martes, 19 de enero de 2021

 Política, poder y cuarta guerra mundial. 

Por Rodrigo Sànchez Sosa

El poder tiene formas muy diferentes de manifestación. La más indirecta e inmediata se exterioriza como negación de la libertad. Esta capacita a los poderosos a imponer su voluntad también por medio de la violencia contra la voluntad de los sometidos al poder. El poder no se limita, no obstante, a quebrar la resistencia y a forzar a la obediencia: no tiene que adquirir necesariamente la forma de una coacción. El poder que depende de la violencia no representa el poder supremo. El solo hecho de que una voluntad surja y se oponga al poderoso da testimonio de la debilidad de su poder. El poder está precisamente allí donde no es tematizado. Cuanto mayor es el poder, más silenciosamente actúa. El


poder sucede sin que remita a sí mismo de forma ruidosa.  El poder, sin duda, puede exteriorizarse como violencia o represión. Pero no descansa en ella. No es necesariamente excluyente, prohibitorio o censurador. Y no se opone a la libertad. Incluso puede hacer uso de ella. Solo en su forma negativa, el poder se manifiesta como violencia negadora que quiebra la voluntad y niega la libertad. Hoy el poder adquiere cada vez más una forma permisiva. En su permisividad, incluso en su amabilidad, depone su negatividad y se ofrece como libertad.  El poder disciplinario no está dominado del todo por la negatividad. Se articula de forma inhibitoria y no permisiva. A causa de su negatividad, el poder disciplinario no puede describir el régimen neoliberal, que brilla en su positividad. La técnica de poder propia del neoliberalismo adquiere una forma sutil, flexible, inteligente, y escapa a toda visibilidad. El sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación le queda totalmente oculto. De ahí que se presuma libre.  Ineficiente es el poder disciplinario que con gran esfuerzo encorseta a los hombres de forma violenta con preceptos y prohibiciones. Radicalmente más eficiente es la técnica de poder que cuida de que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de dominación. Quiere activar, motivar, optimizar y no obstaculizar o someter. Su particular eficiencia se debe a que no actúa a través de la prohibición y la sustracción sino de complacer y colmar. En lugar de hacer a los hombres sumisos, intenta hacerlos dependientes.  El poder inteligente, amable, no opera de frente contra la voluntad de los sujetos sometidos, sino que dirige esa voluntad a su favor. Es más afirmativo que negador, más seductor que represor. Se esfuerza en generar emociones positivas y en explotarlas. Seduce en lugar de prohibir. No se enfrenta al sujeto, le da facilidades.  El poder inteligente se ajusta a la psique en lugar de disciplinarla y someterla a coacciones y prohibiciones. No nos impone ningún silencio. Al contrario: nos exige compartir, participar, comunicar nuestras opiniones, necesidades, deseos y preferencias; esto es, contar nuestra vida. Este poder amable es más poderoso que el poder represivo. Escapa a toda visibilidad. La presente crisis de libertad consiste en que estamos ante una técnica de poder que no niega o somete la libertad, sino que la explota. Se elimina la decisión libre en favor de la libre elección entre distintas ofertas.  El poder inteligente, de apariencia libre y amable, que estimula y seduce, es más efectivo que el poder que clasifica, amenaza y prescribe. El botón de me gusta es su signo (los likes de facebook). Uno se somete al entramado de poder consumiendo y comunicándose, incluso haciendo clic en el botón de me gusta. El neoliberalismo es el capitalismo del me gusta. Se diferencia sustancialmente del capitalismo del siglo XIX, que operaba con coacciones y prohibiciones disciplinarias. El poder inteligente lee y evalúa nuestros pensamientos conscientes e inconscientes. Apuesta por la organización y optimización propias realizadas de forma voluntaria. Así no ha de superar ninguna resistencia. Esta dominación no requiere de gran esfuerzo, de violencia, ya que simplemente sucede. Quiere dominar intentando agradar y generando dependencias. La siguiente advertencia es inherente al capitalismo del me gusta: protégeme de lo que quiero. (Byung Chul Han)


