martes, 16 de marzo de 2021

 La organización sociopolítica del antiguo

Tzaulan y el papel de la mujer

Por Rodrigo Sànchez Sosa/Cronista de Sayula

El 8 de marzo pasado no pudo pasar desapercibido para nadie en el mundo, el activismo feminista ha tomado una fuerza inusitada en el actual contexto geopolítico. El feminismo es un movimiento viejo, desde el siglo XIX comenzaron las primeras manifestaciones del pensamiento feminista, ya entrado el siglo XX, el movimiento socialista europeo proclamaría el 8 de marzo como el día de la mujer. Y para la década de los setenta del siglo pasado la ONU recomendaría a sus países miembros el reconocimiento de un año y esa fecha para reconocer la lucha de la mujer. La cultura occidental como casi la mayoría en el mundo, tiene bases patriarcales, las cuales implican le sometimiento y la


explotación de la mujer en un sistema dominado por los hombres: En la antigüedad para la mayoría de las culturas las cosas no eran distintas; pero, existieron sociedades organizadas política y socialmente donde se practico como organización social, la contraparte del patriarcado, el matriarcado. Pero se debe tener cuidado al analizar esto, el matriarcado no es por su naturaleza una copia de organización patriarcal donde el hombre es explotado y sometido, el matriarcado tiene otras bases que no implican necesariamente lo anterior. Pero, si el papel de la mujer como líder impon ciertos valores que impiden los abusos, violencia y explotación de la mujer por razones obvias. Se ha estudiado y difundido poco los estudios de sociedades matricarles dado que son raras en la historia de la humanidad, es decir en su forma pura, pero existen más estudios osbre sociedades donde el papel de la mujer es relevante y de contra peso al poder del hombre. En nuestro caso, la historia de nuestra región y ciudad, nos muestra que existió una organización matriarcal, al menos desde los documentos y crónicas de la época que parecen confirmar el hecho:

"Los pueblos de Ávalos o Tzaulan, cuentan las crónicas españolas de la época, tenían en cada núcleo habitacional importante, dos señores, uno otomí y otro nahua. Munguía Cárdenas en su monografía La Provincia de Ávalos, citando las Crónicas misceláneas de fray Antonio Tello, dice que los enviados de Nuño de Guzmán a los pueblos de Ávalos documentaron dos gobernantes, Itlizuchitl Zotlomet y Cuantomac. Al parecer el primer gobernante citado es una mujer, por el nombre nahua, ya que hace referencia a un nombre común para mujer entre los nahuas: Xochitl. Otras crónicas se refieren a esta misma mujer gobernante o ciuapili sometida al señorío tzayulteca con la que topará Nuño de Guzmán. Por esos años, 1533, fray Pablo Beaumant, nos cuenta cómo al regreso de su viaje a tierras del norte, fray Juan de Padilla, en Zapotlán, funda un convento donde bautiza a los indígenas de Sayula que viajan hasta ese pueblo para someterse a la nueva fe, entre ellos el cacique de Sayula, Hernando Cuatomac, quien ayudó al fraile Padilla en la evangelización de esta provincia. 

