«Mariquita»
No volví a verte con vida,
Ni escuchar tu risa loca,
Mis ojos no volvieron a mirar tus ojos,
Ni escuche palabra alguna, de tu boca.
Viejita regañona,
Hoy te has ido para siempre,
Cargando mil historias en tu alma,
Y llevando, mil recuerdos en tu mente.
Tu maleta la llevas muy repleta,
De noventa y nueve años de existencia,
Donde hubo alegrías, amarguras y tristezas,
O cuando el llanto y el dolor, toco a tu puerta.
Sin serlo fuiste madre, tía, madrina, abuela para muchos,
En el barrio fuimos todos algo tuyo,
Te sentabas en tu silla por las tardes,
A escuchar de los niños, el barullo.
Mujer incansable fuiste siempre,
Luchando cada día por vivir,
Le dabas la espalda a la muerte,
Y te aferrabas en el tiempo, a no partir.
Más en la vida siempre existe un principio,
E inevitable siempre existe un final,
Hoy el tuyo vino a tu encuentro,
Y sin excusa es un hecho, que te vas.
Hoy se marcha de esta vida tu presencia,
Física, en este mundo terrenal,
Mas tu espíritu y tu recuerdo están presentes,
Y esos nunca en el tiempo, morirán.
En tu ataúd te encuentras ya sin vida,
Y tu boca no dice nada ya,
Mariquita, la alegre y regañona,
Tu memoria en mi memoria, quedara.
Cuando la banda se escuche por el pueblo,
Y la tambora retumbe tu canción,
Aquí estoy, dirás como decías,
Aquí estoy, dirás con emoción.
MIGUEL ANGEL AGUILAR HERNANDEZ
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