miércoles, 25 de mayo de 2011



Temas de Interés

Por Arturo Fernández Ramírez

Sayula, otrora ciudad de las pitayas

Muy a propósito del término del temporal de las pitayas de este año, que suele darse en la primera mitad del mes de junio o bien en cuanto inician las primeras lluvias al madurarse prontamente con el agua todas las pitayas que aún quedan en el órgano, creo que aunque ya es notorio, Sayula desde hace algunos años ha dejado de ser la señorial ciudad de las Pitayas.
Aunque nos duela reconocerlo, pero cada día son menos las personas que se dedican al cultivo y cosecha de esta deliciosa fruta que es buscada en lugares lejanos, por un sin fin personas que con mucha ansia esperan este temporal para degustar este verdadero manjar de la naturaleza.
Son muchas las tradiciones que nuestro municipio ha ido perdiendo, algunas se dice, porque de pueblo, Sayula se ha convertido en una gran ciudad y por ello van cambiando y evolucionando sus costumbres y sus tradiciones.
Pero tratándose de una fruta, como la Pitaya, creo que por mas que Sayula se convierta en ciudad, no tiene por qué perder eso que le caracterizaba, que le distinguía, que lo hacía sobresalir, como sin duda lo era la Pitaya. El ejemplo puede ser Zapopan, reconocido como la ciudad del Maíz por la cosecha de este producto como toda una tradición de muchos años, y que a pesar de ser en realidad la ciudad mas grande de Jalisco, (ya que Guadalajara desde hace tiempo quedó cercada sin opción a poder crecer mas, por lo que Zapopan se ha venido beneficiando de esa situación al acaparar junto con el resto de los municipios que conforman la llamada Zona Metropolitana, el crecimiento que la Capital del Estado debería estar teniendo), no ha dejado de ser reconocida como la mejor productora del Maíz y año con año Zapopan hace sus esfuerzos por mantener su liderazgo en este rubro.
Entonces en el caso de Sayula, no tiene por que seguir perdiendo el liderazgo que antaño tuvo en muchos rubros, pero por el tema que tocamos, en la producción de la Pitaya. No podemos dejar que se siga perdiendo esta tradición y menos ahora que al órgano de la pitaya y en general de los cactus, se le han descubierto propiedades curativas, lo que revierte en gran medida la aparente desventaja que representaba la sola cosecha de pitaya de cuando mucho dos meses en todo el año y el resto permanecer sin producción o ganancia alguna.
En efecto, todo hace indicar que el hecho de que las pitayas se dan en un relativo muy corto período de tiempo, ha provocado que quienes tenían tierras destinadas a pitayeras, las hayan quitado y en su lugar hayan optado por explotar la tierra con otros productos, principalmente destinando la tierra a ladrilleras, cuyo negocio es prácticamente de todo el año salvo en el temporal de lluvias en que se les dificulta hacer ladrillos.
Por lo que ahogados seguramente en crisis económicas o con el interés de hacerse llegar de mas ganancias, los otrora pitayeros de Sayula optaron por sepultar toda una tradición quitando las pitayeras que solo les redituaban a lo sumo dos meses al año, y poner en su lugar ladrilleras (o sembrar otras plantas) que casi durante todo el año les reditúan ganancias; bien al rentar las tierras para que otros las trabajen o bien trabajándolas ellos mismos dedicándose a la siembra y cosecha de otras plantas o a la elaboración del ladrillo que para fortuna de todos los que se dedican a esta actividad, es bien vendido, incluso de otros lugares vienen a comprar ladrillo aquí, lo que de alguna manera nos dice de la buena calidad con que se hacen y es que nuestras tierras son buenas.

Retomando nuestro tema, decíamos que si bien y seguramente el factor económico influyó para sepultar una tradición, este mismo factor económico puede y debe ser el que ahora rescate toda esta tradición de Sayula como ciudad de las pitayas. Porque si como lo he expresado, en los últimos años se han descubierto propiedades curativas en los órganos de la pitaya, del nopal y en todo este tipo de plantas cactaceas, creo que bien pudiera retomarse esta actividad para que ya no solo durante la cosecha de las pitayas nos reditúe ganancia alguna, sino que durante todo el año explotando y sabiendo procesar estas propiedades curativas, se obtengan ganancias. Ahora mismo en la zona de las 9 esquinas, en Guadalajara, se venden los “pitillos” (el palito que sobresale de la pitaya) aduciendole cualidades curativas contra la diabetes.
Sin mal no recuerdo fueron Países extranjeros los que descubrieron estas propiedades curativas y por ende, aunque resulte paradójico, son esos países los que ahora lucran con un producto que consideramos muy mexicano. Sería entonces doblemente satisfactorio el que seamos nosotros los que explotemos y saquemos provecho de algo que es nuestro y ya de paso, recobremos el título que Sayula ha perdido de “Ciudad de las Pitayas”. No es fácil estoy seguro, pero creo que imposible tampoco, ¿o si?, de cualquier manera bien valdría la pena intentarlo. Comentarios y sugerencias al Correo electrónico arturferam@hotmail.com.


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