viernes, 27 de febrero de 2009

Evolución de Conciencias
Por: Ángel Arturo Cisneros Paniagua
¡Yo gano mientras tú te envenenas..!

Erase una vez… Los países importadores de materias primas y alimentos, analizaban los alimentos que recibían y los mandaban de vuelta si no cumplían sus especificaciones. Así que los gobiernos hacían campañas para que se consumiera el la carne devuelta, las manzanas, el tomate, el maíz, el frijol, y todo lo demás. Los países industriales, cuando descubrieron que los efectos del DDT y todos los organoclorados eran acumulativos, prohibieron su uso en la agricultura de sus países y se dedicaron a producir estos venenos solo para su exportación. Los países pobres no podían prohibirlos, pues no tenían científicos o sus gobiernos y burócratas estaban comprados o engañados por las industrias para que se hicieran de la vista gorda y mantener el gran negocio.
Los primeros venenos usados en el siglo pasado eran sales inorgánicas producidas en laboratorios. Eran venenos, como arsénico, selenio, Talio, Cobre, Azufre. Como eran solubles en agua y precipitaban con sustancias alcalinas y orgánicas, se recomendaba a las personas intoxicadas que tomasen leche; así, el producto podía ser vomitado, pues se precipitaba en el estómago.
Después de la Segunda Guerra los venenos militares fueron sintéticos, actuaban en pequeñísimas dosis y penetraban también por la piel; eran liposolubles (solubles en grasas). Los campesinos, cuando se sentían mal (intoxicados), tomaban leche. Esto aceleraba el envenenamiento y traía la muerte. La leche, al contener grasa y azúcar, facilitaba la absorción del veneno organoclorado, órgano-fosforado, carbamatos, ditiocarbamatos, triazínicos, piretroides, acetanilidas y tantos otros que todavía se aplican actualmente.
Entretanto, no había informaciones, pues nadie conocía los venenos y sus efectos. Los agrónomos estudiaban la dosis para matar los insectos, hongos y hierbas dañinas, nada más, no siendo así sus efectos en la salud del hombre e impacto en el ambiente. No había información, datos, bibliografía. Las industrias se ocultaban bajo el manto del interés militar y no daban informaciones, por miedo a disminuir las ventas.
Solamente quince años después fue que se vino a saber que el DDT, aún cuando no mataba rápidamente, era acumulativo en los organismos de las personas que trabajaban con él, o comían sus residuos en los alimentos. Y solamente veinte años después venimos a saber que el DDT era el causante de diversos tipos de cánceres como el de mama, próstata y de cerebro.
Los países industrializados, al tener conocimiento de que estos productos eran peligrosos, prohibieron su uso en su territorio, pero impidieron que esta información fuese divulgada, pues continuaban manteniendo la producción para la exportación, ganando mucho dinero con esto.
La industria de los venenos, inteligentemente pasó a controlar las asociaciones de profesionales y las universidades donde se formaban los futuros técnicos. En España hubo un escándalo por la muerte de más de 800 personas. Los profesores de la Universidad de Madrid y directores del Hospital del Rey fueron despedidos y castigados porque se atrevieron a afirmar que la responsabilidad era de un veneno organofosforado de la Bayer, usado en el cultivo del tomate.
En Colombia, país productor de flores para la exportación, las trabajadoras rurales son obligadas a entrar en los invernaderos del cultivo solo unas pocas horas después de la fumigación con venenos. Como las fumigaciones son diarias, constantemente se sienten mal.
En las plantaciones de tomates y frutas de California, la situación es semejante, y los trabajadores mexicanos son las grandes víctimas: el índice de cáncer es alarmante principalmente en los niños.
Usted y yo desearíamos que fuera solo un cuento de terror, pero lamentablemente, no es cuento, es la realidad. Se que usted, familiares o más de alguno de sus conocidos actualmente tendrá que trabajar para alguna empresa agrícola con casos semejantes a los que le he platicado de otros países, se de la necesidad de trabajo en tiempo de crisis, pero al menos pidamos que sean tomados en cuenta los riesgos a su salud, y si decide decir ¡no! Felicidades.., vale más dejar de ganar un peso, que tener que gastar 30 en quimioterapias, digo.. Hay alguien más que se encargará de juzgar a todos con el tiempo.
Basado en "Venenos en los alimentos" del exasesor de Naciones Unidas Mc. Sebastiao Pinheiro, en 2003.

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