domingo, 18 de abril de 2021

 Breve recorrido histórico por la tragedia de

la arquitectura patrimonial de Sayula

Por Rodrigo Sànchez Sosa/Cronista de Sayula

En algo que parece moda en redes sociales, se abren páginas que pretenden orientar al público sobre la historia y el patrimonio cultural de Sayula; es lógico. Tarde o temprano los emprendedores que nunca faltan, pretenden sacar ganancia de la explotación de la historia milenaria de un pueblo cuya riqueza apenas se sospecha si uno como ellos, no es más que un profano en el tema. Es patétco mirara como improvisan discursos por su falta de información y conocimiento del tema y tergiversan todo reduciéndole a suvenir comercial que no le hace justicia  sayula.

Pr otro lado están aquellos que adquiriendo propiedades en el centro histórico de la ciudad las modifican según sus limitados conocimiento y pero gusto, destruyendo para siempre e irremediablemente el patrimonio insustituible de Sayula, y el peor caso los gobernantes ineptos que dan esos permisos o a título personal atentan por ignorancia contra integridad del centro histórico o potencian los atentados añejos al mismo como el caso del mercado municipal que se levanta sobre una plaza comercial del siglo XVI.

Una pena los Oxxos y Kioscos que se han autorizado que terminan como en el caso del segundo como remates visuales en el centro histórico como el del poniente de la calle independencia que da vergüenza. Vivimos una de las peores épocas de la depredación del patrimonio arquitectónico en nuestra ciudad siendo víctimas de tal atentado que quedará impunes y  su hechos motivados por la descarada ignorancia que desaparecieron para siempre nuestro legado centenario premiados con simpatías hasta políticas por la misma ignorancia que hace eco en la ciudadanía.  Pero no es esta la única y al parecer ni la última al patrimonio, la ignorancia ha hecho presa de la belleza arquitectónica del municipio desde hace cientos de años, más de los que esta gente, los historiadores improvisados, los políticos ocurrentes y los mercaderes pueden asumir: 


  Luego del triunfo de la guerra de independencia, Sayula, que ahora pasaba a ser una ciudad comprometida con los nuevos tiempos políticos, anhelaba la paz y la reconstrucción de su vida económica, política y social. Asunto que tendría sus dificultades. El saqueo de las casas y negocios de los ricos españoles y criollos, ubicadas en el primer cuadro de la ciudad, y seguramente incendiadas durante la toma insurgente, fue de hecho el primer atentado a la arquitectura colonial de Sayula. Las casas edificadas desde la segunda mitad del siglo xvi en el primer cuadro de la ciudad, habitadas por españoles, tenían, las más antiguas, alrededor de 250 años para entonces; el saqueo y la efervescencia nacionalista, como en otras partes del México convulso de 1810, trató de borrar toda referencia a los españoles y la colonia, incluidas las casonas coloniales del centro de Sayula. Prueba historiográfica de ello es la crónica de un viajero que describe Sayula a principios del siglo xix, mencionando que la casa consistorial, una de las primeras edificaciones del Sayula colonial, estaba totalmente en ruinas.87 Las llamas, el abandono de algunas, los terremotos frecuentes en la zona y los nuevos dueños, desdibujaron la arquitectura colonial, edificando y modificando nuevas casas en acuerdo a la estética del siglo XIX. Una ciudad del siglo XIX edificada sobre la antigua Sayula de origen y trazo colonial.

Francisco Ventura y Moreno, criollo avecindado en Sayula al que Félix Calleja obligara, durante la lucha de la independencia, a aceptar el cargo de subdelegado, informa al capitán español Rosendo Porlier, enviado a combatir a los insurgentes, del estado que guardaba la antigua capital de la Provincia de Ávalos: Inmediatamente que esta mañana tomé posesión del empleo de subdelegado providencié poner en resguardo este pueblo (Sayula) con la poca gente y armas que a fuerza de muchas diligencias y trabajo pudo conseguirse...le comunico a v. s. …que he recibido el mando de un pueblo (Sayula) en esqueleto, únicamente por servir al rey, y a la patria.88 Para 1811, luego de la lucha y los saqueos, Sayula era un pueblo en esqueleto, derruido.

A la fecha no hay una sola casa habitación catalogada como del siglo  XVI, XVII  Con excepción de la antigua cárcel colonial, que conserva su barda perimetral y posiblemente sus arcos originales de cantera, el convento de san Francisco al lado de la Parroquia de la Inmaculada Concepción, la original arquitectura colonial del siglo XVI y XVII en Sayula, salvo algunos otros vestigios tras las casonas del siglo XIX; se perdió. Las casas de los primeros pobladores del siglo XVI, los edificios originales de gobierno, religiosos, el Hospital de Indios y las casonas coloniales de los ricos españoles, de las que las crónicas de su tiempo dan cuenta, fueron reedificadas o demolidas totalmente en el siglo XIX. Quedando sólo algunos pocos remanentes conocidos, como la barda perimetral de la cárcel colonial y la cruz atrial de la parroquia, que fue del atrio de la capilla del Hospital de Indios en 1578, fecha gravada en su base; monumento desprotegido y cada vez más deteriorado que urge de una cerca que lo proteja como la que protege la estatua de san Rodrigo Aguilar en el mismo atrio, este monumento es la edificación más antigua fechada en el municipio. 

