, mantenidos, zombies encandilados por un mesías, y quizá haya más. No sé si es la respuesta inmediata a la frustración que produce lo que se percibe como derrota y les tomará un tiempo empezar a practicar la "doctrina" que defienden o de plano la echarán a la basura. Yo no creo que en un país como el nuestro sea suficiente el mentado cambio en uno mismo, pero por supuesto que es necesario y urgente fomentar la empatía entre nosotros y si a eso se refieren con que el cambio empieza en uno pues empecemos todos. Hay muchas razones para haberle dado el voto a Morena, ¡muchas y heterogéneas! Dejen de mostrar su clasismo expresándose con desprecio por quienes votamos por ese partido y ya con eso tenemos un buen comienzo. Y los que votamos por Morena ojo, creo que tenemos compromiso doble. No "ganamos" como cuando gana nuestro equipo de fútbol, no somos vencedores. Le dimos lugar en la presidencia y quizá la mayoría en el congreso a un partido que consideramos - con sus muchos asegunes - como de oposición, y nos toca comportarnos a la altura y abonar al cambio que tanto anhelamos. La pendejez de cada uno ya es otra cosa por cierto, cada uno que lidie con la suya. (Dra. Violeta Torres, con raíces en Sayula nos obsequia su comentario para los lectores de Horizontes)

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