Un documento de compraventa de tierras en Usmajac, en 1536, para fundar la hacienda de Amatitlán, donde Alonso de Ávalos "el viejo" compra los predios a doña María Copaxa, reina o señora de Sayula, deja en claro quién administraba el señorío de Sayula a la llegada de los españoles. En el pueblo de Sayula, en la provincia de Avalos… Don Juán Manrrique, hijo de doña María Copaxa, a su vez "la señora natural" (gobernante autóctona) de ese mismo pueblo, alrededor de 1536… a catorce años de la conquista y a doce años de haber sido encomendada la provincia, Alonso de Avalos Saavedra, su encomendero, adquirió tierras en Usmajac, pueblo sujeto de Sayula, a cuatro kilómetros de la cabecera. En la transacción aparecen como vendedores Doña María y Don Juan Manrrique, ya citados, además intervienen un intérprete capaz de leer y escribir en esta muy temprana fecha, cuatro principales de Sayula, Don Alonzo Caíame, "señor natural" o gobernante autóctono de Usmajac, y otros principales de este pueblo. Llama la atención que doña María Copaxa estaba casada con un macegual, Francisco de Ulloa, quien, a pesar de que actuaba también como intérprete, no firmó por no saber escribir. Entre 1533 y 1536, se pueden documentar en Sayula dos gobernantes, un hombre y una mujer: de acuerdo a la relación de estos documentos, se podría decir que Hernando Cuatomac (sólo mencionado por Tello) fue el señor nahua de Sayula, mientras que doña María Copaxa fue la señora otomí del mismo (hasta 1547 que es sustituida por su hijo don Juan Manrrique, según el mismo documento.); de igual manera, se puede concluir que, Hernando Cuatomac representaba un interés superior en el señorío de Sayula, mientras María Copaxa pudo estar sometida a él, como señora de una provincia tributaria. El que el documento de venta de tierras a Alonso de Ávalos en Sayula, no aparezca Cuautomac, podría significar que éste tenía como función el cobro de impuestos y la representación de un señorío mayor al que estaba sometida Sayula. De acuerdo a las excavaciones del sitio "Casco" en Usmajac, que documentan entierros del tiempo previo al arribo de los conquistadores españoles, se sabe que había poca presencia tarasca en esta parte de la cuenca de Sayula durante la fase Amacueca, en comparación con el centro y noreste de la laguna, por lo que los intereses representados por Cuautomac pudieron ser los del señorío teco de Colima. A la llegada de los españoles y sometimiento del señorío de Colima (1523), Cuautomac pudo servir como traductor y difusor del nuevo orden político y religioso, como señala fray Juan de Padilla y otras crónicas. En el caso de la ciuapilli María Copaxa, el documento muestra que hubo necesidad de intérpretes durante la compraventa de los terrenos a Alonso de Ávalos; para esa temprana etapa de la conquista, no era el idioma español el que se imponía a los sometidos, sino el náhuatl del valle central58, que más tarde sería sustituido por el español. El hijo y el esposo de Copaxa, ya con nombres españoles, pudieron servir como traductores en la firma de este documento de compra venta, lo cual dejaría ver dos cosas, uno que eran subordinados de doña María Copaxa gobernante otomí, y que esta no hablaba el náhuatl del valle central. Sin embargo, Tampoco pude hablarse de que en cada aldea de aquellas, hubiese una misma forma de gobierno. En algunos casos este era hereditario, lo que daba lugar en ocasiones a que mujeres tomaran el mando desde la muerte del marido hasta que el hijo estaba apto para la sucesión  El anterior pudo haber sido el caso de la señora de Sayula; aunque no necesariamente, pese a que el mismo documento señala que el hijo de Copaxa unos años después gobernaba ya Tzaulan. Por otro lado, el documento menciona claramente el nombre del marido de la Ciualpilli, al que identifica como un macegual (plebeyo indígena), Francisco de Ulloa; lo que no descarta que fuera viuda, y que dado el origen social de su nuevo marido éste no pudiese ejercer el poder como cacique. Además, se tenía la tradición de los otomíes, quienes fueron acusados por los aztecas y los españoles de tener conductas liberales en cuanto a la sexualidad. Los aztecas como los españoles, pueblos de tradición patriarcal, vieron mal las costumbres otomíes que atentaban contra dicho orden que ellos representaban (imperios guerreros y conquistadores); es decir, las costumbres otomíes, apuntaban a una organización social que toleraba el matriarcado y que a su vez, implicaba una libertad sexual que escandalizaba tanto a mexicas como españoles decían de estos: Los otomíes son muy lujuriosos: crecen y [se] multiplican mucho. Tienen cajas pajizas muy grandes y, en una casa, suele haber quince o veinte personas, de hijos, nietos y nietas, y nueras y yernos. Las mujeres (otomíes) iban con sus maridos a los mismos ejercicios de caza dejando los hijuelos colgados de una rama de un árbol, metidos en una cestilla de juncos bien hartos de leche hasta que volvían con la caza (dice una crónica de la época).

Las anteriores citas nos describen una organización matriarcal diferenciada del patriarcado, que si bien no predominaba totalmente, ya que estas mismas citas también describen a los otomíes como valientes guerreros, sí deja ver la aceptación de valores matriarcales, lo cual explicaría el poder político en manos de una mujer en el caso del señorío de Tzaulan y otros pueblos de lo que hoy es el territorio del Estado de Jalisco en su región sur a la llegada de los españoles. 

Las familias matriarcales son extendidas, no hay necesidad en ellas de la división nuclear de lo familiar, como en el patriarcado que crea nuevos núcleos, formando redes de familias atomizadas en centros urbanos; por el contrario, en este caso, las ciudades reticulares y la producción de alimentos por la técnica de roza y quema de milpa, favorecían la forma de organización matriarcal que pudiera haber influido a su vez la organización político social del Tzaulan prehispánico y otomí." (Sayula del Antiguo Tzaulan al Sayula de los Pérez Rulfo.)


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