martes, 15 de octubre de 2024

 EDITORIAL:  Poder y cultura interrelacionados

En su libro "La genealogía de la moral" Nietzsche escribió que la voluntad de los poderosos establece lo que es la cultura y luego establece los valores de lo que es bueno y lo que es malo.

  Culiacán vive el terror y el pánico de las disputas de territorios por medio de la muerte entre los opositores, no hay tregua ni retroceso de las partes; quien padece los efectos es el pueblo, que a los grupos que disputan la preeminencia ni les importa ni se preocupan, menos aún la gravedad de la situación.

Ese es el estado que se guarda, donde las fuerzas federales pueden actuar con poca efectividad debido a que la población es un rehén de los grupos delincuenciales y podrían actuar con energía que los obligaría a desatar una masiva masacre de ciudadanos inermes e inocentes. (No les doy ideas, éllos ya la aplicaron; recuerden el Culiacanazo).

 


    El gobierno no resuelve en ningún nivel, el municipal acusado de trabajar para un bando, esa policía ya fue desarmada y no trabaja por el momento; el nivel estatal como el gobernador, aplica la técnica del avestruz escondiendo la cabeza en el primer hoyo que encuentra (la gente acusa que recibió dinero y visto bueno del Mayo para su campaña); por lo tanto a la población sólo le queda una leve, pero muy tenue luz en el gobierno federal con la marina y el ejército.

     Para un poco entender: Si una persona está invadida de un cáncer y deben extirparlo, los médicos y cirujanos no intervienen a tontas y locas, primero analizan, examinan y luego, si el mal está entreverado con otros órganos no sacarán las ramificaciones malas dañando los órganos esenciales, tendrán que buscar remedios alternativos  hasta encontrar el momento y condiciones de poder intervenirlo; igual están actuando las fuerzas militares y de marinos para entrar decididamente en el momento, y que ya la población no corra más riesgos que los estrictamente necesarios. 

Esto tendrá que solucionarse y volverá a ver la paz Culiacán. Pero ¿y qué aprendimos?

     En Sinaloa y en otros lugares, permea la cultura narca: vida desordenada atropellando a quien sea; ser la autoridad de facto mediante el poder del terror; ser o tener un amigo dentro de esa estructura se considera o consideraba un estatus superior; los niños aprenden que traer pistola o tener un R-15 les da predominio en todos los planos; mirar que una autoridad está apoyada por un cártel es creer que ya no tiene rival; desear tener lo mismo que estos señores presumen; las mujeres, ansiar ser una "buchona" es llegar a niveles que no tienen rival; admirar al que trae pistola y viaja en una camioneta de lujo, se droga e invita los tragos es alguien sin igual; tener un corrido o que se mencione en un corrido como alguien fiel, amigo, poderoso, tener armas, haber enfrentado a muchos asesinos como él es al nivel de héroe.

         Actualmente se vive un toque de queda ordenado por la razón de vivir; nadie sale ni se asoma después de ocultarse el sol, las escuelas están paralizadas sin clases, algunos comercios abren y están atentos a cerrar al primer aviso, la gente mediante aplicaciones se comunica para avisos urgentes como dónde hay balazos y por dónde circular.

Todo esto se fue creando, se hizo como bola de nieve, se dejó crecer y los políticos le permitieron agigantarse, después ese monstruo los engulló y dominó.

       El poder permitió esa cultura (si no es que la incentivó), esas costumbres de ser amigo, familiar o conocido de un miembro de la mafia era como tener una posición privilegiada.

        Al nivel nacional y en todos los lugares ha llegado esa misma cultura, basada en esos falsos valores impuestos desde los poderosos.

Es momento de aprender y cimentar los valores heredados de los abuelos, ser manso, sincero, solidario, honesto, bondadoso, humanista y humilde es ser una persona digna que obtiene más respeto, reputación y confiabilidad que cualquier matón o cacique.

Moisés Zepeda Gómez / Para Horizontes


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