La guerra es una herramienta para la obtención del poder Byung Chul Han nos explica en el texto anterior cómo el neoliberalismo había encontrado una forma de consolidar el poder sobre las personas, ejercerlo y beneficiarse de él. Forma novedosa con respecto al método anterior. Recientemente la gente en países como México comenzaba a estar enojada consigo misma por no rendir bajo las expectativas difundidas por esta método de manipulación sutil que los culpa de su fracaso en una sociedad diseñada para que fracasen. Sin embargo, la generación anterior a las más joven en México, aún tenían identificados culpables de sus desgracia personal y colectivas: la corrupción política. Esta como heredera de un régimen autoritario y represor en abierta alianza con el crimen organizado, dio origen a un movimiento de resistencia con raíces en las primeras rebeliones en 1968 y consolidado en 2018 con el triunfo de AMLO en las elecciones federales donde este político hoy presidente de la república ganó las mismas con un record histórico de votos, 32 millones. En el ámbito global las pugnas por el poder en las condiciones de control social descritas por Byung Chul Han, se daban en los niveles del control de mercados, finanzas, energía, armamento, cultura y tecnología. Era cuestión de tiempo la guerra económica entre el imperio Occidental USA y el poder emergente de una potencia mundial que crecía la 12% anual y se apropiaba de todos los mercados con una tecnología de vanguardia apoyada por las armas de otra potencia, esta militar que superaba en ello a la potencia de norte América; China. Apoyada por Rusia, China entró en guerra comercial y económica con los EU. Ya era una lucha por el poder global en que los frentes se alineaban, las personas estaban contraladas casi en todo el mundo por el discurso del existencialismo individualista y consumista del neoliberalismo; la lucha por el poder en este caso fue a otro nivel, entre los que controlaban. La guerra financiera y comercial: la recesión de 2008 en EU, la quiebra de Grecia, el bretexit, el acuerdo comercial Asía-Pacifico, la renegociación del TLC, la guerra de aranceles entre los chinos y los gringos; la guerra territorial: Siria, Turquía y los kurdos, las caravanas migrantes desde África  y Centro América, Ucrania, la anexión de Hong Kong a China, la primavera árabe en Egipto y el derrocamiento de Gadafi en Libia; El terrorismo: Isis, Al Qaeda, Boko Haram; La guerra cibernética Wiki leaks, Julian Assange,  Edward Snowden, Panamá Papers; las guerras culturales: el racismo, el feminismo, el activismo LGBT, los nacionalismos, el resurgimiento de la extrema derecha y el fascismo, el saqueo y represión de los pueblos originarios…todo esto sería el preludio a la madre de todas las guerras que hoy vivimos, la que en todo el mundo ha cobrado la vida de más de un millón de personas y en México 133 mil han muerto debido a ella, la guerra biológica que ha paralizó el año pasado a tres cuartas partes de la humanidad y amenaza hoy en occidente al sistema económico dominante. No hay soldados, ni tropas visibles, los efectivos de estos comando son crueles e insensibles, no los detiene las fronteras ni respetan condición social, son eficientes en su misión destructiva y hasta ahora no hay forma inmediata de detener a este enemigo mortal de la humanidad, que como en toda guerra a su pasó deja muerte, enfermedad, destruye la cadena de producción y distribución de alimentos y medicinas, colapsa los sistemas económicos y de salud. No tiene caso, como en toda guerra, buscar al que hizo el primer disparo, ya ni importa donde surgió o diseñó el virus, las cosas ahora son de desesperación, la vacuna se produce y distribuye a una velocidad que compite con la destructividad del virus en clara desventaja, hasta ahora estamos perdiendo la guerra. La perdemos no solo por lo grave del patógeno, sino porque no hemos tomado conciencia en el planeta de que estamos en guerra, una guerra mundial moderna sin antecedentes y como en toda guerra lo importante es salvar la vida. La cotidianidad puede esperar, nadie en plena guerra organiza una fiesta en medio de la batalla, nadie en un estado de guerra abre su negocio exponiendo su vida, nadie en un estado de guerra expone a sus hijos al fuego cruzado, ni a sus padres, ni a sus abuelos. En un estado de guerra la gente se encierra en su casa y reza porque no le caiga una bomba encima y si es posible se encierra en el sótano con toda su familia. El control que se había logrado usando nuestra libertad contra nosotros está cobrando factura en la conciencia colectiva, ahora la gente en su derecho falso a la libertad dice no creer en el virus como si esto fuera un antídoto contra él, se niega a usar mascarillas y creen que el gobierno ha conspirado para engañarlos con una pandemia falsa y controlarlos. ¡Señores! ya estaban controlados, tan eficientemente que ustedes mismo se explotaban y lo llamaban progreso personal, se culpaban de su mediocridad sin darse cuenta que no se pude ser sino mediocre en un sistema que exigía más de lo que un humano puede dar. Ahora ¿Con esa misma enajenación ridícula se enfrentan a una guerra mundial contra un ejército eficiente e invisible que no tiene piedad argumentando que son libres para decidir morir saliendo a las calles sin acatar las medidas sanitarias pertinentes? Si claro, porque ustedes son libres, a ustedes nos los controla nadie, es más importante el torneo de futbol llanero, la fiestecita de quince años, la peda en el tianguis, el gim, el cine, la disco que las vidas de ustedes mismos y de otras personas desconocidas o que aman… hemos llegado a la paradoja de la civilización, la neurosis narcisista está a punto de ahogarnos por millones en el río que nos ha reflejado desde hace tiempo, photosop incluido, con todo y nuestro, dinero, alhajas, ropa zara y músculos de gimnasio ¡Carajo que no lo ven! Bienvenidos a la distopía. 

PD

La buena noticia es que esta guerra puede ser ganada no con la vacuna sino con organización y disciplina, pero sobre todo, renunciando al ridículo individualismo egoísta que ha arraigado tanto en todos nosotros, para poder transitar a la Nueva Normalidad, que no puede ser una copia de la anterior, definitivamente. 


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