Un personaje importante para este rubro lo es sin duda Claudio Gutiérrez, originario de Atoyac, Jalisco, avecindado en Sayula, Gutiérrez casó con una acaudalada mujer sayulense de  nombre María Salomé Alfaro; él comerciante exitoso, reunió con esta sayulense, una fortuna que se calcula superior a los sesenta mil pesos de aquella época, entre comercios, fincas urbanas, terrenos etcétera, toda una fortuna para la época. Su visión del progreso económico de Sayula se basaba en la urbanización, la belleza arquitectónica de las fincas del primer cuadro de la ciudad. Su sensibilidad en el campo de la arquitectura y el urbanismo, lo llevó a construir en la segunda mitad del siglo XIX el edificio del Teatro Alfaro (1859 o 1860), durante cien años el segundo de importancia en el estado sólo después del Teatro Degollado de Guadalajara (18551866): el Teatro Alfaro de Sayula contaba con luneta, galería y foro con dos salas, cantina, nevería, cocina, dos asistencias, cuatro corredores de arcos y palcos especiales, común y caballerizas. Bajo su tutela la actual calle Porfirio Díaz, en su primera cuadra, fue remozada con fincas de corte tradicional, siguiendo el estilo neoclásico, en las que predomina la cantera y la loza Sayula-Vargas, reminiscencias coloniales. Su casa estuvo en la misma calle, hoy esquina José Antonio Torres, lado poniente del mismo terreno donde se levantó el teatro Alfaro. Los esfuerzos de don Claudio Gutiérrez en este sentido coincidieron con la moda arquitectónica de la clase alta en Jalisco para la segunda mitad del siglo XIX, popularizándose el este estilo urbanístico en Sayula: A finales del siglo XIX la preferencia arquitectónica entre el sector adinerado en Jalisco iban hacia el neoclásico, y contra el Barroco de la colonia entendido (este) como un arte decrépito  otra novedad que el siglo XIX trajo  fue la proliferación de cierto tipo de casas que, no obstante estar destinadas a los extractos sociales medios, pretendían remedar las residencias señoriales, fincas en las que no faltó el clásico zaguán de ingreso y el patio principal (entre arcadas preferentemente) en cuyo derredor se disponía el comedor, la estancia y las recámaras; en tanto que el segundo patio daba cupo a los servicios. La diferencia entre estas y las grandes moradas de los acaudalados, estribaba en el tamaño, dando pie a que en el basto patio principal hubiera un buen número de masetas, limoneros y  con frecuencia una proporcionada fuente de cantera al centro. Al fondo, en el corral o segundo patio, uno o dos escusados "de tertulia" con tarima de madera. Claudio Gutiérrez fue jefe político de Sayula en 1833, diputado en 1847-1848, prefecto del Cantón en 1853-1854. En 1853 con Mariano Pico, dirigió la defensa de Sayula del intento de toma de plaza por parte de un grupo armado de Zapotlán, al frente del cual estaba José María Manzano, rico hacendado de Zapotlán. Se le acusó en 1853 de imponer jefes políticos en Sayula, aprovechando su enorme fortuna, prestigio y contactos. Todo lo cual, al parecer, lo hace candidato a ser señalado como miembro del influyente grupo Yorkino de la masonería en Sayula; y sin temor a equivocarse, personaje importante del movimiento liberal constitucionalista durante la guerra de reforma en Sayula, antagónico del conservador sayulense José Ignacio Vázquez Bravo. La imagen urbana de Sayula quedaría consolidada en el siglo XIX no sólo por iniciativas como la de Claudio Gutiérrez en la edificación de casas y edificios públicos; sino también con proyectos como la Pilita del Ave María, dedicada al general Miramón y la Torre del Campanario de la Parroquia edificados por Vázquez Bravo. Todo esto se complementaria en el caso de Sayula, con la desamortización de los bienes de la Iglesia que estaban ociosos, mediante la ley Lerdo del 25 de junio de 1856 o ley de desamortización de fincas rústicas y urbanas propiedad de corporaciones civiles, cuya característica principal era que todo predio urbano o rural que perteneciera a corporaciones eclesiástica o civiles, sería asignado, mediante un pago al gobierno, a sus inquilinos o arrendatarios con un plazo de tres meses para reclamar la propiedad antes de ser rematada públicamente. Esta ley y el triunfo de la república liberal, hizo posible que edificios como el hospital de indios en Sayula, su capilla de la Purísima Concepción y cementerio, que se levantaban en la hoy calle Prisciliano Sánchez esquina Ávila Camacho poniente; pasaran a manos particulares, que construyeran una casa habitación. El señor Octaviano Ceballos vecino de Sayula, consumado juarista, diputado local e incluso miembro del cabildo juarista de Guadalajara, adquirió dicho inmueble, terminada la guerra, levantando la hermosa casa que hoy se puede apreciar. Heredándola a su hijo Federico Ceballos, posteriormente. Lo mismo le pudo pasar a otras fincas propiedad de la Iglesia en Sayula, como el terreno al sud poniente de la segunda cuadra de la calle hoy Ávila Camacho Oriente esquina con Ignacio Vallarta, donde se encontraba la capilla de la Santísima Trinidad cuyo atrio comprendió gran parte de la manzana39; y probablemente, a parte del atrio de la parroquia desde la mitad de la primera cuadra de la Calle Ávila Camacho Oriente, hasta la esquina poniente y mitad de la cuadra de la calle Vallarta; hasta a la misma cárcel colonial al lado de las casas consistoriales sobre el hoy portal Galeana, que por alguna razón para mediados del siglo xix tal edificio pudo estar, para haberse privatizado, en manos de la iglesia; finalmente, la capilla de Belén en el cruce de las calles López Cotilla y Gante, donde luego estuvo el panteón del mismo nombre; y el panteón La Soledad que actualmente es parte de la Colonia de Guadalupe, hoy casas particulares de la acera poniente de la calle que lleva el mismo nombre del antiguo cementerio, donde el 29 de mayo de 1860, fuera sepultado el general constitucionalista Miguel Contreras Medellín y cuyo mausoleo aún hoy se conserva por los actuales dueños. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario