miércoles, 15 de julio de 2020

            Política, poder y Cultura. 
Por Rodrigo Sànchez Sosa
"El trabajo más importante del presidente es la gestión, administración, cabildeo y liderazgo, y no la imagen de un mil usos”

En el pensamiento político moderno, el poder es entendido de diferentes maneras. Por una parte, el poder es una capacidad de la que se dispone o de la que se carece. Por otra, el poder es una característica inherente a las diferentes relaciones sociales que se dan dentro de una comunidad. Finalmente, el poder se entiende como la función de una institución que, para ser legítima, necesita el consentimiento de aquellos sobre los cuales se ejerce: éste es el caso del poder político. A la hora de definir el poder político, existen diferentes aproximaciones. Las definiciones más clásicas son las siguientes:  Para Hobbes, el poder consiste en la disponibilidad de recursos para obtener un bien o unos objetivos. Según Weber, el poder es la capacidad de conseguir obediencia dentro de un grupo. Para Marx, el poder es la capacidad de una determinada clase social de imponer sus intereses sobre el conjunto de la sociedad.  Según Lasswell, el poder es la capacidad para intervenir en los procesos a la hora de tomar decisiones. Para Dahl, el poder es una relación donde un sujeto o grupo de sujetos empujan a que otro sujeto o grupo de sujetos hagan algo que de otra manera no harían. Es el poder entendido como persuasión por parte de las autoridades ante la desidia de los ciudadanos.
El poder político sólo puede ser realmente efectivo si incluye el consentimiento de los gobernados. Para la filósofa Hannah Arendt, la supervivencia del poder está estrechamente ligada al grado de adhesión que logre suscitar y mantener en la ciudadanía. Para ella, el poder no es nunca una propiedad individual. El poder pertenece al grupo y sobrevive sólo en la medida en que el grupo permanece. Distintos pensadores se refieren a tres clases de poder: inmediato, individualizado e institucionalizado. Poder inmediato. Se impone a todos los miembros de la comunidad, pero nadie lo ejerce. Por tanto, se trata de un poder "de hecho", es decir, de un conjunto de usos, costumbres y pautas de comportamiento que obedecemos sin que nadie nos obligue. Poder individualizado. Se trata también de un poder "de hecho", pero que se practica individualmente. Éste es el caso del poder que ejercen los padres sobre los hijos, los profesores sobre el alumnado o los jefes sobre sus subordinados. Poder institucionalizado. En líneas generales, coincide con el poder político. A diferencia de los otros dos poderes, éste es un poder "de derecho" que se basa en un proceso de adaptación de las normas a las necesidades del grupo. Se trata de un proceso histórico. Existen diferentes maneras de ejercerlo.
La base esencial del poder político radica en la sumisión y el conformismo de los miembros del grupo sobre el que dicho poder actúa. Por tanto, el poder se constituye como superioridad moral y su legitimidad depende, en gran medida, de su durabilidad. En este poder político, confluyen dos características importantes: autoridad y potestad:  Autoridad: Proviene del latín auctoritas, que significa "poder del que gobierna". Es una cualidad histórica, moral y a veces carismática.  Potestad: Proviene del latín potestas, que significa "tener poder sobre". Es un concepto donde se mezcla poder, derecho y obligación o deber. "Poder", porque puede ser ejercido por la autoridad; "derecho", porque quien lo ostenta está facultado legalmente para poner en práctica la autoridad, y "deber", porque la persona que lo ejerce está obligada a ponerlo en práctica.
El poder político es la capacidad que tiene una persona o conjunto de personas para imponer sus decisiones a una comunidad, que debe obedecer.
En esta definición general de poder político se hace referencia al hecho de "obedecer". A través de la coerción, se asegura la obediencia de la comunidad. La coerción implica el uso o la amenaza de la violencia u otros tipos de fuerza para que los ciudadanos acaten las leyes legítimamente aprobadas. El derecho y los sistemas legales, en general, se sustentan en la amenaza de la fuerza, aunque el uso de la misma se encuentra regulada y limitada por la ley. El poder político depende, por tanto, de la coerción material o institucional, así como de la fuerza o medios jurídicos e institucionales que están presentes en el Estado democrático contemporáneo.
El poder político debe justificarse así mismo. Para tener legitimidad, el poder político se justifica antes sus gobernados, si bien estos están obligados por la ley a obedecer, es necesario que se sientan comprometidos, los ciudadanos, mediante acciones de su gobierno que justifiquen tal sumisión. No sólo debe justificarse institucionalmente un gobierno, sino políticamente, es decir de modo tal que sus enemigos no tengan cómo restarle legitimidad.
¿Qué vemos en Sayua? Un ayuntamiento obsesionado por tal justificación y en ello se va la ética que debería normar las acciones relacionadas con ello. Se ha buscado la salida fácil, se le ha apostado todo a la imagen del presidente municipal ¿Pero dónde está lo éticamente reprobable de esto? Bueno, en el ejercicio ingenuo de poder política para el caso. Una sociedad, aún pequeña como la nuestra, tiene una diversidad importante y se debe gobernar para todos, eso implica que las salidas fácil, el vedetismo oficial y el mal gusto, conllevan una responsabilidad para con grandes sectores de la ciudadanía que no se conforman con estas con lo burdo de un reduccionismo en la toma de desiciones.
Permítanme explicarme: El ya conocidísimo caso del "Páramo", fue una decisión unilateral que dejó fuera al cabildo. Se consultó a un grupo minoritario, tal vez, y se procedió, incluso ilegalmente. Eso es ingenuidad. Otro caso, el desconocimiento de la historia de Sayula, lleva a la remodelación del Mercado Municipal, d nuevo fue algo que se decidió entre la elite política local y del estado, no hubo consulta a los enterados, es decir, supongo que tal decisión, se tomo por acuerdo de cabildo; pero, donde están los enterados, es decir no se escucharon las voces de todos los interesados en la preservación del patrimonio municipal. No se hizo una revisión de la historia de ese predio, de esa construcción, del mismo centro histórico, fue una decisión apostándole a quedar bien con una mayoría desinformada y los comerciantes de ese inmueble; hasta le día de hoy estas autoridades no se enteran del grave daño al patrimonio. Y no se enteran porque no tiene idea de lo antiguo que es Sayula. Como podemos ver, el mural encargado al artista que plasma personajes "Ilustres" (lo entrecomillo sin intención de agraviar a nadie) sobre la fachada poniente del renovado mercado (no sabemos si la fachada poniente tendrá una suerte parecido, aunque lo dudamos), no se remonta más allá del siglo pasado, como si  Sayula tuviera una historia de cien años. Mire usted, admitiendo sin conceder, diremos que hay una visión limitada de la grandeza de Sayula. Si me hubieren preguntado a mí, hubiese exigido que, Andrés de Urdaneta, Sebastián Vizcaíno y hasta Alonso de Ávalos, se les reconociera, como parte de la historia. En el entendido de que era un homenaje a las personas que hicieron de Sayula lo que fue y es. En fin, no entraré en polémicas porque hay en este asunto personas muy sensibles. La cosa es que esta obra pública que antes se conocían como de relumbrón, son la preferidas del grupo del ayuntamiento. Finalmente y a pesar de que parece muy práctico, la escrituración de los terrenos del tianguis nuevo, otra forma interesante de justificarse del poder actual político en Sayula; no nos dice cuánto y a cambio de qué perdió el municipio, la totalidad de los terrenos, que luego tuvo que comprar o negociar, injustamente. Digo, porque terminamos pagando algo que nunca se nos dio, a menos que la luces led que acaba de instalar este ayuntamiento sean a cuenta de esos terrenos, en cuyo caso nos salieron carísimos. 
Bien, para acabar pronto; es una política muy predecible la que se intenta esgrimir el ayuntamiento de Sayula para justificarse. La verdad es que no creo que las personas, más allá de la imagen impecable que se le monta técnicamente al presidente, crean que el señor, es un mil usos de servicios generales, que lo mismo barre camellones, que poda jardines, escaba drenajes o reparte despensas, como cualquier empleado de servicios generales. Muy su imagen, pero, hay quien cree que el trabajo más importante del presidente es la gestión, administración, cabildeo y liderazgo.
No intento desacreditar a nadie, el señor presidente municipal está en su trabajo de auto justificar el poder político que legalmente ostenta, más cuando este llega a su último año. Veo difícil que el señor se decida por participar como candidato a las próximas elecciones, pero no se sabe, es temerario en sus decisiones. Creo finalmente, que la autoridad política tiene el deber ético no sólo de quedar bien, sino de hacer el bien, y uno de los rubros más comprometidos de su política, es sin duda la cultura. Elevar el nivel cultural de una población es hacerle un bien, reproducir las carencias y estereotipos de mal gusto, no es precisamente hacerle un mal; pero si; no cumplir con un compromiso que va más allá de justificarse para salir al paso.

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