miércoles, 21 de agosto de 2024

EDITORIAL:  El olimpismo, la política y el negocio

Los fines que se proponen en los juegos olímpicos son: 

1. primordialmente la paz y la unidad.

2. La igualdad no sólo de razas, también de género. Actualmente ya no se mira con asombro que gane un chino, hindú, sajón, mongol o latinoamericano. Igualmente son tan interesantes las competencias de mujeres como las de masculinos.

3. El impacto social, económico y cultural en las ciudades y países sedes. Un ejemplo fue el cambio radical de la Ciudad de México en 1968; cambio de infraestructura vial, se introdujo el metro, se proyectaron los ejes viales, se generaron servicios nuevos y se administró de diferente manera toda la ciudad.

4. Fomento a un estilo de vida más saludable. Desgraciadamente en nuestro país la educación toma como de segunda mesa el deporte y el arte, no existe en ningún nivel escolar el impulso a algún juego donde intervenga la inteligencia, el físico y la inventiva.

5. EL olimpismo es una plataforma para la actividad social. Permite poner a flote los derechos civiles y diversas causas sociales.

6. Diversidad e inclusión. Este fin incluye a todos los seres humanos ya sea por credo, sexo, identidad sexual, condición física y/o mental o por origen.

Reza un refrán ranchero: del dicho al hecho, hay mucho trecho.

Actualmente los organizadores no se interesan por la paz y la unidad. ¿Cómo se quiere la paz discriminando a los deportistas de ciertos países por estar éstos en conflictos militares y en cambio, a otros se les acepta? Ejemplo: a Rusia no se le permitió participar y en cambio a Israel sí; cuándo ambos países están en broncas armadas con muertos e invasiones.

El famoso impacto social y económico es una falacia, el país sede debe proporcionar y garantizar todos los medios, estructuras, estadios, locaciones, seguridades, hospedajes y ceremonias para las celebraciones correspondientes. Si bien es cierto que quedarán para el servicio del pueblo huésped pero el costo también y, si es con deuda la adquisición de ésta, será también obligación del país sede liquidarla. Para el pago de los 175.8 millones de dólares gastados en 1968, los mexicanos tuvimos que pagar la tenencia automovilística por más de 25 años, ahora seguimos pagando, pero con otro nombre llamado refrendo. (Diría mi abuela: ¿quién tiene el pájaro en la mano que lo deje ir? Si ya sufragaron ese gasto, no dejarlos para que sigan sufragando).

En cuanto que genera un estilo de vida más saludable, es poco el impacto. Dejaría más una promoción deportiva a nivel de primaria, secundaria, preparatoria y universidad, a que niños y pubertos estén mirando por medios electrónicos y durante horas a jóvenes compitiendo. Aunque existe la materia de Educación Física, ni es educativa ni es corporal; que los chicos salgan a jugar cascarita en el terregal (donde pueden) de ves en cuándo eso no genera ninguna motivación ni aprecio. Mejor sería que la SEP o los municipios convocaran a unas competencias por niveles a primarias, secundaria, preparatorias, y el estado a unas competencias universitarias permanentes en varios deportes como básquet bol, voli bol, futbol, atletismo, natación y lo que se les ocurra y puedan.

En cuanto los derechos civiles y humanos que dicen promover, no se dan en la medida que presumen ¿a cuántos atletas les han retirado la medalla por protestar por el trato racial o inhumano en algunos países?

 


Una de las primeras demostraciones la hicieron Tommie Smith y John Carlos, atletas de color negro protestando contra el racismo existente en los Estados Unidos durante la premiación de 200 metros planos en la olimpiada de México 68.

Caminaron descalzos y con calcetines negros hacia el pódium simbolizando la pobreza de los negros en su país.

En la entrega de medallas y cuando sonaba el himno de los Estados Unidos ambos atletas miraron al suelo y levantaron el puño en alto con un guante negro que simboliza la fuerza de esta raza. (Black Power). 

En los últimos tiempos, una vez pasadas las competencias de los atletas típicos, pasan a los paralímpicos, con menos difusión, parafernalia, proyección y más bien para cubrir la hipocresía del trato igualitario.


Las finanzas ¿Cuánto recibe el COI? Según el canal ESPN dice que recibe 5700 millones de dólares por olimpiada, entre derechos televisivos, de marcas, de suvenires, patrocinadores, mercadotecnia y las cooperaciones de las federaciones nacionales.

Pero, entonces ¿cuánto gasta el COI (Comité Olímpico Internacional)? No se sabe.

¿Cuánto ganan los funcionarios? No lo sabemos.

¿Quién audita al COI? Nadie.

¿Qué hace con los fondos? No se conoce.

¿Cómo deciden las sedes? Con criterios muy propios.

¿Cuánto da el COI al país sede? No dicen, se cree que nada.

A vuelo de pájaro nos damos cuenta de que este tipo de eventos sirven para sacarle dinero a los países sedes, a los que miramos los eventos, a los difusores y los patrocinadores; pero hay algo muy importante, nos hacen mirar hacia otro lado y olvidarnos de los problemas del mundo. Un distractor como este nos hizo olvidar la guerra de Ucrania, la invasión y el tormento de Palestina, las deportaciones masivas en Europa de migrantes africanos y en América, las amenazas de golpes de estado a gobierno electos democráticamente, el hambre y la pobreza.


Moises Zepeda Gómez./ Para Horizontes de Sayula


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