lunes, 27 de abril de 2020

QUIERO SER LOCUTOR
".Por: Real Akhenatón No. 20
De: Mtro. José Filiberto Figueroa Cacho.
En mis noches de infancia, solía desaparecer el sueño para darle entrada a la ensoñación… Despierto daba vuelo a la imaginación recreando las emociones vividas que representaban la construcción de mi personalidad. Solía pasar algunas noches escuchando HL, en la frecuencia 1010 de AM en la perla tapatía.
Vibraba la pequeña bocina esparciendo música de moda, bajo la conducción de David González Vidaurri y de Rafael Ochoa Pacheco (quién dobló la voz de Mannix al español)... El hecho de escucharlos emanaba el deseo inminente de estar en una estación de radio. Sueños guajiros, imposibles en apariencia en esa mente adolescente que aún daba pasos inciertos…
Insistía en solicitar la oportunidad de "entrar en una estación de radio"… Me observaban como a un iluso que lo podían desanimar con promesas interminables y desilusiones sin fin…Llega de repente la respuesta: "Te tienes que ir a la Ciudad de México al Departamento Jurídico de la Secretaría de Educación, ubicado en la Avenida Presidente Masaryk, número 526, en la Colonia Polanco, en la Delegación Miguel Hidalgo…Ve, inscríbete, realiza unos exámenes para que consigas tu licencia de locutor y ya.
¡Oh ingenuidad del ignorante! Voy llevando documentos y me preguntan que si me inscriben al siguiente exámen que será dentro de diez días. Yo, seguro de mi mismo, afirmo y me entregan una escueta guía que me informa que debería de hacer 4 exámenes para tener derecho a tan ansiado documento: La Licencia de Locutor, Categoría "A" (otorgada a los que ya teníamos preparación de prepa o más). Se llega el día, le comento a mi padre con respecto a ese nuevo viaje a la ciudad de México, él "dándome ánimos" me dijo: ¡Para qué vas si ni vas a pasar, muchos hacen el intento y fracasan! Yo solo le respondí: ¡Ah, gracias, papá! Con esos ánimos iré muy protegido… Y luego solté la clásica perorata: ¡Pero le voy a demostrar bla,bla,bla…!
Llegó la fecha anhelada. Nueve de la mañana. Nos situamos en Polanco. En un enorme auditorio en donde 500 personas aspiramos a pasar… Nos vigilan como si estuviéramos en la frontera y quisiéramos pasarnos al otro país… La hilera de atrás, vacía; la de adelante, también. Las dos butacas de la izquierda y de la derecha, también vacías. Y por si fuera poco los sustentantes vecinos con exámenes y categoría diferentes. ¡Prohibido voltear a los lados o insinuar que quieres ver algún examen ajeno! 120 preguntas sobre cultura general, nociones de derecho y dominio de nuestro idioma… Entre los asistentes nombraron a un engreído actor: Julio Alemán; a los conductores del famoso programa: XE-TÚ, Érika Buenfil y René Casados (creo que con esto, ya ubicaste que hablo de los ochentas); además el "Primer Julio Regalado": Sergio Corona; él, sí, una persona sencilla y simpática.
Dos horas después, nos recogieron los exámenes, nos mencionaron que dentro de 6 horas regresáramos para ver los resultados… Un compañero sonorense me invitó ir al centro, para matar ese lapso angustiante. Una vez en las cercanías del Zócalo, se me ocurrió hojear el "Esto", acción que me ayudaría posteriormente. El caso es que regresamos y revisamos la enorme lista en donde escrito a máquina (no eléctrica) aparecieron los nombres de todos los que participamos y a la derecha de cada nombre la leyenda "aprobado" o "reprobado". Tuve que apoyarme del dedo índice y repasar horizontalmente, como en seis ocasiones para no confundirme. Pocos esbozamos sonrisas, pues la mayoría se puso triste al ver el funesto resultado. De "provincia" pasamos 15 que tendríamos que ir al otro día a presentar 3 exámenes más, con sinodales. Transcurrieron las horas. Nos dividieron en tres subgrupos para pasar simultáneamente a cada una de las pruebas.
Me tocó primero el examen de cabina. Tendría como sinodal, un locutor del canal 13, de Imevisión. Demasiado exigente y renegado. Pasó primero una locutora de Televisa Monterrey, quién al improvisar emitió una redundancia y de inmediato la "expulsaron en calidad de reprobada"; después pasaron 2 compañeros más quienes no supieron nombres de funcionarios y "ni siquiera hicieron la improvisación", también fracasaron en el intento. Un servidor tuvo que pasar después. De entrada, me preguntó la definición de alud. Le contesté que es la caída precipitada de diferentes sustancias: nieve, aguanieve, lodo… No contento con esa pregunta me realiza la segunda: ¿Qué obra de teatro cumplió ayer las cien representaciones? Dígame además quienes actuaron… ¿Se acuerdan que les platiqué que la hojeada al Esto me sirvió? Pues ahí hice uso de la memoria y le contesté: "El Vestidor", obra magistral de Ronald Harwood. Actuaron Héctor Bonilla e Ignacio López Tarso; por cierto que la dirección fue de José Luis Ibáñez y la escenografía de David Antón. Un tanto sorprendido mi sinodal reprobador, me dijo que improvisara durante 5 minutos sin parar; que si me detenía antes o después de ese tiempo reprobaría. La verdad si me sentía nervioso, empecé a hablar ante el micrófono sobre el origen del idioma español… Cuando el reloj electrónico marcaba los 2 minutos con 30 segundas, terroríficamente escuche un "alto". Pararon el cronómetro y me espetó: "Usted, está hablando muy elegante, si lo estuviera escuchando un rancherito con el radio sobre la montura de su caballo, ya le hubiera cambiado…" Ante mi desesperación sólo se me ocurrió contestarle: ¿Usted me ubicó en una estación de radio comercial? Porque yo, me ubiqué en una estación cultural… Se puso rojo y me dijo que improvisara el tema de por qué quieres ser locutor… Tenía que aprovechar los 2 minutos y medio restantes… Hablé de mi necesidad inminente de comunicar lo que encierro en mi interior… Del amor adictivo por interactuar con el auditorio creando un ambiente familiar…De la necesidad de crear atmósferas que detonen los recuerdos y la imaginación creativa… Pude cerrar el tema a tiempo y pasé. De ahí realicé dos exámenes más: La Ley Federal de Radio y Televisión y "Pronunciación de palabras extranjeras"(Inglés, francés, alemán e italiano)… Salí jubiloso con mi licencia provisional para regresar a Guadalajara con el anhelo irrevocable de "ser locutor".  Ahora, después de 36 años, me doy cuenta que fui un tanto atrabancado, pero seguro de mí mismo. Lo cual fue forjado con los golpes de los desánimos de mi alrededor, pero con el hambre de la reinvindicación y el resurgimiento de las oscuras inseguridades para darle paso al brillo de mis potencialidades… 

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